Capítulo 12: Lazos de Sangre (parte II)

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Lelouch llevó a su equipo a un restaurante de comida mediterránea. Sus citas con la joven heredera Britannia no solo habían ampliado su perspectiva gastronómica, también lo puso al tanto de los mejores restaurantes de Pendragón. Les explicó someramente a Tamaki y Kallen en qué consistían los platillos que captaron su interés. Nunca antes habían probado la comida mediterránea y Lelouch no iba a tomarse el atrevimiento de ordenar por ellos. Tan solo a Rolo le sugirió algunos que había tenía el placer de desgustar, ya que no mostraba inclinación por ningún plato y, a diferencia de sus animados y bulliciosos colegas, se limitaba a leer el menú en total silencio. Él hizo caso a su recomendación de tomar la paella. Kallen pidió mejillones sicilianos por su gusto hacia los mariscos; Tamaki, un Ratatouille, porque lo asoció con la película del mismo nombre y era lo único conocido para él en el menú y Lelouch, un Fattoush. Tamaki quiso sentarse al lado de su compadre, lo que dejó a Rolo y Kallen los asientos de enfrente. Kallen y Tamaki monopolizaron la conversación o, más bien, él era el que parloteaba y ella intervenía de vez en cuando. Rolo los oía con aire taciturno, mientras jugaba a darle vueltas al cuchillo de carne en un acto inconsciente bajo la mirada atenta de Lelouch. Estaban echando mano a las viandas delante de ellos, cuando se le ocurrió una forma sutil de fomentar el sentido de pertenencia y estrechar los lazos entre los miembros. Dijo:

—¿Qué les parece si jugamos un pequeño juego? Es simple. El jugador en turno realiza una afirmación sobre otro y si esta es cierta, el interpelado bebe; si falla, el jugador es el que bebe.

—¿Ese juego no salió en ese viejo programa de fantasía medieval que ve Carmen? —inquirió Tamaki, rascándose el pecho. Lelouch lo pateó en la espinilla. El hombre pegó un brinco.

—Para evitar agotarnos, que sea una afirmación por turno y la persona que recientemente fue interrogada será la siguiente en jugar y así iremos rotándonos, ¿se entendió?

—¿Acaso este juego es una manera de fanfarronear tus habilidades detectivescas? —inquirió Kallen. No disimuló la pizca desafiante en la pregunta.

—Tal vez —Lelouch le regaló una sonrisa pícara—. Veremos qué tan buenos detectives son algunos, ¿quién empieza?

—¡Yo! —exclamó Tamaki alzando la mano vigorosamente y borbotando el mojito que estaba bebiendo. Lo descargó sobre la mesa con una rudeza no intencional y exhaló fuerte. Miró a Kallen, que estaba delante de él, con ojos entornados. Anunció agitando el dedo en su dirección—. ¡Tú tienes un tatuaje! —le sostuvo la mirada por unos minutos, dilatando la incertidumbre, y ella bebió un trago—. ¡Sí! Era obvio. Tienes el piercing en la oreja, ¿no vas a tener el combo completo?

—¿Es verdad?

—Cuando era adolescente, tuve un periodo de rebeldía máxima. Solía escaparme de casa y hacer locuras. Participé en varias peleas de robot ilegales, por ejemplo —explicó una Kallen aturullada. La presión de todas las miradas sobre ella la hizo encogerse en su asiento—: ¿qué? ¡Era divertido! Mi Guren pateó muchos traseros. No se crean. ¡Miren! Buscaba adrenalina y afuera la obtenía. Y creo que me gustaba cabrear a mi madras..., mi madre. El tatuaje fue la gota que colmó el vaso. Recibí una paliza, pero valió la pena —se rió de sí misma—. Estaba loca...

—¿Estabas? —cuestionó Tamaki, juguetón—. ¿Y en dónde tienes tu tatuaje?

—Eso no te lo diré —increpó, ruborizándose—. Es mi turno de jugar —afirmó. Se volvió a Lelouch—. Tú aprendiste a bailar tango cuando eras niño.

—Bebe.

—¿Qué? —exclamó, boquiabierta y decepcionada de haber fallado—. ¿Cómo es posible? Si no aprendiste bailar tango a esa edad, ¿cuándo fue? —gimió. Kallen cogió su vaso y lo sorbió.

Code Geass: BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora