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28 de octubre, 1944

     Se tiró a su cama largando un suspiro, escuchando a Namjoon revolver como un loco todo el lugar. Supuestamente había dejado caer un anillo la última vez que lo visitó y fue a buscarlo. Un sábado. Justo el sábado que había acordado salir por tragos con Jungkook.

     —Ya dime la verdad de qué haces aquí, Hyung. —Taehyung alzó la mirada hacia él, éste estaba buscando algo en su tocador.

    —El anillo, te digo que es redondo y de plata, no puedo perderlo y...

     —Sé que no viniste por un anillo, si se te hubiera perdido aquí seguro la señora de la limpieza ya lo tendría en sus manos. Así que cuéntame a qué debo tu visita —se sentó en la cama otra vez y Namjoon le sonrió apenado.

     —Bien, sólo quería saber cómo estabas antes de tu cita —caminó y se sentó al lado de Taehyung.

     —No tengo una cita, solo vamos por unos tragos, ustedes sí que se hacen una historia.

     Se levantó y vio la hora en su reloj de mano, dándose cuenta que faltaba una hora antes de reunirse con Jungkook. El tiempo suficiente para vestirse porque ya había tomado una ducha justo antes de que Namjoon lo interrumpiera. Fue hasta el armario y eligió prendas, ignorando olímpicamente a Namjoon quien no paraba de intentar hacerle ver lo nervioso que estaba. Sí, un poco nervioso porque iba a salir con Jungkook luego de un año, pero tampoco era para exagerar.

     —Tú no quieres admitir que aún lo amas —murmuró y Taehyung le vio fastidiado—. Sólo no entiendo la razón de tanto rencor cuando aún te mueres por robarle suspiros.

     —No me muero por robarle suspiros. Lo invité a salir para que precisamente dejemos eso atrás.

     —Ni tú te crees eso, lo invitaste a salir porque sigues tontito por él. Lo amas, Taehyung.

     Claro que amaba a Jungkook aún, toda esa charla de odio que le dio no era más que una forma de convencerse a sí mismo de que Jungkook había sido una mierda. Aunque sí estaba un poco resentido, vaya bastante enojado mejor dicho, porque nunca esperó que Jungkook fuera capaz de tocar a otra persona por gusto propio, mientras él lloraba a mares con el corazón destruido. Estaba celoso, muy celoso, y eso lo llevó a decir cosas toscas.

       La puerta del apartamento fue tocada un par de veces así que Taehyung desvió su vista de la ropa para dirigirse a la entrada y abrir, la sonrisa sugerente de Seokjin recibiéndolo de inmediato.

      —¿Tú también has decidido unirte a mi martirio? —dejó a Seokjin atrás y volvió a meterse a su habitación. Seokjin cerró la puerta y fue tras de él.

     —Oh aquí está Namjoon. No pierdes el tiempo —le dio un golpe en la cabeza y éste le dio un empujón molesto— Ya, ya, yo solo vengo a molestar a uns persona. A Taehyung.

     —Yo también vine a eso, y a recordarle que ama a Jungkook locamente —y para agregarle dramatismo puso una mano en su cabeza, como en el teatro— Dice que va a comerselo a besos.

     —Yo no dije eso —volteó a verlos con el ceño fruncido, visiblemente molesto.

     —Oh no lo dijiste, pero eso va a pasar. Estoy tan seguro como que me llamo Seokjin Kim Edwards. Anota mis palabras, Einstein.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora