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Tomioka sabía que estaba jodido desde el momento en que la cargó sobre su hombro y la separó de Kanae. Desde entonces solamente había estado hundiéndose una y otra vez, cayendo cada vez más bajo, arruinando más las cosas, y metiendo más la pata.
Ya no era un niño, no tendría por qué entorpecerse con su presencia. De hecho, el Giyuu más joven se burlaría de él. En el pasado resultaba más fácil relacionarse con Shinobu, podía tomarle la mano sin cometer errores.
Cuando Shinobu estuvo en la habitación por primera vez, desmayada, fue el momento en que pudo detallarla bien desde que la había tomado. Ella era más bonita de lo que había imaginado. Se parecía un poco a su madre, pero el verdadero parecido estaba con su abuela paterna, a quien Giyuu llegó a conocer. Sus mejillas eran redondas, y tenían un rubor natural. Los labios eran pequeños y de textura suave, como podía recordarlos. Sabía que debajo de sus largas pestañas, estaban sus ojos violetas que alguna vez lo miraron con aprecio.
No pudo evitar sonreír de solo verla, y de saber que por fin la había encontrado. Luego de tantos años, por fin estaba de regreso con Shinobu. Quería poder decirle que había cumplido su promesa de volver¹, pero sabía que esa conversación probablemente nunca se iba a dar.
Pero además de su felicidad de verla, también lo invadió la vergüenza. La vergüenza más pesada y vil que podría sentir jamás. Por muchas cosas, incluyendo lo que le estaba haciendo. Por días estuvo preparándose para el momento en que tuviera que darle la cara, y decirle la verdad, todo lo que le había pasado, pero cuando la vio parada en la habitación, consciente por primera vez, fue incapaz de hacerlo.
Quería abrazarla, pedirle perdón, y expresarle lo que sentía de tenerla con él otra vez. Quería hacerlo, y decirle lo que significaba para él, pero se llenó de miedo. Miedo de todo, de que lo odiaría, y miedo por la vergüenza que sentía de lastimar a tal magnitud a los Kochou.²
Así que de sus labios sólo salió una petición brusca de que regresara al futón. Y cuando ella no lo hizo, volvió a repetir la orden. Era tan torpe que no anticipó la reacción que podría tener, y cuando Shinobu le advirtió que no la tocara, insinuando que podría hacerle daño, le dieron ganas simplemente de no existir. Debajo de su máscara algunas lágrimas se acumularon en sus ojos, pero hizo todo lo posible por controlarlas, y por suerte no salieron.
Urokodaki le había pedido que le explicara desde un inicio a Shinobu lo que había pasado con Tsutako, pero Giyuu se negó. No quería que Shinobu supiera lo sucedido con su hermana, porque no quería que ella se enterara que había sido un débil y estúpido incapaz de cuidar de Tsutako. No podría con tal cosa.
No le sorprendió la reacción de Shinobu. Había esperado esa bofetada por años, así que no fue difícil de evadir. Tampoco la otra, porque anticipaba que ella lo haría. Tomioka se lo merecía, él también se golpearía a sí mismo si estuviese en su lugar. Aunque Shinobu intentara mantener su sonrisa y aparentar compostura, él sabía que debajo de toda esa farsa, seguía siendo la misma chica testaruda de siempre.
