-Hola-saludó Theo. Llevaba unos jeans negros, una camiseta azul y unos tenis grises.
-Hola-le dije. ¿Se habrá equivocado de casa? Nos quedamos en silencio por un momento.
-¿No vas a dejarme pasar?-Preguntó. Me hice a un lado y lo dejé pasar, su fragancia inundó mis fosas nasales y sonreí. Ese chico también hacía cosas de chicos.
-¿Necesitabas algo?-Ojalá no fuera a vermis fotos con Leria.
-Vine a ayudarte con el proyecto-tomó asiento en el sofá.
-¿No habíamos quedado en que yo...-No me dejó terminar y sus negros ojos vieron los míos. Me puse nerviosa.
-No se me hizo justo que tú hicieras todo lo pesado. Además creí que habías dicho que no podías aquí en tu casa.
-Sobre eso...-no encontré una excusa creíble. Intentaba pensar, pero nada era claro.
-¿No están tus padres?-«Están en España, pero no te lo diré»
-No, ellos trabajan hasta tarde-dije restándole importancia. -¿Quieres tomar algo?
-No, gracias. Vengo a hacer tarea, no a pasar el rato.
-Claro-sonreí-, voy por mi laptop, está en mi habitación.
-Olvida las molestias, podemos trabajar en tu habitación.
Caminamos por el pasillo en silencio, deseé que la profesora nunca nos hubiera puesto en equipo. Pero no podía quejarme, él estaba en mi casa para hacer una tarea y en cuanto termináramos todo volvería a la normalidad.
En cuanto abrí la puerta me alegré de haber limpiado todo y de poner todas las cosas de bebé dentro del ropero, así evitaría que sospechara que una pequeña niña vivía conmigo. Ese día el destino me había jugado una buena pasada.
Entré después de él.
-¿Ya habías comenzado?-Cuestionó mientras tomaba asiento en el escritorio y levantaba las hojas para mirarlas.
-Sí, pensé que si lo terminaba pronto no tendrías que preocuparte por engargolarlo.
Tomé la silla que utilizaba para dormir a Leria, que realmente era una mecedora, y me senté a su lado, por supuesto a una distancia en la que mi corazón no latiera tan rápido.
-Bueno, tú busca esto-me dio una hoja con temas para investigar-, y luego me lo dictas para comenzar a escribirlo.
-Sí-busqué lo primero y se lo dicté. Su letra era realmente fina, con tamaño legible y sin faltas de ortografía. El chico perfecto.
Cuando llevábamos un buen rato trabajando en silencio hablo:
-Esto no viene-le dije. Se acercó peligrosamente hacia mi, o mis nervios hicieron que así lo sintiera, y mira la pantalla.
-¿Como es posible?-Se preguntó. -Eso es lo más importante del proyecto-puso una mano en su barbilla y pensó en dónde buscar. Yo también lo hice. Intenté recordar si tenía algo sobre eso entre mis libros. Y lo recuerdé.
-Creo que tengo un libro sobre eso-él me miró mientras me ponía de pie y caminaba hacia el librero que estaba a un lado de mi cama. Lo busqué por un momento y lo encontré.
-No sabía que te gustara leer tanto-comentó observando la gran cantidad de libros que había en mi librero.
-Sí, me gusta mucho-digo.
No me creerías si te digo que con mi historia de vida podría escribir un libro, o quizá trilogía, luego publicarlo y esperar que me llamaran para hacer una película. Qué cosas estaba pensando. Me golpeé internamente sacándome de mis pensamientos.
-Bueno, tú busca ahí y yo en internet. Escríbelo, así terminaremos más rápido-despues de decir eso trabajamos en silencio.
Cuando moví mi brazo sobre el escritorio tiré al suelo un bolígrafo, me agaché para recogerlo y sin darme cuenta Theo había hecho lo mismo, nuestros rostros estaban bastante cerca. Él me pasó el bolígrafo y, mientras yo sentía el calor recorriendo mi cara, traté de hacerme hacia atrás, olvidando el hecho de que era una mecedora, y despues de eso se inclinó hacia enfrente haciendo que yo también lo hiciera bruscamente. Mi rostro se pegó a su hombro así que me separé de inmediato. Nos mantuvimos la mirada.
Él se rió. Yo también lo hubiera hecho, de no ser porque mi corazón latía como loco.
-No te sonrojes, idiota-me dijo y puso su dedo índice en mi frente, alejándome.
-Lo siento-murmuré sin ser capaz de hacer contacto visual. De seguro pensó que yo era una ofrecida.
-Puedo oler tu nerviosismo-dijo sin parar de escribir y me sentí muy avergonzada. -¿Estás así porque creíste que pasaría algo entre nosotros?-¿Cómo podía leer mi mente? -No, Nora, no vine aquí a ligar contigo, no me gustas. Solo eres la chica que se sienta a mi lado y con la que me tocó hacer un proyecto.
-Creo que lo has malentendido, no lo hice a propósito-«estúpida mecedora»
-Hemos terminado por hoy, continuamos mañana-se puso de pie y se dirigió hacia la salida. Fui detrás de él para despedirlo.
-Adiós-dije sin mirarlo a los ojos. Cerré y me deslicé por la puerta hasta quedar sentada en el piso, escondí mi cara entre las rodillas y me sentí frustrada.
Cerca de que el reloj marcara las diez me metí a bañar y me fui a dormir.
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Madre por elección. {2014}
ChickLitNora se muda de país para comenzar una nueva vida, sin saber que la sorpresa de encontrar una bebé frente en su puerta la cambiará por completo.