ᴛʀᴇɴᴛᴀᴅᴜᴇ

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¿Qué era exactamente lo que ella debía hacer para salvarlo? No tenía ni idea de cuál era ese acto de amor que podría despertar a Yeonjun y alejarlo de las garras de la muerte.

Justo ahora estaba en blanco, llorando mientras sostenía la mano helada de Yeonjun quien seguía durmiendo tan pacíficamente, como si de verdad estuviera muerto. Ya no le quedaba nada más por hacer, no tenía ideas, no tenía escapes. Estaba perdida y se culpaba a sí misma.

¿Culparse de qué? Era algo que no estaba dentro de sus manos, las situaciones de la vida muchas veces se pueden poner en nuestra contra. Son situaciones que no podemos controlar ni mucho menos jalarlas de las riendas para tenerlas de parte nuestra. Se supone que son situaciones que nos ayudan a ser mejores, pero ¿esto como les ayudaría a ellos?

No estaban encontrando una explicación lógica y dudaban tenerla.

Salió de la habitación de Yeonjun, comenzó a caminar por el pasillo en dirección contraria, tenía las mejillas húmedas, el vestido hecho un asco, su cabello suelto y el abrigo de su hermano que era lo único que le protegía de aquella fría noche. El reloj de la pared se cruzó en su camino, solo quedaba una hora antes de la media noche.

Habían pasado las horas como gotas de agua y solo había estado llorando, se sentía tan patética por haberse dado por vencida.

Pero de repente su mente recordó algo que Yeonjun le había dicho:

"Tienes prohibido subir por esas escaleras, hay cosas que no te conciernen así que no subas o sino sufrirás las consecuencias".

Fueron sus palabras cuando se toparon con el área prohibida, justo donde estaba ahora ella de pie. Algo, existía algo que le llamaba, como una corriente electromagnética que la obligaba a subir esas escaleras. Tenía que subir.

Y eso hizo, se topó con otro pasillo que conducía únicamente a una sola habitación, camino a paso acelerado hasta ésta y abrió la puerta despacio al escuchar rechinar. Algunas aves nocturnas se asustaron y salieron despavoridas, todo estaba hecho un asco, no había manera de comenzar a recorrer esa habitación porque todo estaba sucio, roto.

― ¿Por qué Yeonjun me prohibiría subir aquí? ―se preguntó a si misma mientras caminaba y quitaba las telarañas que colgaban del techo.

Unas cortinas desgarradas en la pared le llamaron la atención, se acercó a éstas y las corrió alborotando todo el polvo que contenían, muy apenas con la luz de la luna se ilumino el recuadro que estaba frente a ella.

― ¡¿Pero qué?! ―pregunto sorprendida tapándose la boca después.

Era el retrato de su madre cuando joven, pero no estaba sola, estaba con otro hombre que no era su padre así que, al leer el pie del recuadro, se dio cuenta que el hombre junto a ella era el padre de Yeonjun y Beomgyu: Choi Minseok.

La curiosidad le estaba invadiendo así que siguió recorriendo la habitación, poco le importaba que estuviera haciendo mucho ruido, necesitaba saber que había sucedido en el pasado. Un libro cayó cuando intento agarrar una caja, se incoó para tomarlo y verlo mejor: un diario de cuero color café y en un buen estado era de lo que se trataba.

Pero era un diario, ¿y que hemos aprendido de ellos? Ocultan secretos.

―Es la letra de mi mamá. ―dijo cuándo comenzó a hojear.

Fue a la terraza para que la luz de la luna le alumbrara mucho mejor, resistiría el frio, solo necesitaba saber porque estaba el diario de su madre en aquella mansión.

23 de agosto de 1999

Sabía que Minseok ocultaba algo, tenía ese presentimiento en mi corazón, pero jamás creí que fuera una cosa como esta. Realmente me sorprendí, él esperaba que me alejara, que huyera de su presencia, pero no, se equivocó, mi reacción fue totalmente diferente, ahora solo quiero ayudarlo a romper esta maldición, si hay algo que puedo hacer, lo haré sin dudar.

06 de diciembre de 1999

Minseok estaba muriendo, sino fuera por la solución que la bruja nos estaba dando hubiera sido peor todo. Su esposa estuvo tan preocupada, no se explicaba porque ella no podía despertarlo, la pobre estaba tan desesperada, ni siquiera atención le daba al pobre Yeonjun, era cuando más la necesitaba, solo tenía meses de haber nacido y no podía perder a su padre tan pequeño así que fue allí cuando ella me llamo pidiéndome en suplicas y ruegos que viniera a la mansión. Minho se oponía, pero yo necesitaba ir.

El acto de amor que tanto esa bruja nos mencionaba era uno que fuese puro y donde se mostrara un amor real, un amor verdadero que fuese mutuo y eso no tenía ella con Minseok, pero yo sí. Así que sí, logré traerlo a la vida de nuevo, volvió a abrir los ojos con el beso que le di, era lo que necesitaba, sentir ese amor mutuo, lo que nos conectaba. El amor que aun prevalecía en nosotros dos fue su salvación.

―Un beso... ―alejo el diario de su campo de visión y miro hacia enfrente.

Cerro el diario con fuerza y tomándolo de la misma manera salió de la habitación corriendo, bajo las escaleras resonando los tacones por el área, volvió su vista al reloj: cinco minutos antes de que dieran las doce.

Maldijo en su interior, entro de nuevo a la habitación de Yeonjun, tiro el diario y se tumbó a lado del pelinegro. Inhalo aire, se había puesto nerviosa, sobre todo porque nunca pensó dar su primer beso de esta forma y en una situación de vida o muerte.

Fue agachándose hasta quedar a centímetros del rostro del pelinegro, cerro sus ojos al mismo tiempo que su cabello chocaba contra el rostro del contrario y allí, ese mismo instante, antes de que sonara el reloj marcando la media noche, allí fue cuando lo beso, manteniendo la esperanza de que aquel beso fuese el acto de amor dicho.

Las estrellas se alineaban indicando la unión de aquellas dos almas que aun después de la vida presente, seguirían encontrándose en las que restaban.

ʀᴜɴ ᴀᴡᴀʏ | ᴄ. ʏᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora