Capitulo 20

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Mientras cenaba con Richard aproveché para preguntarle sobre mi familia. Según lo que decía todos estaban bien, mamá procuraba no mencionarme cuando se veían y sobre papá no decía nada porque al parecer había prohibido su entrada en la casa.

Durante la mayor parte de la cena estuvimos en silencio.

A la mañana siguiente al despertarme fui a la cocina y para mi sorpresa mi tío estaba ahí, sirviendo el desayuno.

-Creo que debemos hablar-me dijo.

-No me hace falta ser adivina para saber de qué-suspiré.

-Será complicado. Recapacita y date cuenta de que regresarla con su papá es lo mejor, lo más conveniente.

Di un sorbo al jugo naranja y me puse de pie.

-Las mejores decisiones no siempre son convenientes.

Vestí a la niña, le di de desayunar y la llevé con Lucinda.

En el trayecto de mi casa a la escuela tuve la sensación de que alguien me observaba. Lo único que podía pensar era que Jorge se estaba preparando para hacer de las suyas.
No quería preocuparme tanto, pues tenía los últimos exámenes y necesitaba aprobarlos todos. Entré al instituto un poco más calmada y me topé con Jared.

-¿Ocurre algo?-Me pregunta.

-¿Por qué lo dices?

-Por esto-puso su dedo índice en mi entrecejo y me di cuenta de que lo llevaba fruncido. Inmediatamente lo relajé.

-Ah, he estado algo inquieta, ¿sabes? Esta mañana salí de casa con la sensación de que alguien me sigue; ayer estuve en el hospital porque necesito descansar y mi tío, que en realidad es mi papá, se va a quedar conmigo un tiempo y ya sabe lo de Leria.

-Vaya, si no supiera por lo que estás pasando creería que eres una clase de superhéroe, pero como sí lo sé, lo aseguro. ¿Te acompaño a casa en la salida?

-Me encantaría. Si no es mucha molestia.

A la salida de clases caminamos en silencio durante un momento. Estaba nerviosa y sólo podía pensar en que Jorge se apareciera por algún lado.

-Tengo escalofríos, Nora. Este callejón no parece seguro-dijo Jared. Se sobó Los brazos como si tuviera frío.

-Pienso lo mismo-mi voz tembló.

-Vaya, vaya, vaya-habló alguien detrás de nosotros. -Dos corderitos indefensos...

Nos giramos. Había un grupo de muchachos vestidos de negro. Asaltantes, pensé.

-¿Qué demonios quieren?-Interrogó Jared con desdén

-No te asustes, chiquitin. No me voy a andar con rodeos ni esas madres. Quiero a la chica. Si te vas ahora no saldrás herido.

-En cuanto te atrevas a hacerle algo te las verás conmigo. Te lo advierto-puso su brazo en mi estómago y me movió hacia atrás.

-Aquí las amenazas las hago yo. A él-dijo. Los otros hombres corrieron hacia nosotros. Sentí el pánico al verlos acercarse.

-Nora, ¡corre!-Me vi a mi misma retrocediendo unos cuantos pasos y a Jared corriendo hacia ellos.

No... No... Jared ¡No!

Y en lugar de irme avancé. Mi mejor amigo. No podía dejarlo ahí. No a él. No con ellos.

Los hombres lo tomaron y arrojaron contra el piso.

-¡Nora! ¡Vete! ¡Nora!-Sus gritos eran callados por golpes. Uno tras otro, sin parar.

-¡Déjenlo!-Insistí.

El hombre que había hablado al principio se acercó a mí.

Sentí mucho miedo, habían dejado de golpear a Jared y ahora se encontraba en el suelo con las manos sobre su abdomen y la nariz sangrando.

-Es una pena que no le hayas hecho caso a tu amiguito, pero desperdiciaste la oportunidad-me tomó del brazo.

-¿Qué es lo que quieres?-Me costó formular la pregunta.

-Dar un paseo por la casa de Jorge... Nuestro querido amigo...

Entonces alguien puso un paño bajo mi nariz y todo se volvió oscuro.

Cuando abrí los ojos tenía a Jared frente a mí, golpeando levemente mi mejilla.

-Hasta que despiertas, mujer, casi muero y resucito dos veces por la preocupación...

Estábamos en una habitación pequeña, oscura y fría. La única luz eran los escasos rayos lunares que entraban por la ventana diminuta.

Imágenes de lo que había sucedido antes invadieron mi mente como una plaga.

-¿Sabes que hora es?-Pregunté.

-Al parecer, si ese reloj está bien, son las once y media. -Una herida sobre su ceja continuaba sangrando.

Probablemente Lucinda ya habría llamado a la policía después de un momento de pánico.

-¿Has podido hablar con Jorge? Necesitamos salir de aquí y curarte esas heridas.

-No ha venido a vernos nunca.

Y como por arte de magia:

-Lamento haberlos hecho esperar. -Entró acomodándose el cabello-. La policía me entrevistó, según escuché dos jovencitos están desaparecidos.

-¿Qué quieres, Jorge?-Cuestioné. -Estoy harta de ti, Leria es mía desde el momento en que decidiste dejarla a su suerte y no puedes remediar eso. Los errores nunca se olvidan.

-Qué lástima, Norita. Meterte conmigo te saldrá muy caro, te lo advierto. No voy a quitártela, no ahora. Serás tú quien la ponga en mis brazos y se ahogue con sus propias palabras.

-¿Era necesario que nos trajeran aquí por la fuerza?-Se entrometió Jared, deteniendo las amenazas.

-Esto es solo una milésima parte de lo que les espera. Si no quieres que te vuelva a ocurrir, Jared, no metas tus narices donde no te importa.

-Si me importa, Jorge. No me asustan tus amenazas de segunda.

-Pues deberían, yo no me ando con rodeos.

-¿Cuándo terminará esto?-Lo miré con odio.

-Cuando tenga a Ivonne conmigo-sonrió.

Salió de la habitación y enseguida entró un hombre mayor apuntándonos con un arma.

-Salgan y suban a la camioneta-ordenó con gritos.

Condujo por algunos minutos y nos dejó en el mismo callejón donde nos tomaron por la fuerza.

Jared y yo caminamos hasta mi casa, hecho que nos costó el doble de tiempo, pues con tantas heridas hasta le costaba respirar.

-¿Dónde rayos estaban?-Gritó Richard en cuanto abrí la puerta y puse un pie dentro.

En la sala estaban Lucinda, Leria, Richard, Theo y Flor. La primera tenía los ojos rojos y Flor enseguida se acercó a abrazarme. Theo ayudó a Jared para que se sentara.

-Jorge-fue lo único que dije. El tío se pasó las manos por el cabello con desesperación.

-¿Jorge?-Preguntó Lucinda confundida.

Después de eso tuve que contar todo lo que había sucedido desde el principio. Flor no se imaginaba que Leria existía, le costó asimilarlo.

-¡Sabía que esto pasaría!-Volvió a gritar Richard. -Te lo advertí. Esa niña solo trajo problemas. No te atrevas a contradecirme porque a leguas se nota que no comes bien por estar pensando en ella. Solo te digo una cosa, Nora: O buscas una solución ahora o tendré que llamar a tus padres.

Madre por elección. {2014}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora