Capítulo 24: Una confesión tardía

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El grupo, formado por los cadetes de la promoción número ciento cuatro, caminó en silencio tras el Capitán de Escuadrón. Organizó las guardias de los soldados y observó de lejos como Mikasa Ackerman trataba de calmar a Armin Arlet que estaba apoyado al borde del canal vomitando sin parar; no iba a culpar al muchacho de ojos azul cielo y melena rubia, matar a una persona a sangre fría aún para salvar a un amigo, no era un paseo de buen gusto para nadie. Una vez repartidos los turnos de guardia a los muchachos, el capitán se excusó para ir a lavar su camisa al río; no podría moverse por la ciudad completamente ensangrentado. Caminó a paso rápido y bajó las escaleras blancas que se adentraban en el agua del canal, se sentó en la más cercana al agua y se lavó la cara y el pelo ensangrentado con cuidado. Por suerte, la herida había dejado de sangrar y parecía menos grave de lo que había pensado en un inicio. Se sacó la camiseta blanca por encima de la cabeza con cuidado, y la apoyó sobre los escalones bastante poco limpios. De la mochila marrón, sacó otra del mismo aspecto aunque un poco más oscura, siendo gris en vez de blanca, y cubrió su torso desnudo con rapidez. Tomó la prenda manchada y mojándola un poco frotó con la pastilla de jabón que llevaba en el equipaje. Restregó sin parar hasta que la mancha pareció haberse ido, mientras pensaba en la seguridad dudosa de Historia y Eren, unos pasos seguros pero silenciosos lo sobresaltaron y el joven capitán se incorporó de golpe con la camiseta mojada todavía entre sus manos. La figura alta y fuerte de la cadete Mikasa Ackerman estaba frente a él con materiales de cura, su voz salió suave y tranquila de entre sus labios rectos y rosados.

- Lo siento señor, no pretendía importunarle. Pero he terminado de revisar al resto y solo me queda por curar su brecha.— Los ojos inexpresivos y oscuros de la mujer se clavaron en la frente todavía magullada del capitán, que suspiró aliviado al ver que era ella.—

- Da igual.—contestó serio mientras sacudía un poco la camisa ahora limpia entre sus manos y comenzaba a subir algunos escalones por delante de la chica. Paró cuando hubo escalado un total de seis para que estuvieran más o menos a la misma altura.—

El Capitán la miró en silencio, con su expresión seria y taciturna, aunque agradeció profundamente que le curara el corte de la frente. La chica acercó el algodón empapado en alcohol y lo presionó contra la piel pálida del soldado más fuerte del mundo que no pudo evitar un gesto de desagrado ante el escozor que le produjo; pero no se quejó. Después de limpiar la herida puso una pequeñas tiras alargadas que juntarían la carne malherida y dejarían que cicatrizase sola.

- Gracias, Ackerman. —dijo Levi Heichou dándose la vuelta mientras tomaba sus pertenencias y caminaba escaleras arriba para salir del canal.—

- Capitán Levi.— La voz de la mujer lo llamó dubitativa por primera vez desde que la conocía; ser la mejor soldado de su promoción le había dado siempre la suficiente confianza para hablarle directamente sin titubeos al contrario que la mayoría de sus compañeros de regimiento, hasta aquel momento.— ¿Puedo hacerle una pregunta personal?

El hombre suspiró tenso, y dejó la camisa colgada entre dos postes de madera que había junto a la entrada de la nave industrial en la que se refugiaban. Miró a la chica de ojos rasgados, cabello negro y porte elegante y fuerte, de reojo observó a Springer y Browse que estaban custodiando una puerta cada uno no muy lejos de allí, aunque si lo suficiente como para no escuchar la conversación entre ambos. Pasó suavemente sus dedos por el puente de su nariz y lo apretó suavemente unos segundos antes de volver a mirar a la chica sin duda; sus ojos fríos y oscuros se clavaron en el rostro níveo de la mujer más alta que él que estaba en frente expectante por su respuesta.

- Ya has hecho una, adelante, ¿Qué quieres?—dijo él soldado más fuerte de la humanidad entre el hartazgo habitual de su mirada y la preocupación por que la cadete medio hermana del novato de ojos verdes nunca le había dirigido más de dos palabras seguidas que no fueran "sí señor, a la orden señor".—

El verdadero corazón de la libertad (SNK fanfiction - Riren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora