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Shinobu soñaba a menudo con él.
Sus sueños eran variados. La mayoría de las veces eran cosas sin sentido (como por lo general eran los sueños) en las que él aparecía. Otras veces se repetían los recuerdos de su niñez, o se mezclaban formaban otras historias. Pero, de vez en cuando, soñaba que se reencontraban, y estos siempre eran diferentes.
En una ocasión, soñó que regresaba a los días de marcharse. En otro sueño, se reencontraban siendo adultos: él era un terrateniente, como su padre, y tenía el estatus suficiente para cumplir su sueño de la infancia. Incluso llegó a soñar que en su reencuentro, él ya estaba casado, y llevaba una vida sencilla, o una ostentosa.
Fueron tantos escenarios... pero ninguno se le asemejaba a ese.
—¿G-Giyuu?
Odió la forma en que su voz salió ahogada y débil, como el murmuro de un bebé.
—Hola, Kochou.
Lo sintió tan frío, y tan distante, que sólo ese saludo fue suficiente para hacerla sentir peor que todos esos años que llevaba sin él. Esperaba cualquier cosa, menos que la llamara por su apellido, y de una manera tan frívola. Se arrepintió de haberlo llamado por su nombre.
—Que... ¿q-qué... ¿tú me secuestraste?
—De antenano, quiero pedirle perdón a ti y a tu familia por lo que estoy haciendo.
Tomioka hizo una reverencia ante ella, pegando su frente en el suelo, con las manos extendidas a lado y lado de su cabeza
—¡¿Pedir perdón?! —¿eso era lo que decía después de tanto tiempo? —¡Dame una maldita explicación a todo esto ahora mismo! ¡¿Por qué estoy aquí, y quién es esta gente?!
Giyuu se reincorporó. Sus ojos, que alguna vez le parecieron zafiros, ahora le parecían más bien dos trozos de hielo.
—Queríamos traerte a ti y a Kanae-san, pero contigo será suficiente.
—Eso no es lo que te pregunté.
—No quiero nada de ti. —odiaba la habilidad que había adquirido para lastimarla con sus palabras. —Quiero algo que tu padre me puede dar.
Oh, así que se trataba de eso.
—¿Vas a extorsionar a mi familia?
—Esa es una palabra muy fea.
—¡Pero lo harás! ¡¿No es así?!
El silencio fue la respuesta. Shinobu se cubrió la boca ahogando un sollozo. —Harás algo así, ¿después de ser parte de mi familia?