Capítulo 11: Lazos de Sangre (parte I)

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El interior del Lombarghini era mullido, cómodo, frío y luminoso. Los asientos estaban forrados con cuero negro. El aire acondicionado estaba prendido a su máxima potencia. El exterior se veía a oscuras por los cristales ahumados. Lelouch se deslizó en el asiento frente al presidente Schneizel que se estaba sirviendo un Paul Masson en su copa redonda.

—Bien, ¿ya puedo saber por qué el presidente de Britannia Corps me honra con su presencia?

El aludido ingirió un trago. Sin prisa. Colocó la copa encima del minibar a su izquierda. Sacó un sobre de manila y se lo tendió. Lelouch lo agarró y abrió con cierta suspicacia.

—Mis palabras no lo explicarán mejor que esto. Las muestras de sangre usadas fueron la que había en las gasas cuando te cortaste y la de unos exámenes médicos del presidente Charles.

—Me hicieron una prueba de ADN a mis espaldas —masculló Lelouch y levantó la mirada del papel en sus manos hacia el presidente.

—No es ilegal —aclaró el presidente Schneizel tranquilamente.

—Fue sin mi consentimiento —indicó Lelouch con voz contenida.

—No lo hubieras aprobado —se justificó—. Dudaba que hubieras comprendido la urgencia de comprobar esta información. Espero no te ofendas, hermanito.

La nota dulce en la voz del presidente Schneizel repugnó a Lelouch. A leguas era falso. Como su persona. Al principio, sus ojos recorrieron las palabras despacio; mas, a medida que Lelouch iba entendiendo todo, acelaraba el ritmo de la lectura. Era tal su ansiedad por llegar a la siguiente línea que apenas alcanzaba a interpretar el sentido de la que estaba leyendo. Empalideció terriblemente. De pronto, sus dedos se contrajeron estrujando el papel y lo arrojó con violencia.

—¡Es un truco! ¡No es posible!

—¿Por qué no? Lelouch, ¿quién es tu padre? ¿Qué te dijo Marianne? —indagó el presidente Schneizel inclinando la cabeza como los adultos solían hacer cuando adoptan una postura condescendiente con sus hijos o hermanos pequeños. Lelouch frunció el ceño en respuesta—. Me resulta curioso. Pudiste deshacerte de tu identidad por previsión, pero no te ocultaste. Supongo que planeabas exponer tus intenciones en el devenir, ¿por soberbia quizás? Para que estuviéramos al tanto del nombre del autor de nuestras desdichas venideras —tanteó él. Hizo una pausa para beber otro poco de su vino—. «La sangre atrae a la sangre». Así dijo Macbeth. Literalmente en este caso. Sino fuera por la muerte de Marianne, no hubieras venido hacia nosotros para vengarte y yo no sabría que tenía un hermano —razonó, girando su copa distraídamente—. Es un dilema espantoso. Nuestros objetivos nos ubican en lados opuestos del tablero. Como el sucesor del jefe de familia y actual presidente de Britannia Corps, es mi obligación proteger lo que pretendes destruir; pero, eres sangre de mi sangre y yo debo apegarme a nuestro lema y si está a mi alcance la solución pacífica optaré por ella. Te extenderé mi oferta una vez más. Acéptala y no solo tendrás un puesto en nuestra firma, tú y Nunnally vivirán y serán tratados y respetados como miembros de los Britannia. Ya que no reside en mí el poder para hacerlos mis hermanos por la vía legal ni devolverles a su madre, los haré formar parte de su familia verdadera, como tuvo que haber sido, adoptándolos informalmente...

—Mi única familia es Nunnally —interrumpió Lelouch con los dientes prietos.

—...A cambio, desistirás de tu venganza —prosiguió el presidente Schneizel desatendiendo la réplica de su hermano—. Sé que eres razonable y no intentarás atacar a tu propia sangre...

—Mi sangre clama por justicia y voy a tomarla como sea —declaró Lelouch arrastrando las palabras por lo bajo, asegurándose así de articularlas con claridad para no repetirse—. No vine a esta ciudad para negociar con usted, vine para hacerles una advertencia...

Code Geass: BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora