ᴜɴᴅɪᴄɪ

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―Oye, he conseguido libros nuevos, quizás te gustaría leerlos. ―dijo Beomgyu después de que Eunji le diera el pase para entrar a su habitación.

Pero no esperaba encontrarse a su hermano ahí.

―Saldrá conmigo, le mostraré la mansión y después montaremos a caballo así que eso significa que estará ocupada. ―sonrió forzosamente a su hermano menor quien asintió.

―De acuerdo, entiendo. ―no le quedo nada más que decir.

―Pero los leeré mañana contigo, te lo prometo. ―hablo sonriéndole y eso hizo sentir un poco mejor a Beomgyu.

Reconocía que se había sorprendido y molestado un poco. Eunji pasaba más tiempo, de hecho, pasaba todo el tiempo de su estancia allí junto a él, a Yeonjun no se le había acercado para nada y lo único que intercambiaban era muy a fuerzas el saludo durante las tres comidas.

Cuando los perdió entre los pasillos de la mansión comenzó a dibujarse una sonrisa en su rostro, él sabía muy bien porque, creía que su hermano estaba teniendo un avance considerable y ahora tenía una pizca de esperanza. Ha estado junto a Yeonjun y nunca antes el peliazul se había prestado para darle un tour por la mansión a alguna chica.

O bueno, a la primera chica que piso esa mansión.

Pero esa es una historia que más adelante se contará.

Con Yeonjun y Eunji era todo silencio, la chica admiraba cada pintura que se cruzaba en su camino mientras Yeonjun la miraba de reojo formándose una sonrisa involuntaria en su rostro. Aceptaba que su compañía no era pesada, al contrario, le agradaba. Tenía ya un mes en la mansión y se preguntaba porque no se había acercado a ella antes.

Quizás vergüenza.

Quizás nula experiencia socializando con los demás.

A veces se le llegaba a complicar poder sostener una conversación con Beomgyu y casi siempre terminaban peleados, por eso se limitaban a solo platicar lo necesario y punto, nada más salía de sus bocas.

El castaño pasaba más tiempo en la biblioteca mientras que el peliazul la pasaba encerrado y teniendo debates mentales del por qué a su hermano le encantaban tanto esos libros que estaban llenos de estupideces y fantasía, según él.

―Yeonjun nos hemos pasado una parte. ―lo detuvo logrando que se girara, está a punto el lugar y el peliazul negó.

―De toda la mansión ese lugar está prohibido así que no te atrevas a subir esas escaleras. ―advirtió acercándose más a la chica permitiéndole ver a ésta, gracias a los rayos del sol que se colaban, las perfectas facciones del mayor.

― ¿Qué pasa si subo? ―se atrevió a preguntarle ganándose un entrecejo fruncido.

―La curiosidad mato al gato, ¿recuerdas? ―trago en seco cuando lo noto sonreír y después exhalo su aire acumulado cuando comenzó a caminar lejos de ella.

Sintió su corazón paralizarse cuando lo tuvo tan de cerca.

Siguieron caminando por un buen rato, Eunji se sorprendía por lo inmensa que era la mansión a pesar de que se veía algo pequeña por fuera. Nunca juzgues algo por su tamaño recordó las palabras de su madre cuando la notaba curiosa sobre cómo podían caber tantos granitos de sal en un recipiente tan pequeño como el que aún se encontraba en su cocina.

―Yeonjun, ―su llamado lo hizo detenerse de nuevo―, quiero ver a mi familia.

En cuanto dijo aquellas palabras, ya tenía a Yeonjun frente a ella siendo tomada de sus ante brazos aplicando fuerza mientras los ojos del chico se dilataban por la molestia creciente.

―Jamás volverás a verlos, ¿me escuchaste? ―la acerco mucho más a él quedando solo a centímetros de distancia―. ¡JAMÁS!

El repentino cambio de humor la hizo asustarse, ese agarre tan fuerte que seguro le dejaría alguna marca al día siguiente era como si le impidiera moverse más allá de aquellos terrenos. Como si le dijera que de ahí no volverá a salir y que cuando suceda, será en un ataúd.

ʀᴜɴ ᴀᴡᴀʏ | ᴄ. ʏᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora