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5 de septiembre, 1941

     Entró al apartamento lentamente, dejando su valija de lado y suspirando con cansancio por el viaje tan largo que era de Busan hacia Seúl, un verdadero martirio. Suspiró y encendió la luz del lugar, no esperando ver a Kim Taehyung frente a él con un bonito pastel lila y una sonrisa cuadrada brillante, el pastel decorado por un par de bonitas flores amarillas como las cuales él había pintado cuando recién se conocían y la frase "You're the cause of my Euphoria" en una caligrafía impecable. Rió demasiado feliz, yendo a plantar un beso en esos bonitos labios sonrientes.

     Había tenido que renunciar a pasar su cumpleaños con Kim Taehyung, cuando su madre prácticamente le ordenó ir a Busan para pasarlo con ellos, un horrible viaje que no quería ni recordar, y definitivamente hubiese sido el peor cumpleaños de la historia si su amado no estuviera ahí con un pastel, obviamente, hecho por él mismo. Al diablo, ese día no era 5 de septiembre, era primero de septiembre. El viaje hacia Busan nunca sucedió, en sus recuerdos siempre permaneció que ese cumpleaños lo pasó con Taehyung.

     —Feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños a ti, feliz cumpleaños querido Jungkookie, feliz cumpleaños a ti —cantó suavemente, haciendo a Jungkook derretirse de amor. Incluso llevó una mano a su corazón tratando de evitar que este se saliera de su pecho a hacer locuras y contarle a Kim Taehyung lo vuelto tonto que estaba por él. —. Cuando tú naciste, el mundo realmente brilló, Jeon Jungkook. Yo brillé.

     Dejó el pastel en la mesa que había preparado para que ambos tuvieran una cena de cumpleaños, y se acercó al chico extendiendo sus brazos lo suficientemente grande como para que este se acurrucara entre ellos. Y lo hizo, escondiéndose en su pecho y recibiendo los múltiples besos que Taehyung dejaba entre sus cabellos demasiado feliz por la simple existencia de Jungkook.

     —Oww mi lindo Jungkookie, no vayas a llorar. No seas un bebé ahora —escuchó la risa del menor amortiguada por su cuerpo y se separó de él solo para ver su colorado rostro.

     —Hyung, no debiste, todo está tan lindo. Te amo tanto —en respuesta recibió un casto beso en la comisura de sus labios, uno caliente y lleno de cariño.

     —Claro que debí amor, es tu cumpleaños —le dio otro beso, esta vez uno esquimal—. Me he puesto este elegante esmoquin para hacer más especial la ocasión ¿Por qué no te das una ducha y te vistes mientras yo termino de preparar todo?

     Le obedeció, dándose una ducha que dio un buen alivio a sus músculos entumecidos, y se vistió también con un esmoquin para hacer alusión a la importante cena con su bonito Taehyung.

     Bonito, rió ante ese pensamiento, recordando la manera en que Taehyung había arreglado su cabello dejándolo ondulado y cómo había aplicado algo de color a sus labios, o lo bien que se miraba ese traje apegándose a su cuerpo, a sus piernas y caderas anchas y espalda gruesa, esa que tanto amaba abrazar, besar y aferrarse a ella.

     ¿No era una locura? El cómo terminó en esa situación, con el alma rendida por Kim Taehyung. Cuando le pidió de su tinta realmente no esperaba que el chico fuese a responderle, que sus ojos le brillasen así al verle, que luego le dijera que le gustaba y se besaran en esa casa abandonada, era inverosímil la manera en que sucedieron las cosas a su favor, quizás los planetas alineándose para darle un poco de ayuda. Quizás Dios tuvo compasión de él y le mandó a alguien que lo cuidara y le hiciera saber que aún si a veces se sentía así, no estaba solo en realidad, tenía alguien que al final del día lo estrecharía en sus brazos y le cantaría alguna canción hasta hacerlo caer dormido.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora