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28 de julio, 1940

     Rabia. Taehyung no podía describir esa sensación tan flameante en su pecho de otra manera más que rabia, con sus puños apretados hasta que se pusieron blancos y sus dientes rechinando entre sí, la impotencia mezclada con ira en su ser solo lo hacía temblar pero sin embargo se vio obligado a dibujar una sonrisa en su rostro, mostrándose sereno y como si una tormenta ¡Un huracán! no estuviese matándolo lentamente.

     —¿Quién es ella, Taehyung?

     Escuchó la voz de su nuevo amigo Namjoon, tras de él, viendo a Jungkook y Jiwoon en ese restaurante tan exclusivo. Taehyung podía asegurar que era la misma Jiwoon quien estaba pagando aquello, porque Jungkook no era esa clase de personas, y la envidiaba, envidiaba con cada parte de su ser a Jiwoon; por ser ella, por querer a su hombre, por poder demostrarle afecto sin miedo, por ser mujer.

     —Es la novia de Jungkook... Y su futura esposa —contestó, a Namjoon le confundió aquella respuesta, no sabía que Jungkook era capaz de amar a alguien y sin embargo estar comprometido con otra. Además de que Taehyung parecía demasiado alegre para tratarse de la novia y futura esposa de la persona que él tanto amaba con locura.

     —¿Esposa? Pero no lo entiendo, ustedes dos-Ustedes dos son algo ¿Verdad? No puede solo casarse...

     —Él es mío, Namjoon-ah —dijo lentamente, con seguridad apesar de estar casi ebrio en rabia contenida, queriendo explotar y gritar a toda la gente ahí que Jungkook y él se besaban cada noche, quería decirles que Jungkook y él se abrazaban con desespero cada que podían, les quería gritar tantas cosas pero no podía. Nunca podría. —Y yo soy suyo, la mejor manera de proteger lo nuestro es mostrarnos así, fingir que no somos más que simples mejores amigos, que no nos amamos como algo más. Te lo dije antes, debes conseguir a alguien que esté dispuesto a perder todo por ti, Jungkook es ese alguien para mí. Su apellido será de esa chica, que no tiene culpa de nada, pero su cuerpo y alma son míos, yo los marqué.

      Su voz tal vez se había quebrado un poco, y no se reconocía diciendo esas palabras, él había cambiado mucho desde que conoció el amor y su sexualidad, apenas tenía 19 años y era tan ingenuo pero desde esa altura la vida estaba demasiado complicada, quien lo diría. Tan solo imaginar que si no hubiese conocido a Jungkook muy probablemente seguiría siendo un chico inseguro, miedoso y aburrido, entregado en totalidad a la marea y donde esta quisiera llevarle. Ahora tenía una meta, tenía un deseo, tenía un sueño, tenía a Jungkook.

     Fingir ante Namjoon que no estaba un poco muerto por dentro porque Jungkook no se casaría con él nunca, no decirle lo mucho que se estaba despedazando de dolor porque muy pronto él también tendría que desposar a alguien que nunca amará, y sólo sonreír como si estuviese demasiado seguro del futuro... Fue lo más difícil que alguna vez pudo hacer además de aceptarse a sí mismo. Encontrarse justamente en ese restaurante al que quería ir con Namjoon luego de salir a pescar, a Jungkook y Jiwoon, fue como una maldición para Taehyung ya que una migraña poderosa le atacaba y su corazón empezó a bombear demasiado fuerte, quería simplemente huir con Jungkook y jamás volver, irse hasta el fin del mundo donde nadie los juzgara.

     Cerró los ojos y suspiró, luego volteó hasta Namjoon y le sonrió de nuevo, el chico al verle tan tranquilo se tranquilizó también y le sonrió con el mismo ánimo; Probablemente Jungkook y Taehyung ya tenían un acuerdo, ya estaban bien y se entendían, y nada cambiaría lo que tenían. Honestamente a él le gustaría encontrar aquello, parecían tan dispuestos a morir por su amor que él anhelaba algo así por más espeluznante que pareciese ¡Su corazón aún dolía porque el amor de su vida no se aceptaba! Era obvio que su mayor deseo era algo como eso.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora