Nineteen For All

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Mis ojos se abren de golpe y exhalo con fuerza, posteriormente tosiendo con los ojos aguados. Aún estando exhaltada miro a mi alrededor, comprobando que no hay nadie a mi alrededor y que el ataque ha debido durar realmente poco.

Un dolor punzante atraviesa mi cráneo, la sangre bombea rápidamente en mi pecho y el color azul que tiñe mi visión se convierte lentamente en formas reales a mi alrededor. Me siento en uno de los bancos, sujetando la parte posterior de mi cráneo, y retirándo mi mano al notar que, efectivamente, estoy sangrando.

Instintivamente mis ojos se clavan en la mancha roja que ha dejado mi cabeza sobre la baldosa, y después el rastro rojo sangre que desaparece por la esquina de las duchas.

El dolor de cabeza que sentí es debido a eso, estoy más que segura.

El único sonido en la estancia se compone por mi respiración, cada vez menos trabajosa, y los latidos de mi propio corazón, que logro oír y sentir sobre mis orejas plisadas.

No puedo negar que el miedo que sentí hace un momento, dios. Es como si la realidad me abofeteara para recordarme que la muerte es algo que creemos lejano, y aún así, puede sorprendernos en el momento menos esperado.

Aún que sea consciente de que no puedo morir de un ataque, como debo tomarme el estar sangrando del cráneo.

Con las lágrimas aguadas y aglomerándose en mis ojos, me dedico a limpiar con papel de baño el rastro de sangre que me lleva hasta el rincón de las duchas. Hace un momento estaba ahí mismo, golpeando mi cráneo contra la blanca valdosa, y eso se ve reflejado claramente. Las gotas de sangre salpicadas sobre la blancura de las duchas desentona en su correcta y aseada harmonía. Suspiro envolviéndo el papel en la palma de mi mano y dedicandome a limpiar el "estropicio".

Los latidos en mi pecho se convierten en una presión que asola también mis pulmones y estómago. Reconozco la sensación de querer llorar, más aún al estar acostumbrada a dejar salir mis sentimientos cuando me siento al límite.

La puerta del vestuario de chicas se abre de golpe y salto en mi lugar asustada, sin emitir sonido alguno.

—¡Oe, te estamos esparando! ¿Dónde te metiste, _____? —Presiono los labios juntos, apresurandome a limpiar la sangre.

Me maldigo al no haber limpiado correctamente el rastro de la sangre en el suelo, se suponía que usaría una fregona al terminar de limpiar todo lo que pudiese a mano.

Oigo sus pasos, haciéndome a la idea de que ha encontrado los restos de sangre cuando paran abruptamente.

—¡E-estoy aquí! —Aviso rápidamente. —M-me golpeé, estoy bien.

Sus pasos se apresuran a las duchas, meintras meto el papel ensangretado en la bolsa de plastico en la que he estado depositando la basura.

—¿Que pasó? —Pregunta justo antes de aparecer frente a mí en su traje de héroe.

Tenso mi mandíbula desviando la mirada, limpiando mis lágrimas y anudando la bolsa de plástico. Cuando me incorporo siento un leve mareo, pero me mantengo perfectamente en pie.

—Quedé... —Me planteo decirle la verdad, mintiéndole y argumentando que era por no preocuparlo más adelante, pero no sería justo. —Quedé inconsciente unos minutos, o segundos. —Juego con mis dedos, aguardando su reacción.

Pero se queda en blanco durante unos largos segundos. Entonces su ceño se frunce, mostrandome su preocupación con genuidad. Enseguida me apresuro a tratar de explicar los sucesos, pero mis palabras se atoran en mi garganta.

—¿Dónde te golpeaste? —Exige saber, apresurandose a mi persona.

—Me golpeé la cabeza, pero estoy bien. —Aclaro cerrando los ojos cuando su mano se levanta unos centímetros hasta posarse en mi mejilla izquierda. Sus dedos acunan mi clavícula, orientándola en su dirección para escudriñar más allá de mi cuero cabelludo. —E-enserio lo estoy, sólo me duele un poco la cabeza. —Explico tragando duro cuando su mano se entierra entre mis hebras y masajea mi cráneo.

Block Up, Block Out; Sexy BoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora