Diez
El día siguiente abrí los ojos excepcionalmente temprano, a pesar de haberlos cerrado a la una de la mañana con sueños subconscientes que hicieron lo imposible por impedir mi descanso.
Lo primero que vi fue una silueta bien cubierta a mi lado- no sabía qué pensar hasta que recordé los hechos del día anterior.
Frank Iero, café, televisión, Frank Iero.
Frank, en resumen.
Frank y yo habíamos dormido en la misma cama, bajo el mismo techo.
Me encontraba como una chica adolescente aguantándose los gritillos de emoción en pleno amanecer, por lo que tuve que salir, a donde no despertara a nadie.
Al final, decidí que lo mejor sería conseguir algo de comida, ya que mi refrigerador se basaba principalmente en pepinos amargos, casi incomibles, un cartón de leche casi vacío y una lata de cerveza que de seguro nunca consumiría.Atravesé el pequeño supermercado a la vuelta del conjunto de apartamentos mientras tarareaba sin preocupación una de esas canciones pegajosas de Michael Jackson. Mi primera parada fue el pasillo de jugos y café; tomé el café más caro, el que juraba ser gourmet y súper extra orgánico esperando que me sumara puntos con Frank. Eché verduras y frutas extrañas al carrito, que no servirían más que para decorar el frutero en la cocina, pero quería verme como una persona decente.
Creo que fue el momento en el que gasté una inmensa cantidad de dinero en comida que finalmente llegué a la conclusión de que probablemente por Frank sentía algo más que ese enamoramiento de chica en octavo grado, algo más que esa pequeña chispita que iba destinada a apagarse pasadas las semanas. Había caído en la arena, y dicen que entre más trates de escapar, más rápido te hundirás.
Creí que lo mejor sería dejar los sentimientos a merced del destino o lo que fuese, tenía la falsa esperanza de que con despensa, frutas maduras y pan recién hecho, las cosas mejorarían para él y para mí.Una bolsa de Doritos, un kilo de naranjas y dos cajas de cereal no iban a resolver nada.
Pero otra pequeña parte, la parte que había visto demasiados maratones de películas románticas a media noche, insistía que podía ser. Podíamos huir y escondernos de los problemas. Podía esconder a Frank de su padre, dos pisos abajo.
El tipo estaba tan borracho siempre que dudo que se enterara de que su hijo había desaparecido.La misma mitad que susurraba en mi oído que las cosas no funcionarían me decía que lo que estaba haciendo, además de insensato, era egoísta en extremo. En primera, no había consultado a Frank para nada.
Había planeado mi vida entera con él sin decirle nada al respecto.
Pero podía mencionárselo luego, ¿cierto? Él no tenía que enterarse de mis extraños sentimientos confusos en su contra hasta después. No había prisa.
La prioridad en estos momentos era él. Mantenerlo a salvo y feliz en mi apartamento.
Con café y suficiente sigilo, nada podía salir tan mal.
**
"Buenos días." Saludé al entrar por la puerta chirriante de mi apartamento, Frank se despegó inmediatamente de lo que creo era mi guitarra.
"Eh, hola." Musitó, evitando mis ojos.
Era un chico extraño; lo había comprobado. Sacarlo de su coraza tímida y agresiva no resultaba fácil, en cuanto se daba cuenta de que había puesto un pie fuera de la línea, regresaba a su cascarón usual, el que no le quedaba. Quién sabe qué habría que decirle para hacerlo sentir cómodo, al menos junto a mí- yo nunca lo juzgaría.
ESTÁS LEYENDO
Mi Nombre es Frank -Frerard-
FanfictionEntonces su mundo se dividió en dos posibilidades; ayudarlo, salvarlo de su miseria y a sí mismo en el camino, u obedecer y sufrir con la constante tortura de escuchar los llantos dos pisos arriba. Después de todo, Gerard sabía que nunca podría tene...