Dieciséis
"Y dije que no iba a besarte, porque lo más difícil de esto es dejarte atrás."
Si nos esforzamos lo suficiente, creo yo que podemos escuchar la tragedia en el aire, ver la tristeza en los labios de una persona y notar los secretos que pueden resultar tan obvios en los ojos del mismo. Podríamos hacerlo, pero siempre estamos demasiado enfocados viendo la perfección del que amamos y las desgracias del que odiamos como para encontrar cualquiera de sus detalles meticulosamente escondidos.
Estaba demasiado ocupado nadando en los ojos de Frank como para encontrar sus secretos. Buscaba las sirenas de policía en la distancia, no supe cuáles eran sus intenciones, y cuando besé sus labios, probé sus tristeza, pero sin saber el por qué de ella.
"¿Tenemos todo?" pregunté, metiendo mi disco de vinil predilecto en una de nuestras mochilas, a la fuerza. Íbamos a dejarlo todo, sólo llevábamos lo esencial, y mi disco de los Misfits era esencial.
"Creo..." suspiró Frank. Él era el más afectado de los dos, por alguna extraña razón. Yo creía que era porque le costaba dejar los escasos buenos recuerdos que tenía en ese conjunto de apartamentos. Como Ray, su hermano, los buenos días con su padre, o las tartas de calabaza de Jacky.
Yo iba a extrañar la repostería de Jacky, definitivamente.
Pero fuera de eso, no me sentía mal- era como si fuera a emprender unas vacaciones permanentes de bajo presupuesto a donde el viento me llevara, con la persona que más amaba. Envejeceríamos juntos en un ranchito del sur y regañaríamos a nuestros nietos por jalarle la cola a nuestro gato naranja. Caminaríamos los domingos por la tarde con un cigarro en los labios y después nos sentaríamos en una banquita oxidada a tomar café, yo qué sé. Tal vez al final sí terminaríamos en trajes de pingüino bajo el altar, ahorraríamos por días para comprar discos y una nueva guitarra, iríamos a un concierto tributo a los Beatles. Miércoles de cine, jueves de karaoke. Tendríamos un apartamento más agradable y una rutina menos deplorable.
Y solamente entonces, todo estaría bien.
Por él, y sólo junto a él enfrentaría la crisis de los cuarenta, las series de televisión clichés y las peleas de pareja que todos parecen tener.
Porque lo amaba y eso es lo que la gente hace cuando se aman, ¿cierto?
Darse sobrenombres, aguantar los gustos musicales insoportables del otro y dividirse la cuenta del restaurante.
Le compraría treinta tazas azul cielo si me lo pidiera (y era bastante capaz de hacerlo), abandonaría a mi familia entera y me despediría de mis sueños, pero Frank no haría algo así. Creo que al menos, conocía una pequeña parte de él, la parte que él se había esforzado en labrar, y ésa era la parte moral.
Ese pequeño pedazo de él que guardaba amor, y que se preocupaba demasiado por los demás aún sin darse cuenta, el que tomaría una bala por un desconocido.Desde alejarme de él, hasta obligarme a dormir en la cama para tener una buena noche de sueño.
Frank era tan leal como un cachorro, y tan amoroso como una madre. Aun si mis comparaciones no son las mejores, son lo suficientemente buenas como para que entiendan mi punto.
"¿Gee?" Preguntó él, la tristeza en su voz elevó la densidad del aire a un nivel quede seguro no era sano. Giré mi cabeza hacia él. "Te amo." Susurró, y en ese susurro lo escuché romperse como un palito caído en el suelo del bosque.
"Y yo a ti, Frankie." Aclaré, ya que no podía decir mucho más después de todo.
Frank agachó la cabeza y asintió varias veces, cubriéndose la boca con la manga del suéter rojo que alguna vez me perteneció. Un suéter que aun cuando a mí me quedaba pequeño, Frank parecía caber dos veces dentro de él.
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Mi Nombre es Frank -Frerard-
FanfictionEntonces su mundo se dividió en dos posibilidades; ayudarlo, salvarlo de su miseria y a sí mismo en el camino, u obedecer y sufrir con la constante tortura de escuchar los llantos dos pisos arriba. Después de todo, Gerard sabía que nunca podría tene...