↷ ⋯ ♡ᵎ𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖉𝖎𝖊𝖈𝖎𝖘𝖊́𝖎𝖘

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Giyuu nunca había aguantado tanta hambre como hasta ahora.

Cuando era mucho más pequeño, antes de llegar a la casa de los Kochou, él y su hermana pasaban por ciertas dificultades, pero ninguna una tan grande como para no probar bocado en días. Ahora se encontraba en una situación completamente distinta, de vida o muerte.

Hacía una semana había escapado del hogar de los Oshiro. Había llorado por Tsutako todo ese tiempo, sintiéndose un completo imbécil e inútil por no haber ayudado a su hermana. Pero ya ni siqueira tenía lágrimas que derramar, porque su estómago protestante no le dejaba pensar en otra cosa.

Desde que había escapado, no había recibido propiamente una comida, pero al menos había logrado llevarse algo al estómago. Pero desde hacía dos días que no comía nada, y su cuerpo estaba haciéndole saber eso. Además, se enfrentaba a un problema mayor que le impedía salir de esta situación: no tenía dinero.

Aunque, en realidad, sí tenía una solución. Tenía una posesión que podía cambiar por dinero, con el cual comprar algo de comida y salvar su miserable vida por unos días más al menos. Por eso el niño se encontraba parado junto a un puesto de joyas en el mercado. Veía al comerciante negociar con los clientes, quienes compraban y a la vez le vendían, con tanta facilidad, para ellos hacer esa sencilla a actividad no era nada, pero para él era todo un reto, una decisión que tomar. Llevaba ahí varios minutos, apretando su única posesión en el puño de su mano. Era un amuleto. La cuerda sobre la que colgaba ma joya era de un cuero muy delgado y fino, mientras que una pieza de jade de unos tres centímetros de diámetro. Era un círculo bien pulido, con un agujero en el centro por el que pasaba la cuerda, y a los lados era rodeado por unos detalles de plata.

No quería perderlo. Era un regalo que Shinobu le había dado en su último cumpleaños que pasó con ella. Si perdía ese amuleto, sería como perder a Shinobu por segunda vez.  Era lo único que le quedaba de ella, lo único a lo que podía aferrarse de su antigua vida con la esperanza de algún día poder recuperarla.

Su estómago volvió a rugir.

También era lo único de valor real que llevaba. Era lo único que podría salvarlo de morir de hambre. En teoría, Shinobu lo estaría salvando. Tal vez ella no se molestaría si lo empleara para salvar su pellejo. Mientras pensaba, el vendedor seguía trabajando, la gente seguía yendo y viniendo, ignorando al niño en su duelo.

⇉ [ 🌕 ; ❛ 𝑩𝒂𝒋𝒐 𝒍𝒂 𝒍𝒖𝒏𝒂 ❜ ↷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora