12. Ducha

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- Bien Anna, él es Abraham, él se quedará con nosotras por unos meses - le dice su compañera de piso presentando a su novio a su amiga.

- Mucho gusto Abraham - dice Anna irónica, no le agradaba alguien más en el apartamento. Pero si él pagaría el alquiler mientras ellas siguen estudiando en la universidad. Debía tragar vidrio.

- El gusto es mío, Anna - le dice Abraham extendiendole una mano.

Anna le toma la mano y una corrientes eléctrica la recorrió de pies a cabeza por ese simple tacto, mira a Abraham quien la miraba fijamente.

- Vale - dice Anna separándose de ese tacto - Yo me iré adelantando a clases, con permiso - le dice Anna a su amiga y camina entre los dos, toma su mochila con sus cosas y sale del lugar rápidamente.

- Que rara - dice Fernanda riendo - Bueno amor - dice coqueta tomando las manos de su novio - ¿Qué tal si te muestro la habitación? - le dice en modo pícaro.

- Lo siento Fer, pero vengo cansado del viaje - se escusa y la pelinegra le hace un puchero - Te prometo que cuando ya esté descansadito haremos lo que quieras - besa levemente sus labios, ella le sonrie.

- Esta bien, ven - lo toma de la mano y Abraham se sintió extraño por ese tacto, lo jalo hasta la habitación y ambos entraron - Anna duerme unas habitaciones alejada de nosotros y es insonorizada de adentro hacia fuera y de fuera hacia dentro, así que el ruido no será el problema para nosotros o ella - le guiña un ojo y lo empuja a la cama.

¿Así que la rubia dormía insonorizada? Que buen detalle.

- Bueno amor descansa, que yo también necesito ir a clases - besa sus labios - Nos vemos - le dice risueña.

- Vale, ten cuidao' - le dice Abraham y la chica toma su bolso de la cómoda, le tira un beso y sale de la habitación.

Minutos después cuando Abraham oye el ruido de la puerta principal cerrarse, se levanta rápidamente de la cama y sale de la habitación.

Mira las puertas del lugar y sus ojos se posaron en la última habitación del pasillo, se acercó a ella y la abrio lentamente.

Asomó primero su cabeza y pasó todo su cuerpo lentamente hasta entrar del todo en la habitación, cerro la puerta y miro el lugar.

Comparó la habitación de Fernanda con esta, y era por mucho más ordenada que la pelinegra.

Cada cosa estaba en su lugar, se veía espacioso, limpio, sacado de una revista.

Paseo sus dedos por cada superficie que encontraba hasta llegar al armario, lo abrió y un distintivo aroma le llenó las fosas nasales.

Movió prenda por prenda hasta dar con el que esperaba encontrar, tomo la percha y un lindo vestido de color vino se reveló ante él, acercó el material y ese aroma lo enloqueció... otra vez.

- Oh si, más, más - escucho ese gemido y nuevamente otra nalgada fue a parar en su trasero.

- A mi puta le gusta esto ¿no? - gruño cerca de su oído mientras arremetía con más fuerza.

- Oh sí, oh sí ¡oh! - exclama al llegar al clímax.

Un tirón en sus pantalones me advertían lo que pasaría si seguía recordando, río y dejó la prenda donde había estado.

Abrio un cajón y se encontró con varias lencerías bien acomodadas, tomó una y esta era una tanga de encaje con transparencia.

- Lindas braguitas - una risita juguetona se escuchó en toda la habitación a oscuras, estaba borracha. Muy borracha.

Abraham Mateo Donde viven las historias. Descúbrelo ahora