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Hace algunos días que Mangle reaccionó de esa forma al ver a Bonnie. No me he molestado en acercarme a ella y preguntarle de lo sucedido. Durante estos días nos ha querido convencer a ambos que no tiene nada, como si el momento en el que Bonnie despertara no hubiera significado nada para ella. Yo no le creo, pero tampoco quise forzarla a decirme la verdad, tengo una idea muy vaga de lo que puede estar afligiéndola, pero solo ella puede confirmarlo, ya que Bonnie tampoco puede recordar nada de lo poco que ella ha querido hablar.

   Hoy Bonnie quiso ir al área de cena para tomar algunas mantas del cuarto de objetos perdidos, los cuales lucen más bien como antigüedades de un museo que cosas que alguien va a encontrar en algún momento. No vi ningún problema en que fuera a buscar algo para dormir, y tampoco Mangle. Hablando de ella… fue al cuarto de partes y servicios para construir cosas para nuestra comodidad en este lugar; dijo que podría crear una base de metal para que Bonnie y yo podamos dormir en una cama juntos. Cuando se trata de Bonnie no puedo decir que no, aunque tampoco me ha gustado la idea de aceptar favores de los demás sin que yo pueda dar algo a cambio. Hoy ese no era el caso, pues estaba dispuesto a ir con ella y dejar que me contara sus penurias acerca de ella y Bruno.

   Salí del breaker room (ahora sé que lo llaman así) y fui directo a buscar a Mangle. Todavía no vi a Bonnie alrededor, es posible que se esté entreteniendo con la basura que olvidan. Cuando abrí la puerta la encontré enrollando algunos cables delgados alrededor de otro más grueso; eran de color rojo y amarillo. Me acerqué, pero no se giró para verme.

   —Hola —dije un poco inseguro.

   —¡Hola, Freddy! —. Giró su cabeza a mí, después se volvió a los cables—. Perdona que no haya ido con Bonnie a ayudarlo a encontrar mantas para ustedes, quería asegurarme de que esta máquina dejara de trabarse todo el tiempo; ahora ya debería de funcionar, solo que me gusta mucho enrollar los cables así —. Noté que le costaba trabajo mantener su buen humor.

   Desde aquel día no parece ser esa chica con actitud sólida que conocí, sino que ahora está quebrada por dentro sin permitirle a nadie el paso para reparar el daño. ¿Por qué? No creo que se haya enfocado a esconderme secretos de su pasado, ya que en Mont-Tremblant siempre me contó todas las cosas que la caracterizaban: sus gustos, sus sueños, sus pequeños proyectos, etc. Aún no olvido la razón por la que quiso ahorrar el dinero que me dio para hacer stripping. Era la hora de regresar el favor.

   —Oye, ¿crees que podamos hablar un momento? Tú sabes, a solas —. Tomé su hombro. Esta vez reafirmé mi voz.

   Ya no le sonrió a esos cables, en cambio pareció haber perdido su atención y se concentró, ahora sí, en hablar conmigo.

   —Está bien —. Entonces salió del cuarto. Entendí que debía de seguirla.

   Se sentó en la orilla del escenario donde solía estar FunTime Foxy trabajando. Llegué a sentarme a su lado. No le dije nada, debo admitir que quería que ella fuera la primera en hablar; no sabía cómo iniciar una conversación delicada para alguien, así que mi idea fue dejarla pensar y procesar. Minutos después habló mirando al suelo.

   —Me encantaría contarte todo por lo que pasé, Freddy, de todo por lo que tuve que pasar antes de conocerte a ti y al Cupcake. Quisiera poder decirte todo lo que viví antes de que si quiera sintiera que mi piel era metálica y brillante como lubricada —. Me miró—. No puedo.

   Me quedé callado, aunque no pude evitar fruncir el ceño.

   —No puedo, Freddy, en serio quisiera contarte todo, pero es algo tan doloroso para mí que no podría recuperarme tan fácilmente, ni siquiera aunque me programara a mí misma para olvidar ese recuerdo; mi sistema superdotado no me deja olvidar aquellos recuerdos que marcaron mi vida. Tuve que aprender a lidiar con ese recuerdo para que dejara de perturbar mi trabajo y mi sanidad —. Rió un poco—. Nunca logré convencerme, traté de mentirme a mí misma pero fallé como siempre. Tengo que confesar que, antes de que me metiera al área de carga de ese camión, le prometí a Bruno que lo encontraría, que yo sí sería capaz de reconocerlo y decirle todo lo que no pude.

La margarita IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora