Capítulo 6: Diamantes en bruto

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¿Cómo supo Luciano que estaba allí? Solo había una explicación: tuvo que haberlo seguido. Acudió de golpe a su memoria que Luciano estaba en la fiesta de Britannia junto a Schneizel. Hace diecisiete años, trabajaba para Charles zi Britannia. ¿Significaba que ahora era el esbirro de Schneizel? No estaba desconcertado. Infirió que si llegaba a ser cierto que Britannia Corps quería deshacerse del vicepresidente tratarían de disuadirlo. Por todos los medios. La fuerza no sería la excepción. Luciano no era paciente ni generoso. Si no lo había matado ya, era porque Schneizel se lo ordenó. Antes de emprender su cruzada, Lelouch era consciente que si iba a enfrentar a Britannia Corps se vería las caras otra vez con Luciano. Imaginó que su reencuentro sería más o menos en algún cuarto a oscuras, él estaría atado y amordazado y Luciano y sus apandillados lo acecharían como depredadores hambrientos. El elemento nuevo y, por quién más temía, era Kallen.

Luciano no agregó más después de advertirle. Demoraron una eternidad en que lo único que escuchaba eran las respiraciones temblorosas de Kallen y la suya hasta que el coche frenó de súbito. Los forzaron a salir a empellones. Innecesario, pero era demasiado pedir para Luciano. Sin quitarle la capucha, arrojaron al piso a Lelouch. De inmediato, hizo el intento de levantarse y uno de los matones aplastó con su pie su espalda. Luciano sacó un cigarro y lo encendió. Lelouch agudizó sus sentidos. Podía oír un gorgoteo suave que procedía desde su derecha y el salvaje rugido de unas olas golpear con furia contra algo. Asimismo, llegaba a su nariz un olor salino. ¿Era posible que estuvieran en un muelle? La universidad no estaba muy lejos de la bahía. Rendido ante la incertidumbre, Lelouch sentía que sus temores de la niñez regresaban a él. Por Kallen y por sí mismo, debía empujarlos a un lado e ingeniar un método que los ayudara a salir de esta situación. Esta vez no se quedaría paralizado.

—¡¿Por qué nos h...?!

Se calló cuando Luciano apagó su cigarro en su mano. La quemazón era tan aguda que sentía el fuego infiltrarse por sus venas, erupcionar su torrente sanguíneo y destruir sus nervios. Se tuvo que morder la lengua para no gritar. Apretó los párpados con exagerada fuerza.

—Tú no haces las preguntas —lo reprendió Luciano con voz ríspida acercando su rostro al suyo. Su aliento con olor a nicotina traspasó la tela negra de la capucha. Lelouch tosió—. Solo obedeces. Escúchame bien, Lamperouge, —dijo Luciano, adoptando un tono severo— vete de Pendragón. Regresarás a la puta alcantarilla de dónde saliste y nunca volverás o te mataré con mis propias manos. ¿De acuerdo? De acuerdo.

Resollando de rabia, Lelouch alzó la cabeza hacia donde creía estar Luciano.

—Dile a tu amo que no abandonaré esta ciudad mientras esté con vida —masculló.

—No, no, no, eso no fue una pregunta. Tampoco tu propuesta es una opción. O te exilias por siempre de esta ciudad o te haré ver cómo le corto los pezones a tu mujerzuela y todo lo que tenga hasta hacerte cambiar de opinión —conminó fumando otro cigarro.

Luciano volvió a agacharse junto a él y dejó caer en su palma el filtro carbonizado.

—¿Te atreves a matar a una mujer inocente y no a tu presa? No lo entiendo, ¿de qué serviría matarme después? ¿Por qué no ahora? —preguntó Lelouch jadeante, poniendo muecas cada vez más grotescas a medida que las partículas se fusionaban con su piel—. Respóndeme algo, ¿cuánto te paga tu jefe?

—Sin preguntas.

—Puedo ofrecerte el doble si nos dejas ir.

—No.

—¿Por qué? ¿Por qué te lo ordenó tu jefe? Mira, él no está aquí, a quien yo veo a cargo es a ti. Estoy dispuesto a llegar a un convenio que nos favorezca a ambos si accedes a escucharme.

Code Geass: BloodlinesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora