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Sentí que no dormí ni siquiera por cinco minutos. Volví a abrir mis ojos y el cuarto estaba tal y como lo había encontrado. Bonnie seguía acostado sobre mí, parecía que él sí estaba recuperando horas de sueño perdidas durante varios días. Un ruido lejano llamó mi atención y me impidió volver a cerrar mis ojos, y venía del mismo ducto por el que yo llegué. Es normal que no me interese por aquellas pequeñas cosas que no interrumpen nada de mi rutina diaria, solo las dejo ser y eventualmente desaparecerán. Este no era mi restaurante, pero deduje que se trataba de alguna persona que quiso seguir el camino que tomó ese extraño que arrancó la tapa de la alcantarilla, o sea, yo. Tal vez algún día arreglen todo el desastre que hice para llegar aquí, quién sabe.

   El ruido se hizo un poco más intenso, ahora sabía que alguien se había metido al ducto de ventilación y estaba haciendo todo el recorrido que yo hice. Me puse algo nervioso de que un humano fuera el que llegara y nos viera a mí y a Bonnie aquí, así que traté de levantarme un poco y colocarme en un lugar donde pudiera ver la entrada del ducto, pero de forma que yo esté oculto de este sujeto. El ruido se intensificó, aunque eso no fue suficiente para que Bonnie despertara. Lo miré a él, pero entonces miré de vuelta al ducto. De pronto pude ver una figura blanca con ropa roja. Se estaba arrastrando por aquí hasta que cayó al suelo. ¡No es posible! Salí de mi escondite y me acerqué.

   —¿Mangle? —pregunté mientras trataba de levantarse—, ¿eres tú?

   En cuanto me escuchó levantó la mirada, así como una sonrisa grande apareció en su rostro. Vino a abrazarme tan rápido como me vio.

   —¡Freddy! ¡No puedo creer que lo hayas logrado! —Su voz era firme como cualquier otro día.

   Me sentí tan extrañado que no pude regresar el abrazo, mi mente se perdió en un mundo inmenso de preguntas, pero la principal era: ¿cómo mierda llegó aquí? Dejó de abrazarme para mirarme de frente.

   —Supongo que no sabías que las alcantarillas dan directo hacia el lago de orina —rió un poco, así como analizó mi ropa—. ¿Estás bien? ¿Estás lastimado? ¿Cómo fue que lograste…?

   —¡Mangle! —La detuve—, ¿¡cómo es que estás aquí!?

   Mi volumen de voz era bajo, pues no quería despertar a Bonnie; ya no puede escuchar, pero aún tenía la sensación de que lo hacía.

   —Oh… —Terminé con su momento de felicidad—. Bueno… debo admitir que me sentí muy mal el día que ese sujeto te abandonó. En realidad yo sabía que algo iba a salir mal cuando nos desviamos en Winnipeg; debíamos seguir por la misma carretera. Intenté salir del camión para que juntos acabáramos con él y nos fuéramos por nuestra cuenta, pero tenía que pensar también en el Cupcake, ya que él no estaba enterado de que todo esto fue una trampa. El tiempo me comió viva, así que solo pensé en gritarte y que reaccionaras para que regresaras cuanto antes, pero no funcionó. ¡Fui una idiota!

   —Mangle… —Puse mi mano en su hombro frío.

   —Como sea… —dijo después de mirar mi hombro y volver a mirar hacia abajo—. Condujimos todo el camino de vuelta a Winnipeg, estaba segura de que íbamos a regresar a Mont-Tremblant. Ese sujeto parecía estar hablando con alguien, aunque eso sonaba más a que estaba hablando solo.

   »—Ahora que ya no está ese estorbo podemos comenzar con el plan —dijo mientras nos dirigíamos a la carretera—, Golden, responde.

   »Creo que el nombre del sujeto con quien hablaba era Golden, aunque no puedo asegurar nada, mis oídos estaban tapados de tanto viaje. Le pedí al Cupcake que saliera por la puerta de escape en el techo del área de carga y tratara de escuchar algo, pero era demasiado riesgoso para él por ser tan pequeño.

La margarita IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora