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Me vesti informal. Unos jeans negros y una sudadera.

Volví a la cocina. Estoy hambrienta, no eh comido nada. mucha información, poca comida.

Me hize un sándwich y fui al sofá con Horacio y Gustabo.

Estoy tenían el seño fruncido y miraban la tv.

-¿Que cojones os pasa?.- pregunté dándole un bocado a mi sandwich. Ambos me miraron. Horacio alzo una ceja.

-por lo menos antes eran silenciosos.- bufo Horacio.

-venga no metimos tanto ruido.- conteste.

-yo estába en una orilla de mi cama abrazando mis piernas suplicando que se detuvieran.- soltó Gustabo. Me rei ante el drama de Gustabo.

-vale ,vale. Lo siento...- me disculpé riendo.

-joder... Bueno, me voy a ver a viktor.- soltó Horacio levantandose. Yo y Gustabo lo miramos.

-pero tío... Que nos las ocho de la mañana.- comento Gustabo.

-es que hoy es un día algo especial...- susurro Horacio llendo a su cuarto. Frunci el seño.

-¿Que cojones?.- pregunto Gustabo.

-¿especial?.- le pregunté.

-ni puta idea. Yo me voy a dormir.- soltó el cansado.

Gustabo se fue y justo apareció mi esposo vestido como siempre, impecable con su traje.

-venga vamos.- dijo con una sonrisa. No sé que coño trama. El me tendí la mano y yo se la acepte. Salimos del piso tomados de la manos dirijiendonos hacia el coche.

Manejo hasta un helipuerto dónde obviamente había uno.

Subimos y fuimos a las instalaciones de mar internacional.

-¿Por qué vinimos aquí?.- pregunté. Realmente no entiendo nada.

-ya lo verás preciosa.- susurro mirando hacia el frente.

Cuando aterrizamos habían tres sujetos enmascarados con armas largas.

-¿Dónde está?.- pregunto Jack mirándolos.

-si señor.- respondio uno firme. Nos guiaron a la parte inferior de esta. Dónde no llega la luz del sol.

Entramos a una sala oscura dónde había un hombre atado a una silla con la mirada hacia el suelo.

Las luces se encendieron. Debajo de el había un charco de sangre.

Jack desde atrás me volteo y me cogió del mentón.

-este es un regalo de bienvenida de los mayores.- susurro y miro al tio. Voltee nuevamente mirando al hombre.

Me acerque y este alzó la vista. Era... Era Roy. Este entrecerro los ojos para enfocarme.

Tenía la boca ensangrentada. Sonrió maliciosamente.

-no son muy... Inteligentes tus jefes....- soltó el sangrando de la boca. Yo lo mire y un odio e irá creció.

-¿Mis jefes?... ¿Que dices de tus putos perros que casi me matan?.- le pregunté cogiéndolo bruscamente del cabello.

-lo se... Pero sabes que eres mía. Solo yo puedo controlarte.- solto con una sonrisa llena de sangre.

A un lado había una mesa llena de objetos, herramientas y armas blancas.

Cogí una navaja rápidamente y se la enterré en una y luego en la otra pierna.

Jack Conway y...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora