Después de un mes de regreso en su casa, las cosas para Shinobu comenzaban a reajustarse a su rutina anterior, o eso le gustaba creer. Eso era lo que se esmeraba por conseguir. Pero por sobre todo, apreciaba el esfuerzo de su familia por intentar hacerla sentir mejor.
Su hermana organizaba con bastante regularidad fiestas de té en los jardines con su vecina nueva, la esposa y reciente adquisición de el señor Motohiko, Mitsuri Motohiko. Su hermana se había vuelto muy buena amiga de Mitsuri, pero a ella todavía le costaba acercarse. Había algo en ella que simplemente le decía que estaba mal, que no era completamente sincera con la mayoría de cosas que decía y que se esforzaba de más en agradarle a las personas. Shinobu sabía que ella no le debía sinceridad pero era una barrera que le impedía perseguir una verdadera relación amistosa entre ambas. Lamentablemente no tenía las energías necesarias para intentarlo. Tal vez simplemente le disgustaba que tuviera tantos secretos porque le recordaba los suyos propios.
Su madre se encargaba de aprobar quién podía visitarla y quién no, la familia Shinazugawa era casi exclusivamente la afortunada; a excepción de una visita de tres días de su primo Hakuji y su esposa Koyuki, quienes regresaban de un viaje a su hogar. Su padre y Sanemi a menudo la buscaban para tener profundas conversaciones y darle atención, ninguna de las cuales tuvo éxito en sacarle alguna información relevante sobre lo que le pasó en la montaña.
Su casa se había convertido en una nueva prisión. Se sentía sofocada, con nauseas constantemente, irritada, pero no podía demostrar nada de eso. Ella quería salir corriendo, volar, porque su nueva prisión en cualquier momento comenzaría a derrumbarse y no deseaba estar allí cuando eso ocurriera. Comenzaba a sentir algunos malestares que atribuyó al encierro, como esas molestas nauseas que nunca conducían a nada y para las cuales no pidió medicina.
Solo después de un mes le permitieron ir al mercado. Sanemi y su hermana estaban con ella, el primero a su lado sin perderla de vista y con su katana lista para ser desenvainada en cualquier momento. Shinobu no pasó por alto las miradas que le daban las demás personas.
—Si pudiera impedir que lo hicieran, lo haría.
Shinobu sonrió ante los esfuerzos de Sanemi. —Son cosas que no necesitas expresar para yo saber que así sería. Cuando me contaste acerca de... los chismes sobre ti...
—Cosa que trato de olvidar.
—Es peor vivir sabiendo que esos rumores son ciertos, Sanemi. —dijo para animarlo. —De lo contrario, sólo eres alguien caminando en la calle mientras otros hablan mentiras que creyeron sobre ti.
Sanemi sonrió a la chica. —Suenas como tu madre.
Ella hizo una reverencia de broma. —Desde que aprendí a hablar, gracias.
—No son las mentiras lo que me preocupa, Shinobu. Sino las raspaduras que generan.
—¿Te preocupa que nadie quiera casarse con nosotras? —Shinobu se encogió de hombros e hizo un puchero. —¿A quién le importa? Así Kanae podrá casarse contigo y yo podré quedarme solterona.
Sanemi siguió balbuceando sobre lo perjudicial que era eso, pero ella solo podía pensar en que si todos creían que estaba arruinada, entonces no tendría que forzarse a fingir darle a alguien los sentimientos que ya eran de Giyuu.
Cerca de ella se encontraba un puesto de mochis, y como nunca antes en su vida, sintió las insanas ganas de comer mochi, al punto que su boca se llenó de saliva por el antojo. Mientras estaban en el puesto comprando los bocadillos para ellos y Kanae, una cantarina voz familiar se alzó entre la multitud.
—¡Shinobu-chan, Shinobu-chan!
—Ay, no puede ser... —murmuró. Se giró para encontrarse con la mujer de tetas gigantes corriendo hacia ella. —Hola, Mitsuri-chan.
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⇉ [ 🌕 ; ❛ 𝑩𝒂𝒋𝒐 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒏𝒂 ❜ ↷
Fanfic╭──────✦『˗ˏˋ 𝗜𝗺𝗽𝗼𝗿𝘁𝗮𝗻𝘁𝗲 ˎˊ˗』 │𝙲𝚘𝚗𝚝𝚒𝚗𝚞𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚍𝚎 "𝚂𝚞 𝚛𝚎𝚌𝚞𝚎𝚛𝚍𝚘". 𝙽𝚘 │𝚎𝚜 𝚘𝚋𝚕𝚒𝚐𝚊𝚌𝚒𝚘́𝚗 𝚕𝚎𝚎𝚛 𝚊𝚕𝚐𝚞𝚗𝚊 𝚙𝚊𝚛𝚊 │ 𝚎𝚗𝚝𝚎𝚗𝚍𝚎𝚛 𝚕𝚊 𝚘𝚝𝚛𝚊. ╰─────────────────── Shinobu Kochou es la hija adora...