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   —Asi es, Goldi. —Me di la vuelta y caminé a lo largo de la alcantarilla—. ¿Recuerdas aquellos días cuando Matías se desvelaba y pasaba horas encerrado en su cuarto, sólo tratando de pensar en el animatrónico perfecto? ¿Recuerdas lo feliz que estaba cuando había logrado crear su primer animatrónico después de haberse graduado de la universidad? Ese bueno para nada logró tantas cosas cuando aún no perdía por completo su sanidad. ¿Me creerás que hasta un día llegué a pensar que era un ingeniero estupendo? Aunque las personas no lo conocían con sólo escuchar su nombre a donde quiera que él iba llevaba nuevas sonrisas. Ese idiota pudo haber resaltado como círculo entre cubos inútiles, pero decidió llenarse de mala fama y dejarse guiar por su instinto salvaje natural.

   —¿Y? —preguntó.

   —Pues yo diría que me hizo un gran favor al crear este pequeño control —dije, así como mostré el único botón rojo del control remoto rectangular.

   —¿De dónde sacaste eso? —dijo tan suave como si quisiese no despertarme.

   —Lo conseguí aquel día que se presentaron en Fazbear Friends; cuando la gente se comenzó a alocar y a aventarle mierda a Matías yo fui detrás del stage en búsqueda de algo para acabar con él; era cierto, quería hacerlo pagar ahí mismo. Investigué dentro de su casillero gris y encontré un control que había visto algún día cuando Raquel trabajaba en mí. ¿Sabes exactamente para qué es, no, Golden?

   —No lo vas a hacer, ¿o sí?

   —Eso depende —comencé a reírme—, ¿estás realmente dispuesto a obedecerme para que mantengas tu pelaje aún brillante? —Entonces me incliné hacia él y sacudí el control enfrente de su cara.

   Golden estaba completamente aterrado. A pesar de que nuestras vidas están de la mierda le asustaba el hecho de que podía ser apagado para siempre. Bueno, no lo culpo, este código de cancelación es de los más obsoletos que se hicieron en esa fábrica; hoy en día ellos tienen métodos más aburridos que no involucran un gran choque eléctrico lleno de sufrimiento y agonía. Ni modo, si Goldi no quiere cooperar conmigo tendrá que sentir lo que muchos de nuestros compañeros en la fábrica sufrieron.

   Después de varios segundos escuchando un constante goteo y sonidos exteriores rebotando en forma de eco decidió hablar.

   —¿Qué quieres? —preguntó forzando cada palabra.

   —Buen chico. —Lo ayudé a levantarse del piso. Parecía que cuidaba cualquier movimiento que hiciera para que no activara el botón—. Ven, te explicaré los detalles.

   Todos los planos y pequeñas basuras donde escribí todo lo que tenemos que hacer los escondí en una pequeña caja en el fondo de la alcantarilla. Golden me acompañó.

   —En primer lugar necesito que juntes la mayor cantidad de poder que puedas, nos iremos a Canadá —dije mientras sacaba todo de la caja.

   —¿Exactamente a dónde quieres que vayamos? —Su voz era muy simple y sin sentimientos. Ahora sí parece un animatrónico ordinario.

   —Oh, veo que no me preguntaste por qué a Canadá, quiere decir entonces que ya sabes dónde están Freddy y Bonnie. Esto será mucho más fácil.

   Mientras Golden estaba de pie detrás de mí había sacado por fin el mapa donde había dibujado la ruta que tomaremos hacia Canadá.

   —¿Ves? —Levanté el mapa hasta estar enfrente de su rostro y del mío—, vamos a seguir este caminito punteado hasta los restaurantes donde están ellos.

La margarita IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora