El verdadero corazón de la libertad (SNK fanfiction - Riren)

Capítulo 8: Juramento de lealtad

Los pasos del capitán resonaban decididos en el pasillo inmenso que llevaba a la sala de reuniones, seguido muy de cerca por el novato que apenas podía seguirle el ritmo por la debilidad que le provocaba transformarse en titán. Levi Heichou abrió la pesada puerta de madera sin dificultades, y entró a la sala seguro de sí mismo, con el novato pisándole los talones que tras cerrar la puerta con cuidado se quedó en la entrada un poco parado y algo cabizbajo.

La sala estaba flanqueada por columnas grises y gastadas por el paso del tiempo, sobre cada una de ellas pendían una antorcha fulgurante; las sombras curiosas que producían las llamas se extendían por toda la extensión de la habitación; aunque solamente se podía ver de manera clara e inequívoca la mesa de madera alargada en torno a la que se congregaban todos los miembros del Escuadrón de Operaciones Especiales.

- Os habéis tomado vuestro tiempo.—Comentó el capitán en un tono un tanto agresivo mientras rodeaba la mesa con un paso calmado y taciturno.—

- No tanto como crees, todo ha ido muy rápido; lo difícil será explicárselo a los jefes.—Hange Zoe estiró la mano sobre la mesa, en ella portaba un pañuelo blanco y Levi rezó para sus adentros pidiendo que por favor no fuera otro diente del chico. La mujer dejó caer el pañuelo ante la atenta mirada del resto de soldados y desdoblándolo descubrió una cuchara de té corriente bajo la mirada atenta de todos los presentes.—Echa un vistazo a esto.—

- ¿Es una cuchara?—Preguntó Eren confuso en un susurro mientras dudaba si acercarse del todo a la mesa o no. Acabó por colocarse frente a la cabecera de la mesa en silencio.—

- Si—La voz calmada de Hange, como el de una profesora comprensiva se extendió por la sala, mientras sujetaba la pieza de menaje en su mano a la altura de su cara.— La sostenía la mano derecha que Eren creó de la nada, de esta manera entre el dedo pulgar y el índice. Me cuesta demasiado creer que fuera mera casualidad y... por algún motivo, la cucharilla no se deformó con la presión o el calor. ¿Se os ocurre alguna razón?—

- Yo... yo solo quería recogerla.—Contestó Eren con un suspiro cansado, su voz parecía haberse calmado y ni rastro quedaban de sus ojos llorosos; las esmeraldas oscuras de los mismos se enmarcaban bajo sus cejas levemente fruncidas mientras se dirigía a Hange.—Entonces fue cuando comenzó la transformación...

- Entiendo...-Replicó la mujer pensativa mientras observaba cuidadosamente la cuchara entre sus dedos mientras el brillo de la misma se reflejaba en sus gafas de campaña.—Eso explica por qué no te transformaste en el pozo. Matar a los titanes, bloquear una bala de cañón, levantar una roca; en todos esos casos tenías un objetivo claro antes de transformarte. Mi teoría es que una herida auto infligida no es el único detonante, parece ser que también necesitas tener un objetivo en mente.

- Es verdad.— Eren miró sus manos aún doloridas aunque casi sanas con una mirada más clarividente que unos minutos atrás.—Esta vez la transformación ha sido parecida a cuando bloqueé la bala de cañón, pero... ¿Por qué transformarme para recoger una cuchara? ¿Qué significa eso?

Durante unos minutos se hizo el silencio en la sala, como para dejar que las palabras de la científica calaran y dejaran poso en la mente de los presentes. El capitán, callado y taciturno seguía de pie a la izquierda de la Major, observando atentamente las reacciones de sus subordinados antes las conclusiones de la científica. Sus ojos se pasaron por encima del chico, ahora miraba sus manos confuso, pero parecía aliviado sabiendo que Hange apoyaba toda la confusión sobre su poder; no lo controlaba y por tanto no había tratado de atacar a nadie con premeditación y alevosía durante el incidente de la cucharilla de té.

-Entonces... ¿No te transformaste deliberadamente sin tener autorización?—La voz escueta pero amable de Gunther rompió aquel momento de comunión con la verdad científica sin dar previo aviso.—