Once

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Once

El humor de Frank se deterioró con el pasar de los días, después de nuestra tarde naranja de tazas vacías, él dejó de ser el mismo.

Ni siquiera el Frank-odio a todos volvió, mucho menos el Frankie que amaba. Él se fue luego de esa tarde, y me dejó un alma sin sentido detrás.

El primer día noté su ausencia después de que sus sonrisas luminosas fueran remplazadas con unas llenas de mentira, una máscara de tristeza. El día siguiente, Frank se olvidó de sonreír, el tercero, supe que algo lo molestaba muy obviamente, porque no se tomó su taza de café. Y Frank Iero no dejaba el café ni aunque estuviese envenenado.

El cuarto día, tuve que abrazar a un chico roto en el suelo de mi baño, mojado en lágrimas. Decidí entrar luego de tres horas y quince minutos de que desapareciera dentro del cuarto, era como ver morir a una mariposa. De pequeño, trataba de cuidarlas, las metía en un botecito con florecitas en esperanza de que volviese a la audacia vivaz característica de su especie, en espera de que sus alas regeneraran, pero ninguna nunca lo hizo. ¿Y si eso ocurría con Frank? Otra mariposa que no podría salvar.

"¿Puedes decirme que pasa?" susurré en su oído, su cabello húmedo por el sudor presionaba junto a mi pecho, que trataba de mantener su movimiento usual.

Él negó con la cabeza.

"Frank, quiero ayudar."

"¿Vamos a volver con eso, Gee?" espetó, su voz emergió de sus rosados labios aún mas ronca de lo que la esperaba. Fue difícil tener que escuchar la música que alimentaba mi vida deshecha, rota- como las primeras veces que la escuché. Había intentado con todo mi ser reparar la melodía, no quería ver a mi mariposa morir de nuevo.

Quería verlo reír, quería verlo tomar café en las mañanas, deseaba toparme con su sonrisa todos los amaneceres al recién despertar, porque él insistía en dormir en la misma cama que yo.

"No quiero tu ayuda." Dijo, rompiendo todo lo que habíamos estado construyendo.

Sin embargo, seguía en mi casa, en mi baño, entre mis brazos, por lo tanto su intento de alejarse no era muy cierto- no todavía.

Consideré el cerrar todas las puertas y ventanas, con tablas si era necesario. El punto es que Frank no podía irse de nuevo, no podía dejarlo ir.
Ya no tenía que ver con mi propia satisfacción y sentimientos deshilachados, tal vez tenía estaba un poco relacionado con el asunto ese de estar 'enamorado' . Después de todo ,dicen que es el primer síntoma del amor; poner la felicidad del otro sobre la propia.

Pero Frank no era feliz, y yo ya estaba sacrificando mi felicidad. ¿Estaba haciendo algo mal?

El quinto día, Frank no estaba cuando desperté, tampoco estaba en el baño encerrado como esperaba que lo estuviese. Mi corazón amenazaba con salir propulsado de mi pecho en preocupación cuando lo enncontré, en la terraza de un metro cuadrado, como máximo.

"Creí que te habías ido." Suspiré, mientras intentaba conseguir una pequeña miradita suya, cualquier instante que lograra capturar de sus ojos estaría bien, sin embargo, no volteó, ni contestó.

El único movimiento que había en su cuerpo era el de sus mechones de cabello volando hacia atrás a causa del viento, y ni siquiera era un movimiento voluntario.

El ambiente olía como hacía semanas atrás; contaminación, comida rápida y motor descompuesto. Ahora no había esencia agradable detrás de la putrefacción, otra metáfora tal vez. Tal vez no siempre encontremos la belleza después de la maldad. Recuerdo cuando recién escuché a Frank, recuerdo cuando lo vi desaparecer en la oscuridad, cojeando. Recuerdo muy bien que lo odié la mañana siguiente, y lo mucho que me ardían las piernas por bajar escaleras corriendo.

¿Cómo olvidar cuando me vio en ropa interior, sonrió y después me dijo que me fuera al diablo?

"Lamento lo de ayer." Habló por primera vez en veinticuatro horas "De verdad te necesito."

Atentaba contra mi autocontrol; el chico se estaba buscando un beso.

"Entonces, ¿me dirás qué es lo que te molesta?" uno de sus cabellitos rebeldes comenzaba a molestarlo y lo notaba, por lo que lo tomé y acomodé detrás de su oreja. Volteó a verme extrañado.

Al final, suspiró, pasándose las manos por el cabello y desacomodando el mechón que recién había aplacado. "Es difícil." Exhalé con fuerza, no podía obligarlo a contarme... pero quería saber...

"No voy a obligarte a nada." Su mirada perdida indicaba que Frank no estaba en esta dimensión, podría estar en todas partes. Su cuerpo estaba conmigo, pero él no.

Finalmente, giró la cabeza levemente hasta que su par de ojos avellana estuvieron en contacto con los míos.

"Mi hermano" una respiración temblorosa acompañó su sentencia "hoy es el aniversario de su muerte."

Y de repente todo tenía sentido.

"Ató una cuerda a su cuello desde el techo, y lo acabó todo en su cuarto- en el que ahora es mi cuarto." Sollozó, comenzaba a hiperventilarse. "Ni siquiera sé qué edad tenía, esos años son una niebla borrosa para mí, ni siquiera recuerdo mi cumpleaños orinal." Sus sollozos se convirtieron en gritos desesperados.
"Se llamaba Ray, y tocaba la guitarra como nadie más lo hará." Me sentí mal, terrible, de hecho. "Lo gracioso es que no recuerdo haberlo visto llorar jamás."

Guardé silencio, y esperé a que recuperara su patrón de respiración. Sin apoyarlo, o siquiera tocarlo, no quería alterarlo.

"Después de él vino mamá, ella tampoco duró mucho más y acabó todo con unas cuantas pastillas."

Entonces, uno viene a darse cuenta del egoísmo de la gente. Yo pude darme cuenta de mi egoísmo. ¿Cómo podía quejarme de una familia sobreprotectora cuando a él no le quedaba ni su madre?

"Después de mamá vino mi papá, que no se mató porque prometió cuidarme. Pero míranos ahora." Rió con cinismo y veneno suficiente para matar a alguien. Después se quedó callado, e instantes después se echó a llorar. Llorar con el dolor de mil almas en pena. "Bebió tanto que dudo que tan siquiera recuerde qué día es hoy, y qué fecha se avecina dentro de unos meses. No creo que ese idiota recuerde a Ray." Gruñó "¡Pero mira el lado bueno! Ahora te tengo a ti." Sonreía, pero no sabría decir si lo decía enserio o no.

Así que lo besé.

Vaya solución a los problemas e inseguridades.

Simplemente me incliné hacia adelante, tomando los remolinos de cabello largo que caían sobre su nuca, y moví mis labios contra los suyos, sin reacción contraria.

Frank no respondió.

Así que me retracté.

Y él no me dijo nada.

Tampoco sonrió, no, eso no era una sonrisa. Eran sus labios en una línea curva hacia arriba, pero no era una sonrisa, era su maldita máscara de nuevo. Mi mariposa había volado, pero dejó sus alas atrás.

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萬歲劇! Atte: Pan c:

Mi Nombre es Frank  -Frerard- Donde viven las historias. Descúbrelo ahora