↷ ⋯ ♡ᵎ 𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖈𝖚𝖆𝖙𝖗𝖔

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Desde que era pequeña, a Shinobu le gustaba leer. Tamayo (o mejor conocida como la mejor institutriz que tuvo jamás) tenía conocimientos en la medicina, y desde que era muy joven, ella y Kanae se interesaron por esa parte de la ciencia. Aquella mujer les enseñó a preparar infusiones y medicina mediante plantas y otros elementos naturales.

Sin embargo, ellas no se detuvieron allí, y continuaron estudiando acerca del cuerpo humano. Sus padres no vieron nada de malo en que sus hijas se instruyeron de estos conocimientos, así que lo permitieron e incluso apoyaron.

En secreto, Shinobu había aprendido de Tamayo a crear venenos. Le enseñó sólo a ella, y no a Kanae, cuyo buen corazón se negaría a crear algo de ese estilo.

Pero ella no quería matar a aquel hombre, aunque fuera molesto.

Ahora que lo pensaba, era un hombre algo pequeño y delgado, Kanae hubiera podido defenderse de él si se esforzaba lo suficiente. Aún así, la noche anterior había mostrado sus habilidades con la katana, y de no ser por Sanemi, su hermana estaría allí pasando por lo mismo con ella. Su cabello negro y grueso le cubría parcialmente el rostro, y también tenía cubierta la mitad de su cara con vendas. Lo único que sí podía distinguir bien de él era que sus ojos eran de distinto color.

Ella preparó una mezcla para evitar la infección, y también le proporcionaron los materiales para coser la herida profunda en su pierna. No la perdería, pero no podría caminar por un buen tiempo. Ella sanó al hombre, pese a sus quejas y reclamos. No podía culparlo por desconfiar de ella, en especial si Shinobu se burlaba de él. Era su manera de aliviar la tensión.

Su instinto le decía que le había agradado al señor de la máscara. Aunque parecía serio, charló con ella todo el proceso, mientras que Giyuu se limitó a escucharlos conversar. Al principio su propósito era sacar ventaja de esta simpatía, pero terminó también sintiéndola por él. Por un anciano al que apenas conocía.

—Bien, hemos terminado contigo. —dijo. —No creo que haga falta que te lo diga, pero no sobreesfuerces tu pierna. Tuviste heridas internas, así que tendrás una recuperación progresiva. Te sugiero descansar al menos unos tres meses.

El tipo giró los ojos en otra dirección y le dijo un "gracias" a secas. Fue el señor quien le dio los verdaderos agradecimientos.

—Señorita Kochou, supongo que Giyuu ya le explicó el motivo por el que usted está aquí, y le pidió disculpas.

Sus ojos se deslizaron del anciano al hombre joven con una sonrisa tensa y de desagrado. —Lo hizo.

—Sé que él no es precisamente bueno con las palabras...

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