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—¡Vuelve aquí!

Era domingo por la mañana, y se supone que Moonbin iba a levantarse a las 12:00pm como mínimo y luego iba a hacer lo que quería por todo el resto del día. Pero claro, ahora que tiene un nuevo compañero, un muy grande compañero, las cosas serían diferentes.

Se levantó a las 6:00am porque su perro comenzó a ladrarle a la calle y Moonbin no pudo callarlo durante un buen rato, en el cual se le había ido el sueño por completo.

Luego le dio de comer y ambos se tiraron a la cama para buscar alguna película , si es que había alguna a esa hora de la mañana. Ambos estuvieron tranquilos durante una hora o quizá un poco más pero luego al animal le comenzó a dar un ataque de felicidad por algo así que empezó a saltar por toda la cama para luego empezar a correr por los pasillos de su casa.

Uno tras uno, tirando cosas y rompiendo alguna que otra.

Y bueno, Moonbin trató de atraparlo pero ese perro si que era ágil.

Lo que le había dicho a Rocky era cierto. Había días en los que su perro se comportaba obediente, en donde acataba cada una de sus órdenes, pero repito, había.

Mientras que otro el que daba las órdenes era el perro y Moonbin simplemente parecía un sirviente ante él.

—¡Te atrapé! —gritó cuando lo logró apresar entre sus brazos y tumbarlo al suelo junto con él—. ¿Te crees muy escurridizo eh? Pues toma esto, haber si puedes escaparte. —en ese momento Moonbin comenzó y ataque de besos por toda la cara y cabeza de su mascota la cual se retorcía en los brazos de su amo con la intención de zafarse de su muestra de afección.

Y al final, terminó patas arriba mientras Moonbin sobaba suavemente su pancita haciéndolo sentir bastante cómodo, incluso no quería que se detuviera.

Bin comenzó a reír junto a su mascota haciendo que sus ojos formen una linda media luna a la vista de cualquiera.

Estuvieron de esa forma por varios minutos hasta que Moonbin comenzó a sentir una cuantas gotas de sudor recorrer su frente y una ola de calor inundar su espalda. Se recostó en su mueble aún manteniéndose en el suelo.

Tomó el control remoto que se encontraba justo detrás de su cabeza en el sillón y prendió la televisión con la intención de encontrar algo importante. Era casi medio día y necesitaba pensar que haría para el almuerzo. O quizás le obligue a su hermana a preparar algo cuando llegue de la casa de su tía. Había dormido la noche anterior ahí porque disque su perro es muy molestoso y ruidoso.

Patrañas.

Moonbin miró a su mascota por unos momentos. Era verdad, aún no le había puesto un nombre, pero tampoco es que se le haya ocurrido alguno. Era muy corto de imaginación, siempre se lo habían dicho.

—¿Qué nombre te puedo poner pequeño? —preguntó para sí mismo viendo al lindo can blanco sentado a un costado suyo con la lengua hacia afuera y la colita moviéndose de un lado a otro.

Pero cuando el sonido de la televisión comenzó a sonar su mirada se desvió notando que se encontraba en el canal del noticiero.

"Desapariciones de niños por todo Corea"

Era verdad, estas ultimas semanas la tasa de niños extraviados había aumentado por lo menos un 37%. Y eso que Corea del sur era un país con bastante seguridad. No es algo que le incumbiera a Moonbin pero el solo pensar que esos niños estaban llorando desconsoladamente en algún lugar oscuro en donde gente mala esté planeando hacer cosas malas con ellos y que estos solo estén en busca de sus familias le hacían ponerse triste.

Era bastante empático con las personas, siempre trata de entenderlas dependiendo de la situación en la que se encuentren. Y saber que las madres de esos niños deben de estar sufriendo, sintiendo la ausencia de su pequeño provocaba que se formase un ligero nudo en su garganta.

Comenzó a acariciar la cabeza de su perro en busca de sentir su compañía y así poder tranquilizar su adolorido corazón. Pero cuando lo hizo notó que este se encontraba lloriqueando mientras su vista se mantenía fija en las noticias como él hace un momento.

—¿También te pone triste eso? —preguntó recibiendo una mirada por parte del contrario que solo se comenzó a restregar en su pecho siendo recibido por los brazos de Moonbin—. Te entiendo... es muy triste que eso esté sucediendo. ¿Quién será el maldito que esté tras todo esto?

Miró a los ojos de su can, sintiendo una extraña conexión entre ambos.

—Nunu. —pronunció de pronto—. Creo que te puedo llamar Nunu.

Inmediatamente después de decir eso, quien ahora era llamado como Nunu, comenzó a agitar su cola felizmente y a ladrar y a lamer todo el rostro de Moonbin como señal de alegría.

Por fin tenía un nombre por parte de su amo y eso lo ponía feliz.




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𝑵𝒊𝒏𝒆 𝑴𝒐𝒐𝒏𝒔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora