ᴛʀᴇɴᴛᴀ

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Mientras caminaba por aquel pasillo de la iglesia, sintió el pinchazo en su corazón. Sintió como si una parte de su alma fuese desprendida de su cuerpo. Sintió la perdida de algo y la pesadez de su conciencia. La sonrisa forzada que tenía dibujada en su rostro se borró y su mirada bajo al piso, no entendía porque se sentía así, tenía un mal presentimiento, sentía la necesidad de salir corriendo para entender lo que estaba pasándole.

«Yeonjun»

Aquel nombre apareció en su cabeza, no quería pensar en él ahora, estaba a punto de entregarse a un hombre al que no amaba, pero era un sacrificio que debía llevar a cabo para salvar a su familia, además, no iría tras el asesino de su padre.

«¿Estás segura que él lo asesino?»

Aquella pregunta se formó en su mente, su subconsciente quería hacerla dudar, hacerla detener sus pasos que cada vez los sentía más pesados.

Soobin dudo demasiado en entregar la mano de Eunji a Wooyoung, ambos lo miraron y el más alto decidió entregarla aun a pesar de la maldita culpa y necesidad de querer sacarla de allí. Sabía él que algo no andaba bien, escucho los gritos que el bicolor estaba dando estando en la habitación de su hermana, sabía que algo se escondía.

Tan solo sus sospechas aparecieron cuando noto que Yunho había desaparecido desde la noche anterior.

Ni siquiera estaba en la boda.

Era todo demasiado extraño y no lograba atar los hilos sueltos.

―Llego la hora cariño. ―ella miro y noto su sonrisa.

Una sonrisa victoriosa.

¿De verdad podría cantar victoria?

Wooyoung también era una víctima, solo que él no lo sabía.

El padre comenzó a hablar, todos oían atentamente mientras él hablaba, Wooyoung sonreía y Eunji trataba de hacerlo, pero había algo que no la dejaba en paz. Sentía una angustia terrible recorrerle todo el cuerpo. Estaba tan ida que ni siquiera se había dado cuenta que el momento de decir el si había llegado.

― ¿Aceptas por esposo a Jung Wooyoung, para amarlo y respetarlo, en las buenas y en las malas, serle fiel en la adversidad, hasta que la muerte los separe? ―y de nuevo el silencio inundo.

Miro a sus hermanos de reojo, Soobin estaba bajando a todos los ángeles del cielo para que ella se negara, San estaba igual que el mayor, conocía bien a su hermana y no quería la infelicidad para ella, Chanhee estaba tratando de calmar a Lia y Jongho al ver el silencio tan abrumador que los invadió hasta que...

―Acepto. ―respondió.

La calma en los corazones de los adultos volvió, solo era cuestión de decir unas cuantas palabras más y la familia Choi y Jung se habrían unido.

―Si hay alguien que se oponga a esa unión, que hable ahora o calle para siempre. ―miraba hacia enfrente y a los lados, necesitaba guardar unos segundos de silencio.

Una objeción jamás llego.

―Entonces, oficialmente puedo decir qu-... ―lo interrumpieron.

― ¡Yo me opongo!

Todos miraron al mismo tiempo hacia la entrada, Soobin casi se desmayaba al ver de quien se trataba, Wooyoung lo estaba fulminando con la mirada y Eunji estaba confundida totalmente.

― ¡¿Yunho que mierda estás haciendo?! ―le pregunto gritándole a su hermano quien estaba caminando hacia ellos.

―Estoy haciendo lo que tuve que haber hecho desde un principio, estoy salvándolos a los dos de las mentiras de nuestra familia. ―soltó mirando a su padre―. Wooyoung, jamás te reclamé nada a pesar de ser yo el primogénito de la familia, jamás puse una objeción a que tu serías el heredero universal de toda la fortuna, pero ¿sabes porque papá jamás me considero a pesar de ser su primer hijo? ―miro a Hoseok―, porque yo conozco todos los secretos que manchan el apellido Jung, porque yo jamás le apoye en sus planes sucios.

― ¿De que estas hablando? ―pregunto confundida, todavía más.

―A ti te tendré que explicar luego, ahora no hay tiempo, tienes que ir a con Yeonjun, está muy grave, lo que te dijo Beomgyu ayer es verdad Eunji, él se esta muriendo.

Soobin sostuvo a su hermana antes de que cayera. Era eso lo que no le dejaba en paz.

―No dejare que vaya con esa bestia, es el asesino de su padre. ―le reclamo al más alto.

―Yunho cállate ahora mismo. ―exigió Hoseok mirando a su hijo.

Pero Yunho no le hizo caso y siguió.

―Yeonjun no mato al señor Minho, papá lo hizo, Yeonjun pasaba en su forma lobo en el momento y lugar equivocado, papá lo amenazo con Beomgyu y Eunji diciendo que si no se echaba la culpa los mataría a ambos. ―todos miraron al mencionado sorprendidos.

No eran necesarias más palabras, Eunji tiro el ramo y salió corriendo de la iglesia con sus hermanos atrás de ella, ahora no le importaba nada, solo quería llegar a tiempo con Yeonjun, solo quería estar con él, no lo quería perder. Necesitaba salvarlo, no lo dejaría morir.

―Soobin tu quédate con los chicos, yo iré con Taehyun. ―dijo al ver al pelirrubio llegar.

―Tenemos que irnos rápido, Beomgyu me aviso que Yeonjun esta empeorando. ―ella asintió, se quitó el velo y se colocó el abrigo de Soobin para después subir al caballo con Taehyun.

En el transcurso del camino solo una sola cosa se le vino a la mente: las palabras de madame Jeongyeon. Ella estaba segura de que había visto su futuro, pero no se lo quiso decir porque ella debía enfrentarse a su destino sin que se le revelara. Era una bruja y técnicamente podría darse cuenta de la forma en como Yeonjun y Eunji pudieran estar ligados, pero la joven no, ella no conocía esa unión que los enlazaba al nacer.

―Tu entra, yo iré por madame Jeongyeon. ―le indico y ella asintió.

Abrió las puertas y corrió hasta las escaleras. El pasillo del segundo nivel se le hacía largo y estrecho, sentía el aire faltar en sus pulmones por todo el ajetreo, pero reuniría fuerzas, lo haría por Yeonjun.

Al tener el pase de Beomgyu a la habitación de Yeonjun, se derrumbó al ver a ambos jóvenes frente a ella; el castaño estaba mal, pero Yeonjun estaba mucho peor. Su piel estaba totalmente sin color, parecía muerto en vida, su cabello estaba negro, pero perdiendo también su color, sus labios estaban resecos y morados, estaba postrado en aquella cama con una oxigenación débil, su pecho subía de forma irregular.

Yeonjun se estaba dejando morir.

―Ju-junnie... ―se arrastró hasta llegar a él y entrelazar su mano con la fría mano del chico.

―E-es-ta-tas a-a-qui... vi-vinis-te... ―tosió al intentar seguir hablando, su garganta dolía y quemaba.

Débil, moribundo, pálido, sin ganas, sin esfuerzo, sin necesidad.

¿Acaso esa sería la última vez que ambas almas se verían?

ʀᴜɴ ᴀᴡᴀʏ | ᴄ. ʏᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora