Los gemidos en la habitación eran acompañados por el chillido de la cama bajo los cuerpos de los dos amantes.
Sus pieles calientes y sudorosas exigían más contacto del otro, las manos femeninas se paseaban por el pecho firme y duro de su amante mientras unos brazos fuertes la sostenían de la cintura mientras saltaba sobre él a un ritmo del cual amaban.
Rápido y duro.
Los gemidos de Lucy caían en su oído sonando como una melodía dulce y erótica, le encantaba eso.
Unas embestidas más y su vientre se apretó en un orgasmo devastador, la castaña cayo rendida sobre su cuerpo caliente mientras suspiraba satisfecha.
- Mierda - gime bajito cuando siente como sus esencias se mezclan entre sus piernas.
Abraham ríe bajo, une sus labios con ella en un beso lento y apasionado, los acuesta sobre la cama y los cubre con la sábana de su cama.
- Fue increíble - le dice Abraham y Lucy lo mira sobrada.
- Lo sé - dice Lucy y se acuesta a su lado llevándose algo de la tela para cubrir su cuerpo.
- ¿Alguna vez esa lengua de veneno para? - le pregunta Abraham acostándose de lado para verla mejor, Lucy pasa dos dedos sobre su pecho aún sudoroso por la acción de antes.
- Pero esta lengua te hace maravillosa - le hace puchero - ¿Porqué la detendrían? - le pregunta Lucy mirándolo a los ojos.
- A veces sueltas más de la cuenta - le dice Abraham acercándose su rostro al de ella para besarla en los labios.
- Solo digo lo que sea para calmar tú humor de mierda - le dice Lucy y Abraham gruñe atrayéndola a él, necesitaba su calor.
Habían pasado muchas cosas en varias semanas, y cada vez a Abraham le intrigaba la mujer que tenía frente a él, ninguna mujer era tan liberal con él.
Siempre estuvo acostumbrado a que las mujeres se volvieran sumisas o hasta empalagosas con él, tanto que se aburría de ellas y las desechaba con facilidad. Pero Lucy no era ese caso, es más, le atraía.
Lucy era el tipo de mujer que era perfecta para él, no titubeaba frente de él, era segura y le importaba una mierda lo que hacía, la primera vez que la vio pensó que era una mujer común, como todas, que largo estaba de su definición.
No fue fácil llevarla a su cama, que era donde principal quería llevarla, luego se volvió adicto. A ella.
Su actitud, su figura, todo en ella le llamaba la atención, habían veces donde no quería admitirlo, que le importaba una mujer aparte de su madre, no quería pero los hombres eran débiles ¿no? Así pensaba Lucy quien estaba satisfecha de esa "curiosidad" que despertó en Abraham.
Habían cosas donde la misma Lucy provocaba, por ejemplo, los celos de macho alfa del cadiceño.
No era difícil torcerle un nervio, tenía un carácter muy explosivo y poco impaciente. Se había encargado de estudiarlo con más detenimiento.
La dejaba ir a su casa y caminar por los alrededores de toda la mansión, había estudiado cada rincón, cada cámara y cada hombre en el lugar. Estaba casi todo listo solo faltaba idear algo sólido para comenzar.
Se había encargado de las personas de confianza de Abraham, entre ellas la magnífica Chantel, quien no fue un problema en verdad.
Solo tenía que volverla loca de celos para que intentara matarla y ya Abraham se encontraba apuntándole con un arma.
- ¡Esa perra solo te está usando! - grita Chantel mientras Abraham no baja el arma.
- ¿Y en qué exactamente me usa? - le pregunta Abraham mientras Lucy lo abraza mientras "lloraba" por los acontecimientos anteriormente hechos.