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07 de julio, 1940

     —"Si por besarte después tuviera que ir al infierno, lo haría. Así después podría presumir a los demonios de haber estado en el paraíso sin nunca entrar" —Jungkook recitó y luego vio a Taehyung quien le miraba confundido detrás de ese libro que sostenía—. Shakespeare, era muy homosexual.

     El mayor soltó una risotada asintiendo.

     —Muy homosexual, me sorprende que muchos aún crean que Romeo y Julieta es una historia meramente heterosexual —le dio la razón Taehyung, sonriendo—. Así que Jungkook ¿Si por besarme tuvieses que ir al infierno?

      —El Santo Shakespeare lo dijo, lo haría y presumiria haber estado en el paraíso —susurró acercándose a Taehyung en la cama y plantándole un beso suave y corto en los labios—. Cada vez que te beso, cada vez que estoy contigo, puedo sentir que estoy en lo divino.

     Taehyung sonrió y riendo le devolvió el beso esta vez siendo más longevo pero igual de suave.

     Jungkook había llegado a su casa luego de enterarse que estaría solo por un buen rato, estaban en su habitación leyendo libros y compartiendo opiniones sobre estos, solo disfrutando de la compañía del otro, besándose a veces y queriendo que esos momentos duraran para siempre.

     El menor tomó la mano de Taehyung y se la llevó a los labios, besando la punta de sus dedos y bajando por sus nudillos, descansando en la palma y luego apoyándose en ésta recibiendo el toque cálido de Taehyung quien no dudó en acariciar su mejilla dulcemente, viendo directamente sus ojos, soñando despierto con la miel de su relación. Cerraron los ojos juntando sus frentes, sus respiraciones chocando la una con la otra, sus narices rozando y sus labios rogando por juntarse de nuevo, lo cual sucedió luego.

     Besos rápidos, besos lentos, besos profundos y besos castos, solo extendiendo ese sentimiento de éxtasis que viajaba desde sus cabezas hasta sus pies, adueñándose de ellos y gritando alto que era amor, que esa emoción en su pecho, ese calor excepcional no era más que amor en su máxima expresión, regodeándose en cada roce que habría de existir entre Taehyung y Jungkook. Demasiado puro y frágil, pero capaz de mover lo imposible. Un amor reciente pero que daba intenciones de quedarse para toda la vida.

     Se separaron de un último beso, Jungkook sostuvo la cintura de Taehyung apegándolo a él, restregándose en la palma de éste que aún seguía en su rostro. Le vio a los ojos sintiéndose perder ante la profundidad y hermosura de estos, semejantes a un puñado de canela y en su olor corporal tan varonil como bosques y frutos rojos, inhaló de esto cuánto pudo para recordar a Taehyung en todo momento.

     —Te amo, Taehyung, te amo demasiado —le dijo, en un susurro.

     Abriendo su corazón tal cual un libro y contándole aquello tan profundo, que podría marcar un antes y un después de lo que ellos eran pero tenía la valentía de decirlo porque sabía que su amor era correspondido, lo sabía en el fondo de sí, que el alma de Kim Taehyung fue hecha para saciar la suya, fue hecha del mismo material que la suya y eran iguales, destinadas a encontrarse y amarse sin límite alguno.

     —También te amo, cariño.

     Y volvieron a besarse, más largo pero transmitiendo lo mismo.

     Sólo se vieron obligados a separarse cuando en la planta baja un grito del padre de Taehyung anunciaba su regreso a casa junto con su madre y hermana. Rieron y alejaron, sus cuerpos inmediatamente reclamando la falta de contacto y el pesar de no poder acurrucarse juntos toda la vida.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora