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22 de julio, 1942

     Seokjin siempre había tenido un problema con volver a casa, cuando salía con sus amigos eso representaba un modo de escape de su realidad y tener que regresar era una molestia. Tener que enfrentar aquello que le daba miedo, al abrir la puerta ver personificado el mayor de sus traumas y verse obligado a convivir con él hasta casarse.

    Hablaba de su padre, claro estaba. Kim Seokjun era un empresario común y corriente casado con una británica que había conocido en su infancia y con la cual había formado un hogar excepcional donde sus hijos nacerían sin disturbios, tenía amistades que lo consideraban un buen hombre y siempre asistía a la misa de los domingos para hablar con Dios, era en general un hombre promedio intachable. Pero Seokjin conocía el lado de su padre que no mostraba a los demás, ese lado oscuro que costaba enfrentar.

     Dejó su abrigo en el perchero haciendo el menor ruido posible para no alertar de su llegada, dio cada paso con lentitud para no hacer crujir la caoba y respiró con cuidado. Esperaba que sus padres estuviesen dormidos a esa hora puesto que era muy tarde, había aprovechado el día lo más posible para alejarse de su casa y perder la noción de todo, se había divertido molestando a Taehyung y de paso esperando en la estación de tren para ver si podría lograr encontrarse con la chica de hace meses, sin lograrlo realmente.

     Justo cuando iba a subir a su habitación, en el pie de las escaleras, pudo ver a su madre con los brazos cruzados y dándole una mirada mostrando desaprobación por la hora de llegar.

     —Hi —saludó pero Meredith ni siquiera se inmutó a devolver el saludo, claramente quería una explicación— Sorry, I just wanted to spend time with my friends before the exams in the university, please don't tell to him.*

     —He already knows, Seokjin. We were waiting for you all night, your father is very annoyed and I'm won't defend you —habló la mayor, poniéndose frente a su hijo y viéndole aún más molesta cuando éste soltó una risa.

     —You never defend me, I wasn't expecting that you do it —dejó a su madre detrás y comenzó a subir las escaleras para ir a su habitación aunque sabía que su padre estaría esperándolo para darle un sermón de dos horas.

     Tal cual lo predijo, antes de si quiera poner una mano en el portillo de la puerta, su padre lo llamó con voz fuerte y aún sin querer, tuvo que voltear a verle. Pudo descifrar furia, mucha furia, aunque Seokjin ya estaba acostumbrado a verla puesto que pasaba más afuera que en casa a pesar de lo mucho que eso molestaba a sus padres, incluso en Londres él hacía cuánto le venía en gana. Realmente nunca lo hizo porque quería, o porque le gustaba ver a sus padres tan hartos de él que ellos mismos lo echaban de casa, suponía que sólo lo hacía para llamar su atención y hacerles saber que necesitaba de ellos.

      Nunca funcionó sin embargo, pero se quedó con la costumbre y ya no pudo cambiarla.

     —Son las 2 de la madrugada, Seokjin. No sé qué clase de amigos tienes pero no son los correctos si vienes a esta hora de quién sabe dónde haciendo quién sabe qué cosas —la voz dura del señor Kim se escuchó por toda la planta alta de la casa pero Seokjin no cambió su expresión.

     —Me dices lo mismo todos los días, deberías buscar otro sermón, tal vez ese sí te funcione.

    La bofetada que llegó a su mejilla ya la tenía pensada desde antes de salir esa mañana, todo lo que estaba sucediendo él ya lo había previsto, porque sus padres eran predecibles. Pudo sentir el ardor característico en su labio y el picor por su mejilla, quiso sobarla pero se abstuvo lo más posible y no movió ni un milímetro de su rostro, tratando de hacerle frente a su padre y hacerle saber que ya no era el niño de 10 años asustadizo que se escondía del cinturón de papá luego de haber hecho una travesura.

En esta y mil vidas kth+jjkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora