Capítulo 30: El don de la oportunidad.

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El galope constante de los caballos llevó inequívocamente al recién recuperado Escuadrón de Operaciones Espaciales a encontrarse con su máximo responsable, el Comandante Erwin Smith. La silueta imponente de anchos hombros y ataviada con el uniforme del cuerpo de Exploración apareció suavemente iluminada bajo la antorcha que el Suboficial Berner portaba a la cabeza del grupo recién reunido; la mirada seria y taciturna del joven capitán observó en silencio a su superior y amigo durante unos instantes, en los labios del hombre rubio y de espesas cejas se dibujó una pequeña sonrisa al comprobar con sus propios ojos que Levi Heichou seguía vivo y a su servicio.

- Erwin.— La voz seria y taciturna del joven pelinegro salió de entre sus labios para empujar al máximo dirigente fuera de los pensamientos que lo ocuparan en aquel momento.—

- ¿Estáis todos bien?— La voz autoritaria y ligeramente menos siniestra que la del joven capitán tranquilizó a los soldados a su alrededor; mientras los ojos azules y rotundos del comandante revisaban de nuevo las caras de sus soldados, que aunque fatigados parecían estar sanos y salvos.—

- Solo Hange está herida.— informó de vuelta el soldado más fuerte de la humanidad mientras el caballo negro que montaba se agitaba un poco sobre sus patas levantando ligeramente las delanteras.—

- Parece que no es nada grave.—sentenció con una pequeña sonrisa cuando Hange lo saludó tumbada desde su postura de manera amistosa y volvió a dirigirse al conjunto general de los soldados.— Habéis hecho un buen trabajo.—

- Tengo mucho que contarte, Erwin. Pero antes...—dijo el pelinegro tratando de agilizar aquellas formalidades que les estaban haciendo desviarse del problema real y más urgente que aquel momento.—

- ¿Ese titán?—inquirió el de mayor rango interrogativo mientras le mantenía la mirada a aquellos dos topacios punzantes y amenazantes que lo miraba desde abajo.—

- Es Rod Reiss.—respondió el más joven de los oficiales de mayor rango sin virar ni un poco su postura sobre la silla de montar.— Necesitamos escuchar tu opinión, Comandante.—

Erwin Smith se quedó callado unos segundos que a los soldados les parecieron milenios, miró atentamente a cada uno de sus subordinados analizando de manera precisa cada expresión, mancha y arruga de preocupación de sus caras. El ceño fruncido del soldado más fuerte del mundo se cerró más en torno a sus pequeños y punzantes ojos puesto que estaba empezando a perder la paciencia; la solemnidad del momento no les iba a ayudar a parar a la monstruosidad en la que se había convertido el cabeza de familia de los Reiss.

- Para empezar ahora no tenemos tiempo para charlar.—contestó el comandante para el alivio inmediato del joven oficial frente a él, viró con elegancia sobre su corcel tordo y ágil y continuó dando la orden necesaria que todos esperaban escuchar.— ¡Volvemos al muro Shina!—

- ¿Vas a permitir que esa mole llegue hasta el muro?— interrogó duramente el capitán del Escuadrón de Operaciones Especiales siendo realmente muy crítico con el hecho de volver a usar una ciudad de cebo.—

- Solo hasta el distrito de Orvud.—dijo el comandante muy serio mirándole por encima de su capa verde mirándole un poco por encima del hombro.— Seguramente esa cosa se dirige hacia allí, al menos por la trayectoria y velocidad que lleva.—

Tras aquella enérgica orden todos formaron rodeando al carro y avanzaron hacia Orvud siguiendo todo lo cerca que les permitió el vapor del titán a la mastodóntica figura. Su cuerpo medía cerca de ciento veinte metros y estaba muy poco proporcionado; unas piernas y brazos enclenques que no podían levantar ni sostener en marcha el cuerpo mastodóntico de la bestia a la que intentaban parar. Se arrastraba sobre su vientre y cara; e ignoraba a las pequeñas expediciones de Exploradores a su alrededor como si fuera un titán anormal. Levi Heichou cabalgaba junto al carro, precedido por Mobblit y Jean, y, cerrando la formación con Connie y Shahsha mientras el resto de integrantes del Escuadrón de Operaciones especiales estaba sobre el carro que Armin Arlet conducía. Mientras avanzaban, Eren e Historia trataron de poner al corriente a Hange, que aún herida y tumbada sobre su espalda no había perdido el conocimiento por el dolor y necesitaba saberlo todo.

El verdadero corazón de la libertad (SNK fanfiction - Riren)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora