19 "Por si nos herimos de la peor forma"

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El viernes desperté con el sonido de la lluvia golpeando mi ventana. Segundos después sonó la alarma. El frío me tenía congelados los pies, aunque tuviera calcetines puestos. Era el día veintiuno de junio. Mi cumpleaños número dieciocho.

Al desayuno, la primera persona en decirme «¡Feliz cumpleaños!» fue Joni, abrazándome cálidamente. Yo me dejé, dándole unas palmaditas en la espalda. Como siempre, estaba más emocionado que yo. Mis padres me saludaron antes de irnos al colegio solos junto a Joni. Anoche West se había quedado en la clínica, acompañando a su hermana.

Cuando llegué del colegio el miércoles por la tarde, me enteré que Romina había tenido una pérdida de sangre. Mamá estaba al teléfono hablando con West, deduje que hace mucho rato, porque algo se había quemado en la cocina. Algo era más importante que los bizcochos. Me contó que encontró a Romina en el baño pidiendo ayuda, con mucho dolor de abdomen. Ella la socorrió y West tuvo que salir del trabajo para llevarla a la clínica.

Me dio angustia la posibilidad de que haya podido perder al bebé. Pero no pasó, aunque sí quedó internada, con observaciones, ya que había sido un percance no menor. Lo más probable es que le den el alta el fin de semana, por lo que su habitación seguirá siendo ocupada por un nuevo huésped. Tuvo que cederla, porque se han llenado todas las reservaciones.

...

Durante la semana me junté mucho con Lissette. Todos los recreos, caminábamos sin rumbo por los pasillos hablando sin parar. Bueno, ella hablaba sin parar, pero no es como que yo me quedara callado. Me extrañaba al principio, puesto que siempre la veía acompañada de muchas amigas y amigos. Ella es muy popular. Pero ahora, yo parecía ser la única persona a la que se quería acercar.

Cuenta buenas historias y es graciosa. Tiene sueño la mayoría del día y un aire triste, cómo si todo el tiempo tuviera melancolía. Ella sonríe y suspira al mismo tiempo.

No terminó de entender qué es, pero siempre está riéndose de mí. No es como que me moleste o se burle, simplemente se ríe o me imita. Dice que hablo como un catedrático. O un político.

Dice muchas redundancias.

—¿Vamos a la cafetería? —dijo un día, llegando junto a mí, que estaba en mi casillero.

—Bueno —acepté. Comenzó a caminar, cerré mi casillero y la seguí.

—Bajemos para abajo —sonrió.

—¿Bajemos para abajo? No, no corresponde que lo digas así, es una redundancia.

—Ay Noni —chasqueó la lengua—, sí lo sé... No soy estúpida.

—Nunca dije que eres estúpida —balbuceé.

Lissette se detuvo, mirándome con extrañeza.

—Ya... Da lo mismo —suspiró desinteresada—. ¿Cómo te fue en el examen de historia?

—Bien, tuve un diez. ¿Y tú?

—Te odio —rodó los ojos. Iba a decir algo, pero ella volvió a hablar antes de que pudiera—. Me fue súper mal, no entendía nada... Es que me daba una flojera tremenda leer.

—Tienes que leer a conciencia... Cuando estudiemos para los exámenes, podría enseñarte un método.

—¿Cuándo estudiemos... para los exámenes? —preguntó con extrañeza, yo asentí.

—Quedamos en eso ayer... ¿O ya no quieres? No me importa si ya no quieres —comencé a ponerme nervioso.

—Ah... —asintió Lissette—. Sí, lo siento, lo siento. Hoy ando con muchas cosas en la cabeza. Qué bueno que me recordaste.

Sigue el camino de las hormigasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora