Trece

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Trece

"Ay, no" gemí cuando el juego se detuvo, dejándonos en el punto más alto.

"Todo está bien." Rió Frank, en cierta manera, su risa era muy reconfortante. "Ahora, como te decía.." se levantó de su propio asiento y dio pequeños pasos cautelosos hacia el mío, sentándose junto a mí al tiempo que frotaba mi rodilla. "Me tomé mi tiempo. Todas esas horas encerrado en el baño, dieron sus frutos." Explicó, pero yo a penas lo oía sobre el latido de mi corazón nervioso y mis gritos de auxilio internos.

"¿Enserio?" pregunté, para seguirle la corriente más que nada.

"¡Sí! Y ahora sé lo que quiero." Gritó en alegría, por un momento, pude salir de mi propia coraza asustada y noté en sus ojos un brillo más notorio de lo usual, a comparación de su rostro, su sonrisa lucía demasiado amplia y el viento nocturno empujando sus ligeros cabellos hacia atrás no hacía más que remarcar sus expresivas cejas.

Ladeé la cabeza, puesto que el esperaba que comprendiese lo que intentaba decir. Mi pequeño cerebro no procesaba muy bien, y esa definitivamente no era suficiente información como para acelerar mi comprensión.

"¡Te quiero a ti!" exclamó, seguía sonriendo y sus mejillas no mostraban ni el más mínimo rubor. Exhalaba confianza. "Lo he decidido. Ya sufrí lo suficiente, y si tú me quieres pues entonces podemos intentarlo. Porque bueno, supuse que me quieres porque me besaste el otro día y no cualquiera hace eso, ¿o sí? Digo, no sabría decirte porque nunca lo he experimentado y sólo le he visto en películas y aunque las películas mienten..." balbuceó, ese era uno de los pequeños detalles que no había notado, pero al parecer, cuando estaba nervioso balbuceaba.

"Y creo que mi padre ya no va a poder lastimarme, porque también he decidido quedarme contigo- ah, claro si a ti te parece."

Creí que ya era tiempo de bajar, llevábamos un buen rato ahí arriba. Pero no podía importarme menos; la situación era digna de sueños.

"Frank, no podrías hacerme más feliz." Suspiré, su sonrisa nerviosa tomó un giro casi imperceptible a una sincera.

Me acerqué a él, sabiendo que si lo besaba ahora, sería correspondido. La rueda aún no se movía, debió haberse averiado, pero maravillosamente, ya no estaba nervioso en lo más mínimo. Lo único que podía ver, pensar o sentir eran sus ojos, que después de mucho lucían felices.

Subió una mano con impresionante lentitud hasta mi sien, tomándose su tiempo para analizarla, quizá estaba capturando cada detalle con las yemas de sus dedos, quizás estaba viendo mis ojos de la misma manera que yo veía los suyos, nunca sabré. De ahí se deslizó hasta el mentón, acariciando con cada uno de sus jóvenes dedos el recorrido. Iba demasiado lento y me estaba volviendo loco.

"Dios, bésame y ya antes de que explote." Soltó una pequeña risita y finalmente, cambió la velocidad en sus movimientos. Su mano pasó de estar detrás de mi oreja hasta la nuca, sonreía pícaro y parecía estar disfrutando del momento. El peso en mi pecho, ocasionado por la altura y peligro, seguía ahí, pero a penas y lo sentía- pronto lo único que pude ver, sentir o vivir fue sus labios sobre los míos.

Tal vez las películas no enseñan mucho, pero en nuestro caso era suficiente. Al menos sabía besar, y viviendo de él todo sabía bien. Demasiado bien.

Tomé su cabeza con ambas manos, en un intento de retomar el yo usual, el que no era sometido por un juego mecánico y un chico tímidamente lindo. Me debatía entre morder su labio inferior o dejarlo como el beso inocente con el que comenzamos, iba a ser difícil dejarlo así. A Frank no le molestaba en lo absoluto el estado del beso, sonreía detrás del mismo y sus párpados caían ligeros sobre sus ojos, entonando sus pestañas. Me dije que debería cerrar los ojos, era el pequeño momento que nunca se repetiría y lo estaba desperdiciando.

Mi Nombre es Frank  -Frerard- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora