ᴄɪɴQᴜᴇ

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Ambos hermanos estaban sentados en los extremos del largo comedor cubierto con terciopelo rojo, un extenso camino de sillas desocupadas de ambos lados, un candelabro de plata colgaba justo al centro del gran comedor siendo capaz de iluminar todo el lugar. Un lugar silencioso que provocaba un ambiente tenso, pero Beomgyu se había acostumbrado a aquello.

Ya nada le parecía extraño salvo por una cosa.

―No tienes que volver a repetir la misma técnica. ―hablo Beomgyu, alejó su copa de sus labios y lo miro tratando de mantenerle aquella mirada a esos ojos oscuros y fríos.

―Y tú no tienes por qué meterte en lo que no te importa. ―tan cortante al responder fue Yeonjun que solo se retiró de su asiento dejando solo, una vez más, a su hermano menor.

―Me importa porque eres mi hermano. ―dijo en un susurro apenas audible para él. Se levantó de su lugar en dirección a su habitación y no salir de allí hasta que el sol se ponga.

Sabía que cuando la noche caía debía andarse con cuidado. El peligro del bosque era nada más y nada menos que su hermano mayor Choi Yeonjun: un chico con simpleza humana, pero con mil demonios cargando sobre su espalda. Alguien que tuvo que pagar los platos rotos de las estupideces de su padre.

Un castigo que no toco a Beomgyu por no ser directo de la familia.

Un resentimiento escondido en Yeonjun que hacia crecer aquel rencor hacia el castaño.

Beomgyu no temía por su vida porque se había acostumbrado a vivir bajo el mismo techo que Yeonjun, pero sabía que en cualquier momento no podría detener a la bestia.

Rio para sí mismo al solo pensar en la palabra bestia, él ni siquiera lo llamaría de esa forma. Yeonjun aún no llegaba a ese nivel para que todos le temieran desde ya.

Todo el pueblo conocía esa historia, una la cual convirtieron algunos en mito pero que solo pocos conocían verdaderamente aquella historia. Esos mismos pocos ya no podían hablar porque el silencio de la muerte no se los permitía.

Beomgyu solo bajo su cabeza mirando el retrato de sus padres y preguntándose una y otra vez porque su padre fue capaz de hacer algo tan estúpido sin pensar en su familia.

―Me pregunto a veces si llegaste a pensar en ellos dos... ―paseo la yema de sus dedos en el portarretrato mientras se resbalaba una lágrima rebelde―, ya no en mi porque no soy nada de la familia, solo soy un simple entenado, pero amo a mamá como si fuera la propia mía y a Yeonjun como si fuese mi hermano, ―dejo el portarretrato en su cama para después desviar su mirada a la noche―, al menos hubieras pensado en las consecuencias al querer algo que simplemente no podías.

Recargo sus manos en el barandal de su pequeño balcón mientras el fresco del viento golpeaba su rostro y sus ojos divagaban por todo ese mar de árboles estrechos y anchos cubriendo miles de hectáreas. Un lugar donde Yeonjun podía esconderse a la perfección para saciar aquella sed que ha podido controlar durante ocho largos años.

― ¿Desde dónde nos miras papá? ―pregunto mirando al cielo iluminado por la luna y las estrellas―, ¿estas satisfecho con todo esto? No, yo dudo mucho que estés feliz porque ni siquiera conseguiste lo que querías, algo absurdo, por cierto. ―se golpeó a si mismo internamente por hablar solo tratando de comunicarse con alguien muerto―. Espero que esto llegue a su fin pronto.

No despego su mirada del cielo cuando una estrella, a lado de la luna, comenzó a tintinear como si le asintiera a su pregunta.

De todas maneras, Beomgyu se consideraba loco una vez más al pensar que podía hacerle caso a una estrella.

Al menos tenía la esperanza de que ella fuera la elegida.

ʀᴜɴ ᴀᴡᴀʏ | ᴄ. ʏᴇᴏɴᴊᴜɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora