ꜱᴇᴛᴛᴇ

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E U N J I

Después de ser llevada a mi nueva habitación, Beomgyu me dejo sola diciéndome que bajaría hasta la hora de la cena. Una vez cerrada la puerta corrí hasta la ventana para encontrarme con la única vista del bosque y unas luces más allá de éste; eran las del pueblo. No quisiera imaginar cómo es que mis hermanos están ahora. Prácticamente deje la responsabilidad a Soobin y me siento mal.

Si mi abuela no hubiera llegado ese día logrando enfadar a Soobin con respecto a quien me casaría esto no estuviera pasando ahora.

Aunque no la puedo culpar en realidad.

El tiempo en el balcón paso volando y al sentir el fresco del viento decidí entrar y cerrar las ventanas permitiendo que las cortinas corridas me dejaran ver el atardecer. Al voltearme para explorar mi habitación encontré un maniquí al lado derecho del ropero y, que yo recuerde, eso no estaba allí cuando llegué.

― ¿De quién habrá sido esta habitación? ―me pregunte al abrir el ropero que contenía una variada cantidad de vestidos de todos los colores y estilos.

―Veo que ya estas husmeando. ―pegué un brinco del susto al escuchar su voz. Ni siquiera había escuchado cuando entro.

―Lo lamento, no era mi intención. ―cerré las puertas del ropero―. ¿Necesitas algo?

―Que cambies esos trapos viejos y te pongas el vestido, es hora de cenar. ―alce una ceja ante su tono autoritario y como vio que no estaba moviéndome se volvió a mí―. ¿No te ha quedado claro acaso lo que he dicho?

―Para eso necesitare que salgas de esta habitación. ―me mostré lo más amable posible poniendo mis labios en una línea recta.

Cerró la puerta de un golpe y yo me gire para ver el vestido que me pondría la cena. Tenía el mismo toque que la mansión, como un estilo antiguo victoriano y obviamente eso conllevaba a que fuera costoso. Claro, me vio cara de niña pobre por eso se refirió a mi ropa como trapos viejos.

No entendía porque me quería aquí. Si el haberme traído fue intencional o si de verdad este era el castigo que le daba a los que se metían con él, pero sobre todo lo que más me intrigaba era porque Beomgyu estaba aquí. Todo a mi alrededor era misterioso. A donde volteara la oscuridad estaba allí. El ambiente no era especialmente bueno y eso seguro se le debe al joven peliazul que tiene un carácter del demonio y que no entiendo porque tiene un aura tan oscura a comparación del castaño.

Al bajar las escaleras y dirigirme al gran salón note el largo comedor cubierto con terciopelo rojo vino, un candelabro que lo iluminaba por completo, una chimenea que brindaba el calor alejando el frío del salón y dos jóvenes sentados a cada extremo del comedor de quienes llame atención al carraspear mi garganta.

Beomgyu al verme dejo ver sorpresa. Supongo que por la ropa. Seguramente se me ve horrible, por eso es que me miro de esa forma.

Estaba por tomar asiento justo en medio del comedor, pero la silla del peliazul moviéndose hacia atrás y su mirada sobre mí me hicieron levantarme de manera lenta y mirarle también. Juraba que sus ojos eran tentadores esparciendo una oscuridad que le rodeaba sin expresar nada, pero eso no quita el hecho de que sigan siendo tentadores.

―Te sentaras a mi lado, justo aquí. ―señalo la silla del lado derecho, camine hasta ella y tome asiento logrando sacar un acto de caballerosidad por parte de él.

Sin percatarme la cena estaba ya servida en tres platos. Uno para cada uno sumando las dos copas que estaban ubicadas en la parte superior derecha; una contenía vino y en la otra agua, los cubiertos estaban ordenados en una manera en la que no entendía. De hecho, todo estaba ordenado de forma elegante y yo no sabía comer de esa manera.

Había muchas preguntas en mi mente y el peliazul me volteaba a ver como si supiera lo que estaba pensando.

Eso causaba cierta inquietud en mí. Yeonjun me miraba, como infringiendo de mala manera en mi mente porque esas intenciones por decir algo se notaban a simple vista.

Esa bestia era todo un misterio encantador.

ʀᴜɴ ᴀᴡᴀʏ | ᴄ. ʏᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora