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26 de Noviembre, 1942

     Taehyung dio el último trago de su whisky, a punto de derramar más lágrimas porque recordó que esa bebida la probó por primera vez con Jungkook. Pero no lloró porque ya había gastado toda esa energía desde hace dos meses, la ausencia de Jungkook siendo más notoria de lo que creyó cuando se fue en septiembre.

     Pidió otro whisky más, absorto en querer desaparecer el dolor en su pecho que le carcomía diariamente hasta dejarlo doblado en cama sin poder hacer más que retorcerse. Desconocía si Jungkook sufría igual que él, lo último que había escuchado de él por boca de Namjoon, es que se había metido a clases de artes plásticas, por fin llevando a cabo aquello que tanto le apasionaba. Taehyung se preguntaba constantemente qué tan amarrado se sentía Jungkook a su lado o qué tan confundido estaba como para nunca haber hecho eso antes.

     Era un idiota, absolutamente, se sentía como uno. Bebiendo hasta que dolía su cabeza, llorando tanto como para llenar un mar entero, ni siquiera podía comer sin sentirse miserable pero Jungkook parecía estar en la cúspide de la felicidad sin él. Qué mierda.

     —No creo que deberías seguir bebiendo así, Taehyung. Vienes a diario hasta que tenemos que lavarte la cara para que puedas irte a ti casa, estás consumiendo demasiado —la voz de Yeonsu hizo eco en sus oídos.

     —¿Por qué estás tú aquí en lugar de mi whisky? —murmuró. No estaba del todo ebrio, solo sentía un poco de mareo.

     —Porque no quiero que te intoxiques con tanto alcohol, además de que estás vaciando nuestra despensa, algunos clientes se están quejando -
—se cruzó de brazos pero Taehyung rió—. ¿No crees que luces patético? Vi a Jungkook la semana pasada y no lucía ni mínimamente dolido ¿Qué haces tú aquí?

     —Uno de los dos tiene que sufrir la ruptura —respondió pegando su frente a la barra—. Y al parecer ese soy yo —susurró, sintiendo el picor en su nariz pero no pudiendo llorar.

      Yeonsu le impidió tomar más alcohol así que no tuvo de otra más que seguir con su cara recargada en la barra, solo viendo a otras personas reír y ser felices a su modo. Era tan horrible estar así, si hubiese sabido que sentiría todo eso entonces jamás habría aceptado una tan sola sonrisa de Jungkook, quizás lo habría golpeado.

     —No entiendo nada de esto Jimin, debiste dejarlo anotado en tu carta. Ah ¿Por qué te fuiste sin darme lecciones de vida, tonto? —bufó peleando solo, queriendo creer que Jimin podría escucharlo donde sea que estuviera.

      Se levantó del asiento unas horas después de estarse lamentando, ni siquiera tenía noción de cuánto tiempo pasaba. Caminó a la salida de Pride, ya con los niveles de alcohol más bajos, algunas personas se despidieron de él, haciendo bromas de su aspecto desgastado de las cuales Taehyung se quejó internamente, nunca había lucido así de mal, parecía un fantasma, un cuerpo vacío. Atravesó el largo pasillo sacando un cigarrillo, se despidió a los chicos que estaban pendientes de la entrada y se fue del bar.

     —¿Ya te vas? —se escuchó que decían a sus espaldas.

     Taehyung se dio la vuelta y rodó los ojos al encontrarse con Yeonsu saliendo por el mismo lado que él. No detuvo su caminar, hizo a Yeonsu correr para poder alcanzarlo pero ni así le prestó atención, se sentía cansado y no quería lidiar con nadie a tan tardes horas de la noche.

     —Es evidente que me estoy yendo —murmuró cuando el chico finalmente llegó a su lado, con la respiración pesada—. ¿Qué quieres?

     —Asegurarme de que estés bien, pareces un muerto en vida, como alguien que ha tenido un terrible encuentro fantasmagórico en la soledad de su casa —se burló y Taehyung volvió a resoplar hastiado—. No veo la razón de tu fuerte depresión, Jungkook se la está pasando genial.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora