La mañana siguiente fue un caos. Extrañamente, a todos nos carcomió un cansancio que nos hizo pasar de largo. Recuerdo apagar la alarma como siempre, pero batallar por levantarme, cosa que no conseguí después de un tiempo. Caí en el sueño de nuevo. Nos habíamos quedado hasta tarde con Romina conversando, luego de que la presenté ante los chicos y Don Aníbal. Cabe aclarar que ninguno de ellos sabía de la existencia de mi hermana, por lo que les fue bastante sorprendente.
Cuando por fin desperté sentía mucho movimiento en la pieza de Joni, que colinda con la mía. Escuchaba a una desesperada Karmel sacándolo de la cama. Ahí, salí hecho una bala al baño, luego hice rápidamente mi mochila, que no dejé lista en la noche anterior como habitualmente hago. Cuando ya estuve listo quise ir a ver a Romina al primer piso, quien estaba en la pequeña cocina hirviendo agua mientras acariciaba a Rey. Cuando ayer se lo presenté, al principio no creyó que era mi perro, luego quedó encantada y rápidamente se encariñaron mutuamente. A Romina siempre le gustaron los perros.
Sonará feo, exagerado..., pero sentí tanto alivio cuando la vi otra vez. Realmente no se había ido.
Volví arriba y me senté a la mesa para comer algo. Karmel estaba envolviendo en aluza unos bizcochos que le mandaron a hacer y que entregaría más tarde, por lo que más de la mitad del comedor estaba apelotonado de bizcochos de chocolate y en la otra mitad nosotros desayunando a toda prisa. Justo tocó que Joni despertó bastante chistosito, ya que al contar un chiste que al parecer le hizo mucha gracia, se le salió la leche por la nariz.
—Termínatela rápido, de un tirón —le ordenó Karmel, mientras yo sujetaba el teléfono con mi oreja y el hombro para limpiarle el jersey con una servilleta, Joni no podía dejar de reírse, cosa que irritaba a Karmel. Sonreí, negué con la cabeza y por fin contestaron desde la otra línea.
—El horario... Los horarios Raúl, sí, sí... No... Hombre, preocúpate de eso tú... —hablaba mientras intentaba revolver mi café. Entre esto, veía a Karmel cortando múltiples trozos de aluza desesperada, y a Joni (que al fin comenzaba a calmarse) escogiendo que fruta llevaría para merendar.
Y a Noni comiendo unos gajos de manzana, al mismo tiempo que ayudaba a Karmel a envolver los bizcochos.
—Cómete eso lento —le dije al ver cómo no masticaba, tragaba. Estaba demasiado apurado y parecía el más alterado de todos. Afligí las cejas y sonreí meneando la cabeza, mientras cambiaba el teléfono de oreja—. Sí, ya Raúl... Ya... Como te digo ahí ves tú...
Colgué con Raul, el movimiento en la mesa no paraba, pero yo ya estaba más calmado, de hecho, me había parado y avisado que me adelantaría al colegio.
Mientras de cuclillas le abrochaba los cordones a Joni, Raul me volvió a llamar.
—Dime... —contesté y paré al instante tapando el micrófono con un mano, para llamarle otra vez la atención al Pelirronanja—. ¡Noni! Come eso lento, ¿quieres? Te vas a atorar —espeté en un susurro y él asintió, pero realmente no me escuchó, porque toda su atención estaba en cortar las aluzas eufórico, mientras se echaba trozos grandes de manzana a la boca—... Ya, pero, mira... yo no tengo nada que ver en ese asunto... —volví a hablar al celular, tratando de decir aquello tranquilamente. Le di un golpecito en el tobillo a Joni indicándole que sus zapatillas ya estaban abrochadas, y al pararme me rasqué la nuca cerrando los ojos estresado. La voz de Raúl al teléfono iba haciéndoseme más y más exasperante.
De repente, vi a Joni afligir las cejas mirando en la dirección de Noni, y seguido erguirse en la silla. Me extrañé y miré a Noni, quien con una mano agarrándose el cuello y la otra en la silla del lado se había atorado tal y como le advertí.
—Noni... —reaccioné en un segundo. Simplemente dejé caer el celular en la mesa. Noni se había corrido al borde de la silla y aleteaba una mano poniéndose completamente rojo. Intentaba respirar, pero cuando abría la boca solo conseguía emitir leves y cortos gorjeos. No podía toser.
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Sigue el camino de las hormigas
Teen FictionWest estudia enfermería y trabaja, pero a un costo que es preferible abstenerse de explicar. Es buena persona, pero su apariencia similar a la de un reo no es de mucha ayuda. La persona que más amaba murió. Y no sabe del paradero de su hermana hace...