Capítulo 29: Fuego y hielo

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Cera. Era un nombre cuyo origen residía en el francés y el inglés y ese era el nombre que el profesor Asplund con que había bautizado a su clon. El profesor se decantó por renombrar a C.C., en vez de darle el nombre de la niña que murió en las experimentaciones del Proyecto Geass, porque quería cortar el vínculo que unía a su creación con aquella humana. Esa chica había tenido una vida corta muy miserable: una pordiosera huérfana que terminó como sujeto de prueba. Siendo un reputado hombre de ciencia, el profesor Asplund no creía que la suerte pudiera transmitirse a través de la sangre o, en este caso, por medio del código genético. Aun así, pensaba que la chica era una parte de la identidad de C.C. y no podía revertir ese hecho, de modo que le designó un nombre cuyo significado era el mismo del nombre de la mendiga: Cheryl, aunque él le comunicó a C.C. que la había llamado Cera porque era su creador y, por tanto, podía nombrarla como quisiera. Tanto Cera como Cheryl significaban «cereza». Solo que Cera era una acuñación moderna de «cerise» (la palabra francesa asignada a «cereza») y Cheryl* era una fusión de los vocablos «cherry» (la palabra inglesa equivalente a «cereza») y «beryl». Bueno, esa era una teoría entre tantas que hay sobre la etimología de este nombre.

A C.C. le gustaban ambos nombres, independientemente de las dimensiones semánticas. La razón era simple: ambos nombres expresaban una realidad que servía como prueba irrebatible de que había tenido padres. Varios padres, para ser exacta. Por un lado, su padre adoptivo, el profesor Asplund, quien la había guiado en esta etapa de renacimiento, por decirlo de alguna forma, y, por otro lado, sus padres biológicos. Todos sus recuerdos (implantados) en torno a ellos eran brumosos. Era como si su memoria hubiera frotado con una goma de borrar todos los momentos que su corazón y su mente habían atesorado, en el sentido de que las imágenes no desaparecían por completo ya que siempre quedaban borrones luego de borrar con dureza. Ella lamentaba eso, pues era todo lo que tenía de ellos. De ahí que la irritara que Tamaki se refiriera a ella por distintos nombres. Ella tenía el suyo propio y quería ser llamada por dicho nombre. Pero lo entendía. A Tamaki le parecía antinatural «C.C.» No era un nombre normal. Ni siquiera humano. No fue la única. Ellos les cambiaban el nombre a todos los sujetos. Era lo primero que hacían los científicos una vez que los secuestraban. Ellos jamás se tomaron la molestia de explicarle por qué les ponían otro nombre a los sujetos de prueba, aunque había concebido una teoría. Libraba a los involucrados en el Proyecto Geass de los remordimientos y a sus sujetos de su humanidad. De esta manera, podían mantenerlos en cautiverio y llevar a cabo las experimentaciones con mayor facilidad para sí mismos y para ellos

El renombramiento del profesor Asplund le dio la idea al presidente Charles, a su amante y al resto del personal del Proyecto Geass de denominarla «C.C.» (también aludida como «C2» por unos cuantos) ya que, técnicamente, Cera era una extensión de la vida de Cheryl (o una segunda vida para Cheryl, según se viese) y, por consiguiente, ella tenía dos nombres. Sería incorrecto referirse a ella solo como «C». Mas el profesor Asplund seguía llamándola «Cera». C.C. sospechaba que esa su forma de reivindicar su propiedad sobre su clon. Era por eso que daba nombre a sus máquinas. Ya cuando C.C. se marchó del Proyecto Geass y pasó a vigilar a Lelouch, nadie se dirigía a ella como Cera y C.C. pudo sepultar en el cementerio del olvido su nombre y desapegarse de su otra vida para siempre.

En principio, no le importó desprenderse de su nombre. Este conjuraba un pasado en extremo doloroso que corroía su corazón como el ácido vertiéndose sobre la piel. Incluso llegó a estar agradecida tan pronto decidió emprender la venganza. La compasión era un estorbo para sus planes. El remordimiento la distraía. A tal efecto, podemos decir que la propia C.C. fue quien había cogido esa goma de borrar y se hizo eso a sí misma. Irónicamente, en sus breves ratos de meditación, se dio cuenta que su libertad perdida, su nombre arrancado, sus sueños rotos, su vida arruinada y su humanidad robada eran las piedras angulares sobre la que se sostenía su venganza. Entonces, ¿la desolaba o la aliviaba no tener eso más? ¿Cuál era su verdadera motivación? C.C. no le había querido dar vueltas a esa contradicción y logró racionalizar su campaña para darle sentido a sus acciones y animarse a seguir. Se convenció de que tomaba la venganza ya que no podía rescatar nada de lo que había sido y debía resignarse a lo que la habían convertido. Un mueble. Una herramienta. Un arma. Una torre. Una bruja. Durante ese tiempo, ella salió a explorar el mundo. Halló una familia. Hizo amigos. Conoció el amor. Fue amada y amó. Ratificó que estaba en lo cierto. No podía volver a ser lo que fue. La suma de las experiencias la habían transformado en alguien nuevo. Esta transformación, a su vez, le brindó una nueva vida y lo perdió todo otra vez. Había vuelto a ser encerrada en una jaula del Proyecto Geass. Había vuelto a ser metida en una camisa de fuerza. Con la diferencia de que esta vez nada le fue arrebatado. Ella misma renunció todo. Por tonta. ¿Qué harían con ella? No experimentarían con ella. No tenía un Geass. Ella solamente había servido para ser una espía y ella los había traicionado. No le era útil al Proyecto Geass para nada. Cera amagó una sonrisa triste. Era obvio qué iban a hacer. Cera consideró este final digno para la bruja malvada que había sido.

Code Geass: BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora