:::: XVI

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Llegué al trabajo con una gran sonrisa, recordar lo que había pasado la noche anterior hacia que mi sonrisa apareciera instantáneamente.

Iba caminando por los pasillos de las instalaciones de la militar para poder llegar a mi oficina mientras recibía saludos con inclinaciones de los demás militares ahí.

Finalmente llegué a mi oficina y acomodé mi abrigo en el perchero que tenía colocado a un lado de la puerta después de quitarmelo. Seguí con mi camino y dejé mis cosas sobre el pequeño sillón que mi oficina poseía.

Me senté en mi escritorio y comencé a revisar lo papeles que las personas a mi mando habían dejado sobre él.

Todo estaba tan tranquilo en la mañana, o así era antes de escuchar a mi ruidoso amigo y compañero digirse hasta mi oficina mientras excalamaba un “¡Jeon JungKook!".

— ¡Señoron! — Exclamaba a la vez que abria la puerta del espacio abruptamente.

— ¿Podrías ser un poco más silencioso? — Le pregunté apretando suavemente el tabique de mi nariz.

— ¡Señor-...! — Sus ojos pronto se posaron en mi y la voz se le cortó repentinamente. — ¿Po-por qué tienes tantas ojeras, Jeon?

— ¿Qué? — Pregunté levantándome de mí asiento para después dirigirme al baño que mi oficina tenía integrado y mirarme en el espejo.

— ¿No durmiste bien? — Me preguntó haciendo que mi nerviosismo comenzara a aparecer.

— N-no es eso. — Negué casi inmediatamente dirigiéndome a mi asiento nuevamente. — N-no es nada...

— ¡Oh! ¡Te pusiste rojito! — Exclamó acercandose a mi escritorio y fijando su mirada en mi rostro. — ¿Enton...? ¡Oh! ¡No me digas que...! — Su cara al darse cuenta fue de sorpresa y la mía fue de vergüenza. — ¡Eres todo un semental, mi querido amigo!

— ¿Podrías bajar la voz? — Le pregunté queriendo que su volumen disminuyera de manera drástica. — No quiero que toda la base se entere.

— Dios, eres un hombre tan ocupado y aún así tienes tiempo para gozar los grandes placeres de la vida, quiero ser como tu cuando sea grande. — Dijo sentandose en la silla frente a mi para después reír. — ¡Cuentamelo todo! ¿Es buena?

Después de pedirme que le contara cómo había sido todo un pensamiento había entrado en mi cabeza... ¿Realmente debería divulgar mi intimidad y la intimidad de mi pareja con alguien más? ¿No deberíamos sentirnos mal cuando hablamos sobre lo que se supone que debería quedar entre dos personas?

— No te contaré nada. — Negué después de llegar a mi propia conclusión. — Es por resperto a... — ¿Debería decir "él"? — Por respeto a ella...

— Oh, viejo... — Dijo de repente recargandose en la silla. — ¿No lo harás ni porque somos amigos?

Estaba comenzando a molestarme un poco el hecho de que se expresara así de una persona que ni siquiera conoce.

— No deberías de tratar de sacarme información de esa manera, es repugnante. — Al parecer la molestia se plasmó en mi cara pues al ver mi rostro alzó las cejas.

— Lo siento. — Dijo de manera rapida después de verme. — No te molestes, si no quieres contarme está bien.

— Te dije que no te iba a contar e insististe. — Dije fijando nuevamente mi mirada en él.

— Lo sé, lo siento. — Se disculpó alzando sus delgadas manos a la altura de su rostro para después sacudirlas un poco. — Tiene mucho que no tengo sexo.

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