Capítulo 11 ― En este mundo de hombres, tú sobras.

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Mariel...

Llegué a mi apartamento después de manejar por un buen rato hasta el lugar donde vivo, desde que me hice cargo del negocio de mis padres decidí que lo mejor era vivir mi vida aparte, así no molestaba a mi madre con, según ella, mis gemidos locos y chillones.

Deje mis llaves y mi bolso en mi sala, me quite los zapatos y los aventé por quién sabe dónde, la cabeza me estaba matando y quería un buen baño.

Entre a mi cuarto y me quite toda la ropa, tome la toalla y cuando entre al baño, la tina me miraba con ojos seductores. « ¡Si mi vida ya voy a ti corazón! » exclamé y abrí la llave caliente mientras me sentaba para que callera sobre mi cabeza mientras con la otra llave se llevaba la tina.

Rocíe los productos que uso para el cuidado de mi piel, pues en eso soy bastante vanidosa. Deje que la espuma y el olor a lavanda me relajaran, había tenido una noche increíble y la verdad, hace tiempo no me sentía así.

Mientras enjabonaba mi cuerpo el recuerdo de los besos del hombre vino a mi mente, sus besos, sus caricias hacían eco en mi memoria como, si está quisiera grabárselos hasta lo más profundo de mi ser.

El calor y deseo inundó mi cuerpo de tal forma que, pase mi mano por mi feminidad. El mero toque me hizo vibrar así que continúe acariciando mi monte, moviendo en círculos mis dedos. Estrujé mi seno y gemí cuando introduje mis dedos dentro de mí.

Imaginé al hombre de anoche entrando y saliendo de mi con su duro miembro, aceleré mis penetraciones y comencé a gemir, arqueé mi espalda cuando sentí la máxima excitación acompañada de un increíble orgasmo que hizo mis piernas temblar.

Mis respiraciones eran inconstantes y jadeantes, mire al techo y recapacite en lo que acababa de hacer.

― ¿Qué demonios acabo de hacer? ¿Cómo es que, pude fantasear con alguien sin conocerlo? ― murmuré mientras me incorporaba y enjabonaba mi cabello.

Confieso que me encanta tocarme a mí misma, pero, jamás lo había hecho imaginándome a una de mis citas casuales. No era mi estilo, pero, ese hombre, había recorrido mi piel de una manera exquisita.

El aroma que emanaba de él era increíblemente varonil y, sentí que se había impregnado en todo mi ser.

« ¿Y si lo buscaba? » pensé pero me di un mero sape en mi cabeza. ¿Cómo se me ocurría pensar eso siquiera? Yo no era mujer de un solo hombre, me gustaba disfrutar sin complicaciones ni relaciones tontas. Ese tipo de compromisos no eran para mí en lo absoluto.

Terminé de bañarme y salí de la tina más relajada, el baño me había hecho mucho bien así que, ahora podía disfrutar de una siesta para más tarde ir al campo de Football y mirar con detenimiento las prácticas para después asistir a la tan esperada reunión con los directivos de la NFL.

Mientras me cambiaba mi celular sonó, miré la pantalla y sonreí. Seguro Lena tuvo una noche increíble al igual que Paola.

― ¡Hola baby! Milagro que me llamas estúpida ― me puse mi ropa interior mientras contestaba.

― ¡Pase la mejor noche de mi existencia Mariel! Ese hombre es un dios en la cama y ¡Ay no! Tremendas jaloneadas que me dio... ― carcajeé ante la mención de mi amiga, yo también tuve una noche maravillosa.

― ¿Dónde estás ahora? ― cuestione ― no me digas que te dejo plantada.

― ¡No! Amiga me pidió mi número y.... Se lo di ― Lena gritaba emocionada y eso me alerto un poco.

― No te ilusiones tan pronto Lena, apenas tuvieron sexo y ya imaginas otras cosas ― le advertí.

― Oye, quizás esté si sea mi hombre correcto ― me deje caer sobre la cama riendo.

La Obsesión de Jack Black [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora