Me arrastró hasta su apartamento, el número catorce en un edificio del centro al que llegamos a pie. Bueno... a traspiés, ya que a de momentos, nos besábamos, tambaleándonos, dando vueltas por la calle como si siguiéramos bailando.
Comenzó a desabrocharme la camisa y yo a buscar el cierre de su vestido, colando mis manos bajo su abrigo, antes de que abriera la puerta. Cuando la cerró a sus espaldas fue al baño y yo me quedé mirando su apartamento. El espacio consistía en una cama al centro, un largo escritorio pegado a la pared contigua y estanterías llenas de libros, portafolios y un montón de papeles. Todo estaba perfectamente ordenado y hacia donde mirara podía ver flores. El papel mural, el estampado de la colcha, los cuadros. Extrañamente, no había verdaderas flores, lo más cerca eran unos tulipanes artificiales en un jarro al centro de la mesa redonda y pequeña de la cocina. Y algo más a destacar era un diván de gamuza con un estampado color turquesa y flores rosadas con vista al balcón, sitio donde había una parrilla y una bicicleta. Todo era muy vintage.
Fui a la cocina, me lavé las manos, robándole un poco de lava losa a Alondra. Ya había comenzado a ponerme nervioso y ella seguía en el baño. Yo había vaciado mi vejiga antes de irnos.
Salió, e iba a prender la luz, pero ella me lo impidió, tomando mi mano. Me llevó hacia su cama, dejándome sentado al borde. Ahí, viéndola de pie frente a mí, me sentí especial. Ella estaba relajada.
Me fue recostando en la cama a medida que se subía a mí, tenía el vestido bajado hasta la cintura y yo ya no disponía ni de mi corbata ni de mi camisa. En ese momento, me avergoncé. Me avergoncé de estar exponiendo mi cuerpo poco hegemónico, esas partes bajo mis axilas que quedaron sueltas y arrugadas después de que recuperé peso o mi palidez... esa palidez con un subtono morado que me hace parecer enfermo.
Alondra me miró atenta..., pero simplemente, recorrió su mano por mi torso rápidamente, como frotándolo, mientras sonreía mordiéndose el labio.
Intenté acariciarla también, pero no supe donde tocar, mi cerebro no se puso de acuerdo con mis manos sobre si ir subiendo de nivel o directamente ir a las zonas erógenas. Me recosté por completo en la cama y ella se agazapó sobre mí, mientras me besaba el cuello. Yo intenté hacer lo mismo, pero cuando ella bajaba a por ello, su cadena de plata se me metía dentro de la boca, algo que hubiera sido muy erótico si no hubiera tenido una cuenca negra grande al final. Pensé en cambiar de posición, pero solo podía pensar en la posibilidad de que no quisiera, en qué cosas le molestarían. Y ese realmente no era el problema, el problema es que no lo hacía. Habíamos conversado toda la noche, ¿por qué no nos podíamos comunicar ahora?
Entre medio de ese limbo de dudas, angustias y esfuerzos para relajarme... puse mis manos en su cintura brusca e impulsivamente. Ella respingó, se alejó un poco para mirarme, cosa que hizo avergonzarme como nunca en mi vida. Dio un suspiró largo y calló a mi lado de espaldas, quedando los dos mirando hacía el techo, que tenía un bonito papel por cierto, el mismo de las paredes.
—Esto no está funcionando —comentó, en voz baja.
—Perdón —susurré cerrando los ojos, queriendo desaparecer—. Soy yo, lo siento... No sé qué me pasó.
—No te preocupes —suspiró. Y después de un silencio, agregó—: Si ya estás tan avergonzado que no puedes ni mirarme a la cara o despedirte al irte... lo tomaré bien. No hay problema. La puerta está allí.
Guardé silencio.
—¿Podríamos quedarnos así un rato más?... Por favor... Es que me gusta esta posición, y me daría vergüenza volver tan temprano —pedí, mirando el techo.
—Claro. Entiendo.
—Gracias.
Creo que la sentí dormir, o creo que fui yo el que dormitó un momento. O quizá ambos. Ya no pensaba en nada, me sentía como un leñador que choca y pierde toda su carga en la carretera. No hay manera de solucionarlo o recuperar algo. Había sido una experiencia decepcionante, que yo había arruinado.
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Sigue el camino de las hormigas
Teen FictionWest estudia enfermería y trabaja, pero a un costo que es preferible abstenerse de explicar. Es buena persona, pero su apariencia similar a la de un reo no es de mucha ayuda. La persona que más amaba murió. Y no sabe del paradero de su hermana hace...