Capítulo 10: L'enfant gâté

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Dos días después

Freddy

   —¿Hola? Probando… Probando… ¿Todos me escuchan bien? —decía en francés el dueño de L’enfant gâté—. Perfecto. Me gustaría recibir la atención de todos por un segundo; después podrán volver a sus comidas favoritas.

   Las conversaciones de las personas cesaron, así como el dueño esperó a que todos estuvieran en silencio.

   —Muy bien. En primer lugar, me gustaría agradecerles a todos por haber venido el día de hoy; es claro que hoy no es como todos los días, ya que por una razón tenemos todos estos globos y más adornos alrededor. Como ustedes saben, desde hace muchos días se tenía la idea de que L’enfant gâté tendría por primera vez las atracciones que se creían del otro mundo, que los niños tendrían por fin oportunidad de jugar con ellos los días que quisieran. Bueno, ¿qué creen? ¡Ahora están aquí!

   Escuché muchos aplausos, aunque fueron más gritos de los niños emocionados.

   —Debo admitir que no fue tarea fácil traerlos hasta aquí y tenerlos listos, pero me dije a mí mismo: “oye, los niños de l’enfant gâté se merecen algo muy especial por su fiel preferencia con nosotros”. ¿No es así, amiguitos?

   Parecía que un grupo de niños esperaba con ansias que las cortinas del escenario se abrieran, ya que sus gritos sonaban a tan solo unos cuantos metros de nosotros.

   —¡Muy bien! Entonces, sin más que agregar, ¡conozcamos a nuestros nuevos amigos! —Entonces se fue de la tarima.

   Me sentí un poco nervioso de que este momento por fin llegara, pero tenía la confianza de que podría manejarlo.

   —Buena suerte, Freddy —me susurró Bonnie.

   Después de eso regresó de vuelta a su posición antes de que las cortinas se abrieran. Una música infantil fue reproducida y sonaba más fuerte conforme luces de colores resplandecían sobre todo el lugar. Me sentí tan conmovido por las palabras de Bonnie que, antes de que la cortina pudiera abrirse, di un paso largo hacia él y besé su mejilla. Después me regresé a mi posición y estuve a la vista de un restaurante amarillo con cientos de niños abrigados; algunos sentados en las mesas, otros parados y recargados en la tarima.

*L’enfant gâté Freddy activado*

Ambos nos mantuvimos saludando a todos los niños que estaban sonriéndonos. Los padres no nos saludaban, pero nos miraban como si se tratara de dos seres queridos. El dueño comenzó a hablar desde atrás de todas las mesas por un micrófono.

   —Muy bien, niños, primero les presentaré al conejo morado —. Entonces varias luces apuntaron hacia Bonnie, quien seguía saludando con su guitarra en mano—. Él es Bonnie the Bunny. Él ya hacía felices a varios niños en Estados Unidos hace muchos años, específicamente para un restaurante llamado MoonLight. Ahora estará aquí con nosotros para hacernos muy felices durante nuestras comidas.

   Los niños entonces saludaron a Bonnie, quien a la vez los saludaba de forma más específica.

   —¡Hola, niños! —. Su voz era tan parecida a aquellas veces que trabajaba en MoonLight y en Freddy’s—. ¡Yo soy su amigo Bonnie the Bunny! Espero que estén pasando un muy bien día aquí en L’enfant gâté, porque tenemos todavía ¡muchas sorpresas para ustedes! ¡Así que no dejen de comer aquí y disfrutar de un gran tiempo con sus familias! Recuerden que sin ella esto no sería posible. —Se rió.

La margarita IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora