29 "Te quiero y te amo"

123 24 5
                                    

—Iré a hablar con él —avisé a West, mientras aún veíamos la dirección por la que se había ido Joni.

—Pero... —Posó una mano en mi hombro y me miró angustiado. No creyó que fuera bueno hacerlo inmediatamente.

—Puedo manejar esto. Voy a hablar con él —fui tajante.

Tomé aire y salí de la cocina, crucé el pasillo y cuando llegué frente a la puerta de Joni, toqué.

—Pase.

—Hola —lo saludé en voz baja, y entré.

Joni se encontraba en su escritorio. Al verme, se volvió hacía la pantalla de su computador. Estaba jugando uno de esos tantos juegos que terminan en io.

—¡Ho-hola! —me saludó exaltado.

Agarré un autito de juguete de su repisa. Era un modelo futurista, bastante pesado, de color plateado y morado. Tenía muchos accesorios. Al tacto era como tener una bola de granito. Me senté en la cama, manoseando el objeto. Joni me miró de reojo, notándosele nervioso e intranquilo.

No paraba de perder.

No supe como empezar la conversación. Nunca he sabido. Me sofoqué. Me sentía muy culpable y no entendía por qué.

—No prende —sentí entonces decir a Joni, con la voz cortada.

Lo miré. Me mostraba su tablet, cabeza gacha.

—Oh... A ver, veámosla —le dije.

Joni se levantó y sentó a mi lado en la cama.

Apreté el botón de encendido, pero nada. Entonces probé apretar todos los botones al mismo tiempo y ahí la pantalla se iluminó un poco, parpadeando tenuemente.

Hice una mueca. Mientras, escuchaba a Joni contener el llanto.

Sabía que le preocupaba el tablet. Que quizá su puntaje en unos de los juegos que tenía en el se borraría, y eso es muy triste y estresante.

Pero no quería llorar por eso.

—La vamos a enviar al servicio técnico, no te preocupes —dije y lo miré hacia abajo, encontrándome con su nuca.

Estaba destrozado.

Guardé un poco más de silencio, y después de un tiempo Joni se irguió y abrazó a mi torso. Yo pasé una mano rodeando sus hombros y le sobé el brazo.

—¿Por qué lloras? —pregunté bajito.

Joni levantó la cabeza, pero no podía hablar. Miró su habitación, apretando los labios para no llorar.

Le costó, pero al final, y después de otro abrazó, se calmó lo suficiente como para que le saliera la voz.

—No entiendo... —comenzó—. No entiendo y me siento malo. —Suspiró y mordió su labio como con rabia—. Es que me siento como... —Apretó los ojos, angustiado, e hizo las manos puños—... cómo asqueado.

Una tensión se formó en mi pecho. Adentro.

—Pe-perdón —volvió a cortársele la voz.

—Tranquilo —susurré.

Joni de ahí en adelante simplemente lloró.

—No lo entiendo... que tú y... O sea... y... Es... es muy raro.

Asentí. Tenía razón.

—Causa impresión, ¿verdad? —Hablé pausadamente—. Hasta a mí me causa impresión... Pero si lo piensas, te darás cuenta que la mayoría de veces sucede así. Nunca creerías que esa persona está interesada en esa otra —sonreí levemente—. Yo me sorprendí muchísimo cuando me dijiste que te gustaba Lisi. Siempre te fastidiabas muchísimo cuando te molestaban con ella.

Sigue el camino de las hormigasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora