Advertencia: smut yaoi muy explícito (+18), se marca el inicio con un dobles espacio (por si alguien quiere saltarle este tipo de contenido)
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Unos pasos harto conocidos inundaron el pasillo del patio porticado en el que Eren, Connie, Armin, Jean y Mikasa discutían sobre los último acontecimientos ocurridos en la expedición de la que acababan de regresar todos vivos y sanos. La figura menuda pero fuerte del Capitán Levi pasó entre medias de los cadetes sin dirigirles la mirada, Eren iba a salir tras él y acorralarlo contra la próxima esquina del pasillo, donde el resto no pudieran verles. Deseaba rozar aquellos labios tanto extrañados con los suyos y que las manos fuertes y pequeñas de Levi Heichou le recodaran que había vuelto sano y salvo cumpliendo su última orden. Y entonces lo vio, el fuego rabioso en su mirada oscura y fría, y no se atrevió a acercarse a él, ni a seguirlo. Los pasos desaparecieron como un eco borroso cuando la figura del capitán se perdió al girar el pasillo dejando atrás al chico confuso de ojos verdes sin entender o saber que hacer a continuación.
El pomo de metal frío de la puerta de su despacho calmó un poco sus pensamientos tortuosos, respiró hondo y abrió la puerta dejando que la luz que entraba por su ventana lo recibiese con dulzura. Respiró hondo de nuevo, y se dejó caer sobre la silla frente a su escritorio pesadamente, paseó sus ojos por la cantidad inmensa de papeleo que acarreaba escribir el informe de traslado del Pastor Nick y de la misión, empujó los pensamientos sobre los titanes a los que había eliminado fuera de su cabeza mientras la invadía con las hojas amarillentas. Habían pasado unas cuantas horas, y había estado tan concentrado en retener sus pensamientos que se había hecho de noche, un golpeteo insistente e irreverente se escuchó al otro lado de su puerta y antes de que pudiera gritar alguna amenaza seria de muerte por haberle interrumpido la figura histriónica de Hange Zoe abrió la puerta apareciendo ante sus ojos.
- ¿Qué narices quieres, cuatro ojos?—te espetó directamente tratando con todas sus fuerzas de no sacarla de su cuarto a patadas.—
- Estaba aburrida de hacer papeleo, y nadie te ha visto desde esta mañana. Estaba preocupada por ti, enano gruñón.—Dijo ella ignorándole mientras se sentaba en la silla frente a la mesa del capitán, de debajo de su chaqueta sacó una botella de cristal que contenía un líquido marrón oscuro y dos vasos viejos.— Cuando te alistaste y volvíamos vivos de una misión solíamos pasarlo mejor, ¿Qué te ha pasado?—
- ¿Qué me ascendieron y dejé de tener que hacer tus papeles cuando estabas de resaca para hacer también los míos?—Contestó irónicamente el capitán ante la mirada desinteresada de Hange que ya había llenado los dos vasos de whisky sin preguntar.—
- Sigues teniendo el mismo humor de mierda de entonces.—Le espetó la mujer mientras apoyaba la botella sobre la mesa haciendo hueco entre los papeles desordenándolos sin cuidado.—
- No se por qué será, por que curiosamente tu eres el único punto en común—dijo Levi Heichou después de respirar hondo al ver el desorden de su mesa y la marca del vaso sobre la madera, tomó el suyo y le dio un sorbito. Después miró a la mujer y con una expresión de hartazgo infinito le instó conciso.— Está bien, pero después de la primera copa te irás y me dejarás seguir trabajando, y no vuelvas a tocar mis papeles con esas manos sucias si quieres conservarlas mañana por la mañana.—
- Trato hecho.—Dijo de vuelta Hange. Tras eso se bebió todo el contenido de su vaso de golpe y lo rellenó de nuevo ante la mirada atónita y resignada del hombre más menudo.— Técnicamente no has especificado que primera copa, así que mientras tu acabas con esa yo puedo beberme la botella.—
- Cuando Mobblit dijo que te habías recuperado asombrosamente rápido no me imaginaba que era porque te has estado embalsamando en alcohol desde que volviste, chiflada.—Comentó en un murmullo socarrón el hombre del pelo negro como la noche mientras daba otro sorbo a su vaso.—
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El verdadero corazón de la libertad (SNK fanfiction - Riren)
Roman d'amour"¡Y volvería a hacerlo por qué no pienso perder a nadie más bajo mi mando! !Y por encima de mi puto cadáver pienso perderte a tí, estúpido novato ególatra!" La libertad tiene un precio y un nombre, pero sobre todo tiene un corazón. . . . . . . . . ...