Capítulo 16: Venganza

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Una vez todos los presentes se sentaron, el honorable juez Calares pidió al fiscal pronunciar su alegato inicial. Suzaku se puso de pie y se plantó frente al jurado y se inclinó. «Demuestra que eres respetuoso ante el jurado», le había indicado el fiscal Guildford cuando Suzaku era apenas un pasante. «No tema reducir el espacio entre ustedes. Haga que sientan que eres parte de ellos». Suzaku agarró con firmeza el pasamanos delante del estrado y examinó cada uno de los rostros de los miembros del jurado. Dio inicio a su alegato con voz alta y clara:

—Soy el fiscal público designado, el fiscal Suzaku Kururugi, voy a estar aquí para asistirlos a hacer el juicio. Con el fin de ayudarlos a entender, he preparado una presentación —Suzaku apretó el botón del mando, la pantalla al lado del estrado se iluminó y fueron apareciendo los hechos criminales sujetos al juicio. «Cuando pronuncia su alegato inicial, no solamente está enumerando hechos, está contando una historia. Sé que es complicado, pero trate de convertir el caso en una frase, en un tema, en una palabra, para que así tus palabras salgan de la boca del jurado cuando esté en la sala de deliberaciones»—. La madre del acusado fue encontrada muerta en su casa hace diecisiete años. La investigación determinó que la causa había sido suicidio, no obstante, el acusado declaró, durante un juicio, que fue un asesinato orquestado por Charles zi Britannia, el padre de la víctima, Euphemia li Britannia, aun cuando nunca fue comprobado. Años posteriores, el acusado —Suzaku recorrió la tribuna con la mirada. Había dejado a Lelouch para el final. «Siempre mire directo a los ojos del acusado. Si no es capaz de hacerlo mientras lo llama "culpable", ¿cómo espera que el jurado lo haga?». Suzaku alargó el brazo hacia quien fue su amigo—, este mismo acusado, a quien ustedes ven, conoce y tiene una relación formal con la víctima y después, el 8 de septiembre del 2027, cerca de las 2:14 de la tarde, la envenenó. Al matar a la víctima, el acusado se vengaría de su padre haciéndole saber el dolor de perder a un ser querido. Hoy, aquí, considerando toda la evidencia, tengo la intención de presentar a los miembros del jurado las pruebas de los cargos. En una visita a la casa de la víctima, el acusado pone arsénico en su vino, se asegura de que lo beba y enseguida, con el propósito de no ser atrapado, trata de huir. Sin embargo, es atrapado in fraganti. En su propia declaración el acusado confesó que, efectivamente, estuvo en la casa de Euphemia y que intentó escapar al avistar a la policía. De acuerdo con el artículo 250 del código penal, la fiscalía acusa al acusado de asesinato —cerró Suzaku, tajante. Era evidente que esas palabras estaban destinadas a él y quería que lo supiera.

«Por encima de todo, no debes llamar al acusado por su nombre. Da igual si suena reiterativo. Esta no es una clase de lengua y literatura. Nombrar a alguien lo humaniza. Es compadecerlo. No quiere que el jurado se apiade del acusado, ¿o sí, fiscal Kururugi?». Nada más uno de los consejos del fiscal Guildford Suzaku nunca siguió. Ese. Pensaba que incluso el acusado más despreciable tenía derecho. Ya no estaba tan seguro de eso. Suzaku regresó a su silla. El juez acercó la boca al micrófono:

—Abogada, ¿admite la acusación hecha por el fiscal?

La abogada se puso de pie y respondió con tal seguridad que disipó todos sus nervios:

—No aceptamos los cargos. El acusado se declara inocente.

—Está bien. Defensa, proceda con su argumento.

La abogada Stadtfeld asintió y se posicionó frente a la tribuna del jurado. «No olvides que el alegato inicial es una historia que tú ya masticaste, tragaste y digeriste y debes regurgitar para dársela al jurado», le había puntualizado C.C. mientras removía su vaso con el meñique. «Y, sobre todo, no olvides que el narrador es el personaje más vital: es quien controla la historia»

—Soy la abogada del acusado, Kallen Stadtfeld. Antes de comenzar mi presentación, quisiera felicitar al fiscal Kururugi por el estupendo trabajo que realizó por encontrar la verdad —dijo forzando una sonrisa rígida y volviéndose momentáneamente al susodicho, que parecía poco receptivo ante el elogio. Prosiguió—: Saben, al inicio, cuando estudié minuciosamente toda la evidencia, reconozco que yo también concluí que el acusado era el culpable; pero al poner atención a los detalles y al hablar con el acusado descubrí demasiadas dudas para poder dar por sentado que es culpable. Huir de la escena no es prueba de que pretendía evadir la justicia. Nada más estaba aterrorizado: había visto a su amada morir delante de él y había recibido un disparo. No lo habían interrogado siquiera y estaban tratándolo como sospechoso. No como el primer testigo —explicó—. La muerte de Euphemia li Britannia fue una tragedia. Era una joven hermosa, brillante y tenía varios años por delante. Es natural sentirse tristes y enojados. Es natural desear arreglarlo de algún modo. Es natural ansiar que alguien pague el daño. Pero Lelouch Lamperouge no hizo nada malo. Y quiero repetirlo para que no haya ninguna duda: Lelouch Lamperouge no hizo nada malo. Él es inocente. Toda la evidencia no demuestra que el acusado asesinó a la víctima. Es circunstancial. ¿Su reacción fue la correcta? Por supuesto que no. ¿Le hubiera gustado ser más valiente y permanecer en la escena? Por supuesto que sí. Pero no se puede retroceder el tiempo. Así como el fiscal se va a esforzar por mostrar que el acusado es culpable, presentaré pruebas que refutarán la afirmación de la fiscalía. El hecho de que no existe ninguna evidencia directa que señale su culpa será nuestra base para negar los cargos. Muchas gracias.

Code Geass: BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora