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19 de diciembre, 1941

     La llegada de diciembre había traído consigo un frío potente que obligaba a Jungkook a cerrar con fuerza su abrigo y encogerse en su asiento en busca de su calor corporal. Miró como Yoongi, al contrario de él, no parecía muy alterado por el helado viento que azotaba. Estaba imperturbable y simplemente concentrado en su lectura sin prestarle atención al parloteo constante de Seokjin sobre una chica que había captado su atención.

    —¡Es que si ustedes la vieran!  —exclamó de repente, haciendo a Jungkook saltar en su lugar—. Tiene una cara de saber todo sobre el mundo, una sonrisa que deslumbra y un cuerpo moldeado por el más divino de los dioses ¡He caído en manos de Eros, mi corazón está flechado por una mujer que vi 19 segundos en un tren!

     Tosió notando que su discurso había ganado volumen, llamando la atención de los demás comensales del restaurante donde esperaban la llegada de Taehyung.

     —Como decía, era una mujer espléndida sin duda. Le pediría matrimonio en el momento que la viera de nuevo y le daría mi herencia completa, me sentiría bendecido de formar una familia que proviniera de su vientre.

     —Qué dichoso te escuchas Seokjin, transformaste 19 segundos en una vida entera, hablando por una hora sobre la diosa del tren —comentó Jungkook, realmente impresionado de que un verdadero casanova como Kim Seokjin se viera atraído de esa forma por una muchacha desconocida.

     —Oh Jungkook no tienes una idea, me siento el destinado de esa mujer. Sin duda nos encontraremos de nuevo y entonces la haré mi esposa.

     Luego de esa declaración, Seokjin solo dio un sorbo de su té, inevitablemente comparándolo con el de su preciado Londres y encontrándolo absurdamente distinto, soso. Jungkook en realidad seguía tratando de procesar lo que Seokjin acababa de contarle, y luego deslizó su mirada hasta Yoongi que no se había movido de su asiento pero ni medio centímetro, demasiado pegado a la lectura.

     —¿Qué lees, Hyung? —cuestionó.

     —Un libro.

    —Eso lo puedo ver.

    —Me lo ha recomendado Hoseok, tu cuñado —añadió con simpleza, no dejando su enfoque en lo que leía.

     —Te gusta tanto que estás leyendo un libro que definitivamente no es tu estilo ¿Acaso serás el cliché homosexual? El que se enamora de un chico heterosexual, digo —bromeó, ganándose solo una ligera risita por parte de Yoongi.

     —No seas tan romántico Jungkook, no todos contamos con la suerte de encontrarnos un chico misteriosamente marica en una clase convencional —dijo sin más, haciendo reír a Seokjin a su lado—. Hoseok no es más que un hombre con una batalla interna sobre su masculinidad que, según él, pende de un hilo ante cualquier cosa.

     »Masculinidad frágil, le dicen algunos, no sé si dicta literalmente lo que sucede en la heterosexual cabeza de Hoseok. Ellos son tan complicados, le encuentran un pero a todo.  Es por eso que no puede gustarme alguien como él, que ante la mínima muestra de afecto, me mandará a un manicomio. Tengo gustos refinados. Después de todo, me cogía a un francés.

     Seokjin soltó una carcajada, luego tosiendo porque el té no había pasado bien por su garganta debido a la risa. Y Yoongi sólo volvió a poner su atención en el libro, después de haberle dejado claro a Jungkook que su relación con el cuñado de éste no era más que una amistad bizarra producto de un encuentro casual en un bar.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora