Desperté sobresaltada, aún estaba en el sofá y por suerte todo había sido un sueño. La idea de que la madre biológica de Leria se arrepintiera de abandonarla y decidiera venir a reclamarla me causaba pánico.
Observé el lugar con taquicardia para cerciorarme de que no había nadie más y corrí hacia la habitación en busca de Leria.
Ahí estaba ella, dormida como el ángel que era, con su osito de felpa en brazos. Sonreí y me deslicé de espaldas por la puerta hasta caer sentada en el piso. Era la una de la. madrugada y sentía que me estaba olvidando de algo... ¡La tarea! Apresurada tomé la mochila y saqué mis cuadernos. Otro día de desvelo.
Jueves. Theo se había reportado enfermo y no vendría hasta mañana. Tenía ganas de verlo aunque no fuera a decirle nada. Todavía no procesaba lo ocurrido la última vez que hablamos. ¿Era posible que yo le diera explicaciones a alguien que apenas conocía? ¿Y que a él pareciera no importarle?
Hoy era el día en que conocería a la persona que amablemente iba a encargarse de el pago de mis estudios. Antes de salir rumbo al instituto me había encargado de mentirle a Flor, mi jefa, que no me presentaría porque estaba enferma. Una pequeña mentira no estaba de más.
Al entrar a la última clase divisé a Jared, que no lo había visto en toda la mañana porque teníamos clases diferentes, caminando en mi dirección con una sonrisa pícara en el rostro.
—¿Y bien?-—Pregunta emocionado.
—¿Y bien qué?—Pregunto con los ojos entrecerrados.
—¿Qué te dijo? ¿Se lo contaste?
—No, no lo hice. Gracias por la nota. Fue innecesaria. Debiste decirme que lo habías planeado. —Entonces me sentí culpable por reclamarle, después de todo sólo quería ayudarme y yo ya había sospechado de aquella sonrisa.
—Lo siento—dijo mirando al suelo—, creí que si no lo hacía tú no ibas a atreverte.
Sonreí —Soy yo quien lo siente, tienes toda la razón. No creo que me hubiese atrevido.
Caminamos por los pasillos llenos de estudiantes intentando llegar a sus aulas que estaban en sentido contrario. Casi no llegábamos a nuestro salón.
—Nora—me llamó la señorita Méndez antes de entrar.
—Regreso en un momento, Jared—le aviso y él asiente.
—La cita con el señor Nájera ha cambiado de horario y será a las cuatro.
—De acuerdo, gracias por avisarme—le dedico una sonrisa y regreso al aula.
Jared me espera con la vista en su teléfono. Mis demás compañeros estaban centrados en su mundo y el profesor de deportes acababa de entrar. Por qué en su clase, pensé.
—¿Puedo pasar?—pregunto.
—Llegando tarde—me dice—, tienes suerte de que fue en mi clase. Primera y última vez que te dejo entrar después del timbre, eh.
—Gracias—le dedico una sonrisa que muestra que estoy avergonzada.
Camino con pasos largos hasta llegar a mi asiento.
"¿Se te ocurre algo para conquistar a Theodore?." —Dice una nota que desliza mi amigo por el banco.
"No haremos eso." —Le escribo y niego con la cabeza.
"¿Por qué no?"
"Pareciera que lo obligamos a hacerse cargo de mi hija."
"Si te quiere lo hará."
"¿Por quién me tomas? Probablemente ni siquiera me vea como a una chica" Recuerdo aquella frase.
—Aparte de que llegas tarde, no pones atención en mi clase—dice el profesor, levanto la mirada. —Denme la nota—le dice a Jared.
—¿Qué nota?—Pregunta con dicho papel en la mano.
—Esa—la señala y se acerca para tomarla. Cuandoe siento perdida Jared es más rápido y la mete en su boca para, segundos después, tragarla. Abre la boca mostrando que no hay nada.
La clase estalla en carcajadas.
—Fuera de mi clase. Los dos—pide masajeando el puente de su nariz.
Los hacemos, sin rechistar. Pasamos por la puerta ignorando la mirada de todos.
—¿Qué hacemos ahora?—Suelta cuando llegamos al pasillo.
—No tengo idea—digo.
—Vayamos a la biblioteca, oí que la encargada no vendrá hasta el otro mes—me toma del brazo y vamos en esa dirección.
La puerta se encuentra abierta, sin embargo hay un cartel de prohibido el paso. Nos quedamos parados frente a él mientras lo observamos.
—No me sorprendería que esto fuera obra de Peña Nieto—dice Jared acariciando su barbilla.
—Tonto—me pongo una mano en la boca para no reír. —Vámonos.
—No, no podemos irnos. Ya nos robó el país, no podrá robarnos los libros—me jala y entramos. Yo solo esperaba que nos encontraran infraganti.
—Si nos encuentran aquí nos va a ir mal.
—Considéralo rebelión.
—Deja de bromear, estoy hablando en serio.
-¿Quién dice que yo no?—Me enseña la lengua. Este chico es como un bebé.
Lo observo y nos adentramos más en el sitio.
—¿Qué estamos haciendo exactamente?—Pregunto levantando una ceja.
—Tomar un libro para leer, sólo eso—dice con obviedad. —Dios no te dio esoz ojos para que los tengas empolvados.
Miro por los estantes y encuentro un libro de mi agrado.
La campana suena indicando la salida y justo cuando vamos a regresar los libros a su lugar escuchamos cómo la puerta se cierra. Nos miramos aterrados y corremos hasta ella.
—¡Abran!—Grité.
—¡Ayuda!—Nadie nos escuchó.
Mucho tiempo después estábamos recargados a la pared y probablemente ya no había nadie en la preparatoria.
—Sabía que no era buena idea entrar aquí—dije frustrada.
-No teníamos idea de que esto pasaria.
—Sólo queda media hora para mi cita con el señor Nájera...
—Vamos a salir de aquí—afirma.
-¿Cómo?
-Déjame pensar...—Yo esperaba que su idea no implicara que después tendríamos que pasar la noche en la cárcel. —¡Tengo una idea! Ven.
Nos llevó hasta quedar frente a una ventana, no sabía qué haríamos ahí, hasta que lo entendí.
—Oh no, claro que no. Ni se te ocurra hacerme salir por ahí...
—Quieres llegar a tu cita, ¿cierto?
—Pues sí, pero no de esta manera—me daba pánico de sólo imaginarme al borde de la muerte.
—Rápido, sólo tomará un momento saltar.
—Estás loco, no haré eso—me di la vuelta y caminé hacia la puerta para seguir tocando.
Un rato después saltamos al mismo tiempo, pero no corrimos con suerte. Caímos en unos arbustos recién cortados. Rasguños y más rasguños. Qué dolor, por suerte no había quedado inválida.
Llegué a la cita corriendo a toda prisa, en el camino había comprado unas curitas. Me puse casi todas en los brazos y una en la mejilla. Sería total y completamente vergonzoso estar así hasta que se curaran. Sin embargo, Jared estaba mucho peor.
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Madre por elección. {2014}
ChickLitNora se muda de país para comenzar una nueva vida, sin saber que la sorpresa de encontrar una bebé frente en su puerta la cambiará por completo.