Capítulo 30: Expiación

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El funeral de la señora Kozuki tuvo lugar a los siete días de su fallecimiento. Con la ayuda financiera de su amante, Kallen decidió organizar una ceremonia budista en conformidad con la tradición japonesa. Tal vez nuestro lector ya lo sepa. En todo caso, no está demás subrayar que los japoneses no profesan una doctrina religiosa determinada. En su lugar, incorporan a su vida cotidiana elementos de distintas religiones. De hecho, existe un dicho popular que lo testifica: «los japoneses nacen sintoístas, se casan cristianos y mueren budistas». No estaban en Japón, ciertamente. Sin embargo, Kallen quería honrar las costumbres. Después de todo, su madre había sido fiel a sus raíces durante toda su vida y los japoneses son muy respetuosos con las tradiciones. Kallen sentía que era lo que su madre hubiera querido y Kallen de por sí opinaba que era justo que su madre fuera enterrada como tal. Además del personal del bufete, Kallen invitó a Ohgi, Shirley, Milly, Rivalz y a su padre. Él había cubierto todos los gastos del hospital inicialmente antes de que ella se hiciera cargo. Se merecía su lugar en el funeral considerando la larga historia que compartía con su madre.

La Sra. Kozuki y el Sr. Stadtfeld o simplemente Ai y James no siempre fueron amantes. Ellos se conocieron en el instituto y tuvieron un hermoso noviazgo durante su último año. Estaban realmente enamorados el uno del otro y todo parecía indicar que ellos serían una de esas raras parejas que seguirían juntas aún después de que se graduaran. Lamentablemente, su relación no prosperaría porque la familia de él reprobaba a su novia. James provenía de una reputada familia de buena posición social. Apenas la familia se enteró de la raza y la clase social de la novia del heredero del apellido Stadtfeld, presionó a ambos fuertemente para que rompieran. La familia logró imponer su voluntad y Ai puso fin a una relación que les había llevado dulces alegrías a ambos por igual. James respetó la decisión de Ai y se marchó de su vida sin saber que Ai estaba embarazada. Ai no le contó. No quería causarle problemas al bebé y a él. Sobre todo, Ai no quería volver a ver a los Stadtfeld. La habían humillado, acosado, chantajeado e incluso amenazado por quitarle a James la preciada oportunidad de conseguir un compromiso prometedor y, por ende, un mejor futuro.

Ai renunció a su sueño de estudiar en la universidad y se las apañó para trabajar y criar a Naoto. Ai y su hijo tuvieron una vida tranquila hasta que el hilo rojo del destino tiró de los dos enamorados haciendo que se reencontraran diez años más tarde. James se disgustó con Ai por haberle ocultado que tenían un hijo en común y tomó la decisión de ocuparse de los gastos de la manutención. Desde entonces, los dos mantuvieron el contacto. Eso constituyó en su error. La flor del amor que alguna vez se tuvieron ellos se había marchitado a falta de agua y luz. No obstante, seguía viva. Con el tiempo y los cuidados adecuados, la flor de su amor recuperó su antiguo esplendor y de ahí nació un segundo retoño: Kallen.

Para ese punto, James había roto lazos con los Stadtfeld y se había convertido en la cabeza de la familia. El único problema era la Sra. Stadtfeld, la arpía con la que su familia lo forzó a contraer nupcias. De alguna manera, se enteró de la relación extramarital de su esposo. Los detalles se difuminaban a partir de aquí. La Sra. Stadtfeld se atribuía el mérito de haberlos separado. Se jactaba de ello mientras estaba borracha. Ella se portaba especialmente abusiva con Kallen bajo el influjo del alcohol, en el sentido de que le gritaba, la insultaba y le tiraba botellas de vino con la intención de correrla de la casa. El Sr. Stadtfeld dijo, por el contrario, que su separación había sido por mutuo acuerdo. Y Kallen nunca pudo preguntarle a su madre porque descubrió toda la verdad cuando ella ya estaba internada en un hospital en coma. Igual presumía que no le iba a proporcionar los detalles de su turbulenta vida amorosa. A su madre no le gustaba hablar de sí misma.

Sea como sea, Kallen se resintió con su padre. Sí, su madre había sido una estúpida al enredarse otra vez con su padre a sabiendas del daño que sufrió en su primera relación. No obstante, su padre nunca luchó por el amor que abrigaba por Ai y los hijos que habían concebido. Nunca se opuso a su familia ni se divorció de su esposa. Su falta de voluntad asqueaba a Kallen y sentía que a él también debido a la última plática seria que tuvieron. Con esto en mente, quizá ya no le resultaba tan raro que la determinación fuera una de las cualidades de Lelouch que más admiraba y apreciaba ella.

Code Geass: BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora