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25 de enero, 1946

     Algo de Giuseppe Tartini sonaba de fondo mientras Taehyung alzaba el monóculo, viendo con atención hasta los mínimos detalles de la pintura frente a él. Inhaló la nostalgia, las pizcas de azul manchándolo a él también, y el grito ensordecedor que parecía vociferar la persona protagonista de la obra. Dio un largo suspiro alejándose finalmente, demasiado lleno de la sensación que el artista quiso transmitir.

     —Se ve algo tétrico ¿Verdad? —Namjoon interrumpió sus pensamientos, parándose a su lado—. Es como si el artista estuviera deshecho, con alma destrozada, como si su alma ya se encontrara...

     —Vacía —completó seriamente y Namjoon asintió—. Sí, pude sentirlo casi como si estuviese en su piel.

     —Es lo que más amo del observar el arte. Yo puedo sentir lo que el artista estaba sintiendo, puedo conectar con él, entenderlo y saber el trasfondo de lo que hizo sin necesidad de consultar una guía —dio una larga inhalación—. Estoy fascinado.

     —Es bueno que hayas venido, entonces. Y eso que apenas estamos en Londres, no puedo esperar a ver las grandes obras que nos hacen falta —tomó su cámara y capturó una foto de la pintura, tratando de, ahora él, llenar de los sentimientos que la dichosa le había causado.

       Ambos caminaron hasta donde estaban Seokjin, Yoongi y Jungkook viendo una escultura alta. Era rojiza, algunos trozos a punto de desistir y caerse, el rostro de un joven bien pulido, transmitía masculinidad segura y valentía. Taehyung se pegó a Jungkook, detrás de él, para susurrarle algo en el oído aprovechando que sus amigos estaban entretenidos compartiendo opiniones sobre la escultura.

      —Jungkookie, muchas personas se han detenido a analizar y halagar tus pinturas —dijo tranquilamente, aunque la emoción se le desbordaba por los poros de la piel—, he escuchado muy buena opiniones y críticas, lo estás haciendo fantástico.

       —Ah gracias, Hyung —pareció dar un suspiro de alivio—. La verdad temía mucho que fuesen tratadas duramente, pero igual que tú he visto un buen recibimiento.

       —Eso es genial —quiso besar la mejilla del menor pero pudo contenerse, solo mordiéndose el labio inferior—. Por cierto ¿Te pagarán por esto?

     —El cincuenta por ciento de los ingresos, sí —sonrió ampliamente. Se había puesto a sacar cuentas con Yoongi, y éste le aseguró que todo eso le dejaría un buen dinero como para vivir tranquilamente por un rato—. ¿Quieres que te invite un helado?

      Taehyung rió airadamente dándole un empujón.

       —Deja de fanfarronear, mocoso —le dijo y ahora fue turno de Jungkook a reír, cubriéndose la boca con una mano.

      Se mantuvieron otra hora en la Galería de arte, disfrutando de ver las piezas en el recorrido, jugueteando por los pasillos y diciendo cosas estúpidas que los hacían reír.  Después, ya antes de cerrar, muchas personas aplaudieron y felicitaron a Jungkook, algunos expertos le dieron consejos, otros le halagaron incansablemente, y otros tanto solo le dijeron que había hecho un buen trabajo.

      De todas formas, al terminar la presentación, todos se dirigieron a algún bar para festejar por Jungkook. Sin embargo, los bares estaban cerrados ya para esa hora.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora